Poca oferta y altos precios de alimentos agujerean los bolsillos en Cuba

Una clienta compra en un establecimiento de productos agropecuarios gestionado por trabajadores privados. Siguen sin apreciarse en las mesas de los hogares cubanos los resultados de decenas de medidas gubernamentales para intentar aumentar las producciones agrícolas. Foto: Jorge Luis Baños / IPS

LA HABANA – Las baja producción agropecuaria y los crecientes precios de los alimentos en Cuba golpean a numerosas familias cuyos salarios y pensiones mermados por la inflación impide satisfacer necesidades de consumo y complican el acceso a una dieta variada y de calidad.

“Una debe volverse maga para hacer al menos una comida diaria. Los ‘mandados’ (productos subsidiados de la cartilla de racionamiento) ayudan en algo, pero la mayor parte del mes hay que ‘inventar’, porque el dinero no alcanza”, reconoció a IPS la jubilada Maritza Suárez, residente en La Habana.

El gobierno vende cada mes para una población de 11,1 millones de habitantes una canasta básica compuesta por arroz, azúcar, granos, huevos, café y aceite, entre otros alimentos, accesible mediante la actual escala de salarios y pensiones.

Resulta un paliativo sobre todo para personas con bajos ingresos, pero sus cantidades y variedad son insuficientes. Las necesidades alimentarias deben completarse en tiendas en divisas, establecimientos agropecuarios y a través del mercado informal, con precios muy elevados.

El arroz duplicó en pocos meses su valor y una libra se cotiza aproximadamente en 1,5 dólares, en un país cuyo salario medio equivale a 35 dólares y la pensión mínima ronda los 13 dólares.

El envase con 30 huevos -también en el mercado negro- se comercializa en 12,50 dólares, similar al precio que puede alcanzar un litro de aceite de soja; y alrededor de 1,25 dólares debe desembolsar quien desee una libra (453 gramos) de azúcar crudo.

Para Suárez, quien vive sola y no recibe remesas, remarcó que “nadie que viva únicamente con su chequera (pensión) puede con esos precios”, después de recordar que su jubilación equivale a unos 15 dólares.

“En Cuba la oferta de alimentos sigue siendo baja con respecto a la demanda”: Omar Everleny Pérez Villanueva.

Aun cuando dispone de ingresos extras por cuidar a una persona anciana cerca de su casa, Suárez aseguró prescindir de la leche en polvo, queso y tubérculos como la malanga (Colocasia esculenta), “porque son un lujo que no puedo darme cuando hacen falta además especias, hortalizas, aseo personal o medicamentos”.

Similar dilema tiene el ingeniero Osvaldo Acuña, en la occidental provincia de Mayabeque, quien reconoció al dialogar con IPS que si bien él y su esposa maestra trabajan, después de pagar las facturas hogareñas “los salarios (unos 80 dólares entre ambos) se van casi enteros en comida y sin acceder a muchas cosas que quisiéramos”.

Con dos hijos estudiantes, uno en la enseñanza primaria y otra en la secundaria, Acuña comentó, desde la localidad de Santa Cruz del Norte, que para las meriendas “la madre y yo buscamos refrescos instantáneos, a veces alguna fruta para jugos y el pan que nos dejamos de comer para que ellos tengan uno más. Comprar de manera estable yogurt o dulces es prohibitivo”.

Una trabajadora por cuenta propia muestra un puñado de arroz en un puesto ambulante. El arroz duplicó en pocos meses su valor y una libra (453 gramos) se cotiza aproximadamente en 1,5 dólares, en un país cuyo salario medio equivale a 35 dólares y la pensión mínima ronda los 13 dólares. Foto: Jorge Luis Baños / IPS

Algunas cifras

La inflación de los precios internos de alimentos es un fenómeno global, debido a múltiples factores que van desde la sequía en África oriental hasta las consecuencias de la guerra en Ucrania y su impacto en la disponibilidad de cereales, alertó a fines de febrero un reporte del Banco Mundial.

El incremento de los costos de la energía y fertilizantes impactará asimismo en el poder adquisitivo de los países importadores y los volúmenes de alimentos que podrán comprar, ha advertido la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En Cuba, “la oferta de alimentos sigue siendo baja con respecto a la demanda”, explicó a IPS el economista Omar Everleny Pérez Villanueva.

Subrayó que “las cifras de la producción agrícola son desalentadoras” en un país que  necesita importar alrededor de 80 % de los alimentos que consume.

Recordó que “las importaciones de alimentos disminuyeron por dificultades con las divisas externas”, debido a la contracción de las principales fuentes de ingresos, impactadas por la covid.

Datos oficiales ubican en más de 600 000 toneladas el arroz necesario para cubrir la demanda interna, pero las dos terceras partes deben importarse, muchas veces de naciones lejanas como China o Vietnam.

La producción de café no sobrepasa las 10 000 toneladas anuales frente a un consumo estimado en 24 000 toneladas.

Otrora gran productora de azúcar, la isla aspira a producir este año apenas 455 000 de las 600 000 toneladas que requiere.

