Pakistán recupera campos arrasados por el Talibán

Los agricultores luchan por reflotar la agricultura de las pérdidas provocadas por el movimiento islámico Talibán. Crédito: Ashfaq Yusufzai/IPS

Ahmed Nawaz, un agricultor de 55 años del valle de Swat, en el noroeste pakistaní, lamenta el día cuando el movimiento islámico Talibán llegó a su hermosa tierra, conocida por sus montañas onduladas y exuberantes campos y huertos florecidos. “La tierra se volvió estéril”, cuenta.

«Nuestro ingreso agrícola solía alcanzar para toda la familia, pero durante los dos años siguientes a la llegada de los talibanes en 2007, no podíamos cultivar nuestras tierras», dijo Nawaz a IPS.

Swat se encuentra en la provincia de Jyber Pajtunjwa, de la que es capital Peshawar. La insurgencia extremista Talibán mantuvo una dominante presencia durante dos años en la zona, antes de ser expulsada ​​por los militares en 2010.

Pero a la población le llevó mucho más volver a recuperar algo de su vida anterior.

La guerrilla prácticamente imposibilitó la agricultura. “Nuestra situación económica se deterioró durante el régimen talibán. Pero ahora estamos de nuevo en marcha”, aseguró Nawaz.

Al menos 65 por ciento del millón de habitantes de Swat depende de la agricultura.

Según un informe del Departamento de Agricultura de Jyber Pajtunjwa, Swat aportaba 25 por ciento de la producción total de fruta de Pakistán antes de 2007. Tras la llegada del Talibán ese aporte cayó a 10 por ciento.

Entre el 55 y el 70 por ciento del total de la fruta producida en Swat se malogró cuando el movimiento islamista radical impuso la hostilidad en la región, con ataques de artillería, explosiones de bombas, toques de queda y bloqueos, señala el informe. En ese clima, los agricultores no lograron continuar su trabajo en los campos y huertos.

Gul Shah, secretario de la Asociación de Agricultores de Swat, dijo que la zona exportaba fruta de excelente calidad a Medio Oriente y Europa. El distrito provincial de Malakand, donde se asienta Swat, produce duraznos, peras, manzanas, ciruelas, damascos, cebollas, maíz, trigo y arroz.

Pero las hostilidades acabaron con esa exportación. Gul Shah explicó que durante el dominio del Talibán no podían conseguir semillas, fertilizantes ni pesticidas.[related_articles]

«Con la expulsión del Talibán reanudamos la exportación de frutas y hortalizas a países extranjeros, así como a los mercados nacionales, tras una pausa de dos años. Producimos frutas de primera calidad, como manzanas, uvas, duraznos y caquis”, destacó.

«Ahora se acabaron los días malos. Estamos contentos con la partida del Talibán”, comentó.

Además de los cultivos, se destruyeron plantas de procesamiento industrial y unidades de almacenamiento en frío y en seco. Ahora estos sectores reanudaron sus actividades y se implementó un mecanismo de transporte y comercialización.

Cada día, la división de Malakand transporta al menos 2.000 camiones de frutas a otras partes del país, explicó Shah.

Según la Encuesta Económica de Pakistán de 2012, la agricultura del país sufrió pérdidas por valor de 35 mil millones de rupias (330 millones de dólares) en los últimos cinco años, debido al extremismo talibán.

Aunque las cosas mejoran en Swat, los productores agrícolas de las Áreas Tribales bajo Administración Federal (FATA, por sus siglas en inglés) siguen sufriendo las consecuencias ya que el movimiento Talibán aún opera en la zona.

Jalandar Jan, un agricultor de 45 años del distrito de Waziristán del Sur, una de las siete agencias tribales de las FATA, tiene 81 hectáreas de tierra fértil donde cultivaba todo tipo de frutas y vegetales antes de 2004, pero la insurgencia complicó el trabajo en los campos.

Jan dice que los agricultores se empobrecieron. “Por lo menos 200 familias estaban bastante bien, porque obtenían altos ingresos de sus granjas, pero después de la llegada de los talibanes, tuvieron muy poco trabajo”, aseguró.

Abdul Ghafoor, funcionario agrícola de la Secretaría de las FATA, dijo que el terrorismo perjudicó gravemente a los huertos de Waziristán del Sur y del Norte que producían ciruelas, damascos, peras, duraznos y granadas de alta calidad.

La agricultura en las agencias de Kurram, Jyber, Bajaur y Orakzai, integrantes de las FATA, también se vio muy afectada por la década de insurgencia.

La mayor parte de las parcelas fértiles en las FATA se secaron debido a la falta de agua, porque los extremistas interrumpían las líneas de energía, afirmó Ghafoor.

Según la Encuesta Económica de Pakistán de 2012, la agricultura representaba 25,9 por ciento del producto interno bruto del país en 1999-2000, pero su peso se redujo a 21,3 por ciento en el período 2009-2010.

En el año 2000, cerca de 35 por ciento de los hogares vivían por debajo del umbral de la pobreza en las FATA, y la cifra subió a 66 por ciento en 2011, según la encuesta.

Antes de la llegada del Talibán, 65 por ciento de la población vivía de la agricultura en la zona, según la encuesta. Pero el deterioro de los sistemas de riego debido a la falta de mantenimiento prácticamente puso fin a la producción cerealera.

Zaman Gul, un campesino de la localidad de Bajaur, dice que solía cultivar trigo, verduras y frutas para su venta en mercados locales e internacionales. La gente había prosperado con el cultivo extensivo de llanuras, lechos de ríos y montañas, pero todo quedó en la ruina tras el paso de la insurgencia, aseguró.

«Ahora no tenemos suficiente para nuestro propio consumo, y mucho menos para comerciar”, dijo a IPS Gul, de 62 años.

“También criábamos ganado y garantizábamos el suministro de leche para nuestras necesidades nutricionales”, agregó. “Pero después del terrorismo en las FATA, la comida no es fácil de conseguir”, concluyó.

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