Merluza argentina depredada

La pesquería de merluza en el sur del océano Atlántico, una de las más grandes del mundo en el mercado de pescado blanco, está a punto de colapsar ante la indiferencia de los argentinos, más atentos a lo que ocurre con las carnes rojas, su alimento preferido.

Merluccius hubbsi. Crédito: Cortesía de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos de Uruguay
Merluccius hubbsi. Crédito: Cortesía de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos de Uruguay

«El colapso no significa que se extinga la especie, sino que deje de ser rentable pescar, con la consecuente pérdida de empleos», explicó para este artículo Guillermo Cañete, coordinador del Programa Marino de la Fundación Vida Silvestre Argentina.

Pero además de ser un problema económico y social, la notable merma de la Merluccius hubbsi, nombre científico del popular pescado, amenaza la seguridad alimentaria y afecta la biodiversidad, advierten ambientalistas en vísperas de la celebración el 8 de este mes del Día Mundial de los Océanos.

Datos aportados por Cañete indican que la pesquería de merluza próxima a las costas argentinas es aún la cuarta del mundo en importancia entre las especies de pescado blanco y la primera entre las de su tipo en el hemisferio Sur.

Esta riqueza está en franco deterioro, según el estatal Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (Inidep). Donde había 10 ejemplares adultos en 1986 hoy sólo hay dos.
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Siempre se pescaron ejemplares juveniles de modo incidental, explicó Cañete. Sin embargo, ante la merma, el empresario directamente rechaza utilizar los dispositivos selectivos que dejarían fuera de las redes a los individuos que aún no se reprodujeron, afirmó.

Más de 60 por ciento de los ejemplares que se capturan hoy son juveniles. «Si no se hace algo esto va a un colapso en breve término», alertó el ambientalista y vaticinó que «lo primero que va a desaparecer es el pescador».

Vida Silvestre llamó este año a los argentinos a no comprar filetes de menos de 25 centímetros, para desalentar la pesca de ejemplares pequeños.

Empero, es claro que el mercado local no es el problema. El consumo de pescado en este país sudamericano es de nueve kilogramos anuales por persona, frente a 60 kilogramos de carnes rojas, principalmente bovinas, señalan estadísticas del Inidep y otras entidades.

Y a la hora de consumir pescado, la gente prefiere el filete de merluza, cuyo valor es relativamente barato, unos siete dólares por kilogramo en las tiendas de Buenos Aires.

La Merluccius hubbsi es el principal recurso pesquero de Argentina en capturas, exportaciones, consumo interno y empleo. Comenzó a ser explotada intensivamente hace 20 años y hoy representa 40 por ciento de las ventas externas de pescado que suman unos 1.000 millones de dólares anuales, según las autoridades.

TOPES Y CONTROLES EN CUESTIÓN

Los expertos aseguran que, aunque en los últimos años se establecieron zonas de veda permanente de pesca, hay una marcada disminución de adultos que pone en riesgo la reproducción de la especie.

El Inidep informó al gobierno en diciembre sobre la crítica situación y recomendó topes. Así, el Consejo Federal Pesquero, integrado por delegados federales y provinciales, estableció que la captura máxima permitida para este año es de 290.000 toneladas, 10.000 menos que en 2009.

Para ambientalistas, pescadores y pequeños empresarios, el volumen permitido es alarmante.

«En los últimos 20 años no hubo reglamentaciones claras, y encima no se cumplen», se quejó ante esta periodista el secretario regional del Sindicato de Obreros Marítimos Unidos, Néstor María.

«Hace 27 años, cuando comencé en la actividad, se hacían entre tres y cinco salidas al mar por mes, y ahora se bajó a la mitad», precisó el sindicalista, que tiene su base en el puerto de Mar del Plata, 400 kilómetros al sur de la capital, sobre la costa atlántica.

«Para llenar la bodega del barco con 150 toneladas de pescado hay que permanecer a bordo 10 o 12 días en cada salida, cuando antes en tres o cuatro días volvíamos con pescados grandes», aclaró.

Según cifras oficiales, en 2009 se pescaron 280.000 toneladas de merluza. Sin embargo, María aseguró que la subdeclaración es enorme, al punto de que «nosotros estimamos que lo que se captura en realidad son unas 450.000 toneladas al año.

«Hoy hay unos 20.000 empleos en riesgo en mar y tierra» si se suman los trabajadores de los barcos pesqueros, los «fileteros» (que cortan el pescado), «envasadores, camioneros, peones de descarga y de planta», enumeró.

Consultado por esta periodista, el subsecretario de Pesca, Norberto Yahuar, admitió que hubo un largo período en el que se suspendió el uso de dispositivos selectivos para la merluza, pero aclaró que el tema ya se resolvió.

Respondió así a las críticas ecologistas, según las cuales desde hacía un año y tres meses, cuando se suspendió su uso, se seguía pescando indiscriminadamente.

Yahuar explicó que los empresarios pesqueros cuestionaban el método recomendado para la merluza.

El Consejo Federal Pesquero dispuso finalmente que las artes de pesca para el escape de peces juveniles en las redes fuera obligatorio a partir del 10 de este mes y que su falta se sancione.

Sobre la ausencia de inspecciones, el funcionario aseguró que en unos 60 días podría estar aprobada una norma que obliga a los barcos a instalar cámaras de vídeo para controlar capturas y descargas.

«El gran problema fue en el Golfo de San Jorge (entre las australes provincias de Chubut y Santa Cruz) donde está la ‘nursery’ (criadero) de merluza y detectamos que allí los pescadores de langostinos no utilizaban dispositivos selectivos», afirmó.

* Este artículo es parte de una serie de reportajes sobre biodiversidad producida por IPS, CGIAR/Bioversity International, IFEJ y PNUMA/CDB, miembros de la Alianza de Comunicadores para el Desarrollo Sostenible (http://www.complusalliance.org). Publicado originalmente el 5 de junio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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