El año pasado, y lejos de la demanda, los planes de producción “alcanzaron 32,5 % en el caso de los huevos y la carne de cerdo 81 %”, apuntó Pérez Villanueva.

“Mientras la oferta no cubra las necesidades de la población, el mercado se impone y ajusta los precios a aquellos que puedan pagarlo”, argumentó el experto.

Pérez Villanueva estima en unos 267 dólares mensuales el costo de la vida de una persona en Cuba, e incluso para que una familia de dos miembros enfrente gastos elementales.

Una panadería estatal, donde se expende el producto de la canasta subsidiada, una unidad diaria de pan de unos 80 gramos, que recibe constantes críticas sobre su elaboración. Establecimientos privados en ciudades como La Habana comercializan en 1,60 dólares una bolsa con ocho unidades y de mejor calidad. Foto: Jorge Luis Baños / IPS

Inflación y otros escollos

Al referirse a otros factores adversos en el complicado contexto cubano, el economista mencionó la elevada inflación, tras al reordenamiento económico iniciado en enero de 2021.

Si bien se incrementaron salarios y pensiones, el exceso de circulante en medio del desabastecimiento de productos esenciales, incluidos los alimentos, rápidamente diluyó la capacidad de compra.

De acuerdo con la Oficina Nacional de Estadística e Información (Onei), la inflación interanual en 2022 se aproximó a 40 %, después de un aumento de 77 % un año antes.

Otro obstáculo resulta el embargo estadounidense que entorpece el acceso a créditos internacionales y las operaciones comerciales, además de encarecer fletes para el traslado de mercancías, sostienen funcionarios gubernamentales.

La dolarización parcial y aumento de los establecimientos que desde 2019 venden alimentos en monedas convertibles (MLC), provenientes fundamentalmente de remesas, además de segmentar los mercados suscitan inconformidades ciudadanas.

Según las autoridades, el criticado mecanismo busca recaudar divisas para, con una parte de ellas, abastecer los comercios en pesos cubanos.

A ello se suma las operaciones de plataformas digitales que venden en línea alimentos, muchos producidos en el país, a precios aún mayores que en las tiendas en MLC y cuyos pagos deben hacerse desde el exterior.

Sectores como la agricultura, la ganadería y la pesca reciben inversiones muy por debajo de las que absorben los servicios empresariales, actividades inmobiliarias y de alquiler que incluye la construcción de hoteles, evidencian datos oficiales.

A esto se suma la baja productividad y descapitalización de la mayoría de las industrias, entre ellas las productoras de galletas, caramelos, refrescos, helados, conservas y embutidos, entre otras.

Siguen sin apreciarse en las mesas de los hogares cubanos los resultados de decenas de medidas gubernamentales para intentar aumentar las producciones agrícolas, ni de la entrega en usufructo de tierras sin cultivar iniciada hace 15 años.

Expertos en el tema y campesinos mencionan entre otras rémoras la incidencia de plagas en algunos cultivos, la falta de semillas de calidad, fertilizantes y pienso animal; insuficientes sistemas de riego, éxodo de personas del campo a las ciudades, así como impagos a productores.

También conspiran la necesidad de maquinaria moderna, insumos de labranza y vehículos para que campesinos trasladen directamente sus cosechas a los mercados, así como estructuras burocráticas que lastran la comercialización.

Medidas

La escasez de alimentos en pesos cubanos, y el malestar social por inequidades en el acceso e ilegalidades en sus ventas, obligó a las autoridades a reorganizar el comercio de productos como la carne de pollo, aceite, salchichas, picadillo (carne molida) y detergente, mediante ciclos y control de las compras a través de tarjetas y la cartilla de racionamiento.

Desde julio de 2021, la Aduana General de la República aprobó, y luego renovó cada seis meses, la autorización temporal para que las personas naturales importen alimentos, medicamentos y aseo sin carácter comercial en su equipaje acompañado, sin límite de cantidades y exenta del pago de los aranceles.


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La posibilidad de que pequeñas y medianas empresas privadas importen alimentos y materias primas, con empresas estatales como intermediarias, favorece que una parte de la población acceda a insumos deficitarios y hasta en algunos casos, con precios inferiores a productos nacionales, como es el caso de la cerveza.

No obstante, no pocas personas consideran que cafeterías y negocios privados influyen en los altos precios, pues algunos se dedican a la reventa de lo adquirido en tiendas en MLC.

Otros señalan que entidades estatales mantienen elevados precios de sus producciones buscando rentabilidad y que traspasan al consumidor final sus posibles ineficiencias.

Recientes intercambios en redes sociales entre economistas y ciudadanos analizaron la idoneidad o no de poner límites los precios máximos, en paralelo a una efectiva estrategia para estimular la agricultura.

A juicio de Pérez Villanueva, la medida pudiera aplicarse, “pero en un lapso breve”, porque “a mediano plazo, los productores y comercializadores se retiran del mercado, o actúan clandestinamente y eso conlleva otro incremento de precios”.

“La solución es liberar las trabas para el incremento de la producción agrícola o la liberalización de las importaciones a los agentes no estatales”, convino el analista.

ED: EG

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