«Brasil no necesita venenos para sostener producción alimentaria»

Brasil puede dejar de ser el primer usuario mundial de agroquímicos sin reducir la producción de alimentos que consume, afirma en esta entrevista el dirigente del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), João Pedro Stédile.

El activista João Pedro Stédile habla en un acto público. Crédito: Licencia Creative Commons - U. Dettmar/Agência Brasil
El activista João Pedro Stédile habla en un acto público. Crédito: Licencia Creative Commons - U. Dettmar/Agência Brasil
Los predios en los que se han asentado campesinos como parte de la reforma agraria ya están cambiando de mentalidad, rumbo a una producción alimentaria en armonía con el ambiente, dijo Stédile a Tierramérica.

Brasil, una potencia agropecuaria, ocupa desde hace tres años el primer lugar en consumo de herbicidas, fungicidas e insecticidas agrícolas. Desde 2006 tenía el segundo puesto detrás de Estados Unidos, pero tras una cosecha récord de soja pasó a encabezar a los países que más agrotóxicos emplean.

Un estudio de la empresa consultora alemana Kleffmann Group a pedido de la Asociación Nacional de Defensa Vegetal, que representa a los fabricantes de agroquímicos, demostró que el brasileño era el mayor mercado de estos productos.

El sector movilizó en 2008 más de 7.000 millones de dólares, mientras el área cultivada se redujo dos por ciento.
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Sin embargo, cada agricultor emplea cantidades pequeñas comparadas con las de otros países. En 2007 se gastaron en promedio 87,8 dólares de agrotóxicos por hectárea, mientras en Francia esa medida fue de 196,7 dólares y en Japón de 851 dólares por hectárea.

Brasil también tiene instaladas fábricas de las cinco mayores industrias mundiales del sector, Basf, Bayer, Syngenta, DuPont y Monsanto.

El MST ha ampliado sus miras desde su reclamo esencial de reforma agraria. Hoy reúne a 20.000 miembros en todo Brasil y actúa junto a unas 60.000 familias campesinas que presionan al gobierno federal para que distribuya predios improductivos y mejore las condiciones en que se encuentran aquéllas ya asentadas. A continuación una síntesis de la entrevista.

TIERRAMÉRICA: ¿El MST dejó de ser un movimiento sólo combativo y pasó a adoptar otros conceptos como el discurso ecológico y contra el uso de agrotóxicos?

JOÃO PEDRO STÉDILE: Hemos aprendido en los últimos 10 años que no basta con tener tierra y producir alimentos. Es importante producir alimentos saludables. Hubo un proceso de concientización dentro del propio movimiento.

Pusimos energías en la adopción de técnicas de agroecología para producir alimentos en equilibrio con el ambiente.

Los agrónomos se forman bajo la óptica de la revolución verde, con uso intensivo de veneno. Tuvimos que empezar desde cero y hacer convenios con universidades para crear cursos de agronomía con una visión agroecológica.

En los últimos años se alertó en el mundo sobre los agrotóxicos, y fue cuando Brasil pasó a ser el que más consume venenos agrícolas. Junto al alerta mundial, el Instituto Nacional del Cáncer anunció que hay 40.000 nuevos casos anuales de esa enfermedad en el estómago, y la mitad son mortales. El origen son los alimentos contaminados.

TIERRAMÉRICA: ¿Los asentamientos de trabajadores rurales son un medio para reducir el consumo de agrotóxicos?

JPS: Aún es posible que varios pequeños productores rurales en algunas regiones utilicen estos químicos. No obstante, son insignificantes los agricultores asentados que usan venenos.

Es posible mantener la misma producción agrícola de alimentos que Brasil consume sin usar ningún kilogramo de veneno.

Existe conocimiento científico para dejar de usar estos venenos, y hay superficie y mano de obra para cultivar en Brasil. Esa es la gran contradicción del agronegocio. La que no consigue producir sin veneno es la gran propiedad porque sustituyó la mano de obra por la máquina, mientras la agricultura familiar y la reforma agraria poseen esa ventaja.

TIERRAMÉRICA: ¿Los asentamientos rurales y las pequeñas propiedades pueden contrarrestar la renovada carestía alimentaria?

JPS: Sí, los precios aumentaron en los supermercados por el monopolio de empresas que controlan el mercado agrícola mundial.

En Brasil aumentamos la producción cada año y asimismo los precios suben. Por la lógica del mercado, cuando la producción crece, el precio cae. Y eso no ocurre porque los oligopolios que controlan el mercado mundial manipulan los precios, y la economía brasileña queda rehén de ellos.

El pequeño agricultor que produce alimentos para el mercado local escapa de ese control.

TIERRAMÉRICA: El MST sufre críticas de haber sido cooptado por el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) o de ser demasiado combativo y violento. ¿Cuál es el perfil del MST hoy?

JPS: Es un movimiento social dinámico y dentro de él hay muchas contradicciones y problemas en la forma de actuar en cada estado.

En la sociedad cada uno ve al MST desde sus propios cristales. Estamos en permanente lucha, y depende mucho de cada estado brasileño. Hacemos marchas, ocupaciones de haciendas y edificios públicos, pero cada estado a veces realza un aspecto más que el otro.

Nunca perdimos el control en ninguna de nuestras ocupaciones, ni cuando ocupamos el Incra (Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria) ni la sede del BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social).

El MST hoy necesita dar respuestas y organizar a la población ante otros problemas, por eso estamos metidos en la agroecología y en la educación.

* Este artículo fue publicado originalmente el 23 de abril por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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