Cambiar matriz energética argentina demanda inteligencia y tiempo

La recuperación del control estatal de la empresa petrolera YPF es un avance estratégico para Argentina, muy dependiente del combustible fósil. Pero se necesita incorporar fuentes limpias y eso llevará tiempo, advierte en esta entrevista la experta Mariana Matranga.

La energía de este país depende en 90 por ciento de los combustibles fósiles, una realidad que no se puede ignorar, dijo Matranga en entrevista con Tierramérica.

"A todos nos gusta viajar en auto, llegar rápido, prender el aire acondicionado. Cada vez hay más cosas que no se pueden hacer sin usar baterías… Lo importante es que la sociedad se dé cuenta de que nuestro modo de vida tiene un costo", sostuvo esta ingeniera química e investigadora de la Universidad de Buenos Aires que ha trabajado en el sector de hidrocarburos de Argentina, Bolivia, Canadá y Noruega.

TIERRAMÉRICA: ¿Qué opina de la decisión de nacionalizar YPF?

MARIANA MATRANGA: Estoy de acuerdo. Era necesario. Brindará al Estado una muy buena herramienta para actuar sobre una matriz que, aunque no nos guste, hoy está dominada por fósiles.

TIERRAMÉRICA: ¿Cree que esta mayor participación estatal resultará estratégica?

MM: Sí, porque afecta todos los aspectos de la vida. El consumo de energía no es un fin en sí mismo, sino un medio. Con esta decisión no se está pensando en la ganancia de un "commodity" sino en el bien común. La energía es lo que mantiene en funcionamiento la economía. Por eso todo el sector es estratégico. Argentina hoy depende en un 90 por ciento de los fósiles. No es mi deseo que los fósiles sean estratégicos. Me encantaría que no lo fueran. Pero la realidad es que lo son.
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TIERRAMÉRICA: ¿Y qué se puede hacer para modificar esa realidad?

MM: Es una realidad que hay que corregir mientras se sigue funcionando. Cambiar la matriz energética implica obras de ingeniería que demandan tiempo y dinero. La matriz es un sistema inercial. Es muy difícil modificarla. El modo de operar sobre ella es mediante un plan estratégico a largo plazo.

TIERRAMÉRICA: ¿Eso lo puede hacer un gobierno?

MM: Un gobierno debe lidiar con la coyuntura. Hay que mantener la máquina andando y a la vez trabajar en un plan para modificar esa situación. No es fácil ni se hace de un día para el otro. Tenemos máquinas de los años 70 que están dentro de su vida útil y con buen mantenimiento pueden seguir utilizándose en las centrales térmicas. Cuando se invierte en energía es para 40 o 50 años.

TIERRAMÉRICA: ¿Qué opina del debate sobre el uso de la energía que se disparó en Argentina a partir de la nacionalización de YPF?

MM: Lo importante es que la sociedad se dé cuenta de que nuestro modo de vida tiene un costo. Hasta la energía más limpia tiene impacto. Un parque eólico en medio de una ruta de migración de aves, impacta.

A todos nos gusta viajar en auto, llegar rápido, prender el aire acondicionado. Cada vez hay más cosas que no se pueden hacer sin usar baterías. Demandamos cada vez más energía. A nadie le gusta que le digan que tiene que consumir menos o bajar su nivel de vida para hacerlo más amigable con el ambiente. Desde que el hombre descubrió el fuego hay impacto y ese impacto será mayor si crece la demanda.

TIERRAMÉRICA: ¿Cómo incorporar entonces más fuentes alternativas?

MM: Las tecnologías que menos impactan son las que requieren mayores inversiones iniciales y entonces hay que adoptar soluciones de compromiso. Si me preguntan a mí, me encantaría que toda la energía fuera renovable. Pero no creo que sea posible. Los gobiernos trazan una línea de equilibrio y toman decisiones de compromiso.

TIERRAMÉRICA: En este contexto, ¿cree que la anunciada explotación de hidrocarburos no convencionales aumentará más aún la dependencia de los fósiles?

MM: Los fósiles no son renovables y es probable que en un período corto su producción decline. Los no convencionales se van a empezar a ver en cinco años. Eso no implica necesariamente una expansión, sino que se mantendrá la proporción actual.

TIERRAMÉRICA: ¿Y el costo ambiental de la explotación no convencional?

MM: Depende de cómo se haga. La tecnología no convencional se aplica hace poco en el mundo. Utiliza una cantidad importante de agua y si bien 90 por ciento sale como vapor, exige estudiar muy bien la cuenca hidrológica. Se puede hacer bien o se puede hacer mal. Mucho depende de cuánto se invierta.

TIERRAMÉRICA: ¿Hay estudios internacionales de impacto sobre este tipo de explotación?

MM: En Francia está prohibida. Pero ellos tienen una matriz dominada por la energía nuclear, que no se cambia fácilmente. En Estados Unidos y en Canadá, donde hay gran potencial de recursos para extraer de forma no convencional, es donde surgieron las preocupaciones.

En Texas y Pennsylvania ya se explotan cuencas que están en zonas agropecuarias y densamente pobladas. En cambio, en Nueva York se frenaron los permisos para fracturas hidráulicas y solo se permiten ensayos científicos para conocer su impacto. Esto muestra lo nuevo que es todo esto y lo poco que se sabe. En Estados Unidos, el resultado de un estudio de impacto se conocerá en septiembre.

TIERRAMÉRICA: ¿Usted cree que se corre un riesgo grande en este terreno?

MM: La disposición final del agua tratada es un factor importante. Contiene los químicos que se usaron en la fractura y los que se arrastran del reservorio. Pero tratarla tiene costos. Se puede hacer bien, pero es caro. Por eso es importante regular. Incrementando la inversión se reduce el riesgo.

Pero el riesgo siempre está. Hay que pensar si uno quiere correrlo o no. Son decisiones políticas. Yo creo que no es lo más inteligente que eso sea todo lo que hagamos. En Argentina, la explotación no convencional puede ser atinada para el corto y mediano plazo. Pero a la larga hay que aumentar el consumo de otras energías y reducir el peso de los hidrocarburos.

* Este artículo fue publicado originalmente el 30 de junio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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