Drenajes defectuosos impidieron paliar el impacto del diluvio en Pakistán

Una familia evacuada por las inundaciones sobrevive bajo un precario toldo de plástico en la provincia paquistaní de Sindh. Semanas después de verse forzada a huir de su hogar, sigue sin recibir las tiendas de campaña o los mosquiteros prometidos. Foto: Altaf Hussain Jamali / IPS

KARACHI, Pakistán –  En la tercera semana de septiembre, durante al menos seis días, cientos de residentes locales afectados por las inundaciones de las afueras de Pangrio, un tranquilo pueblo de la provincia paquistaní de Sindh, bloquearon la arteria principal que conecta su distrito, Badin, con el vecino de Tharparkar, impidiendo el paso del tráfico.

Ya habían tenido suficiente. Con sus casas sumergidas en más de tres metros de agua, habían estado durmiendo a cielo abierto durante casi un mes, viviendo en condiciones infrahumanas. Rodeados de agua contaminada, la enfermedad y la muerte acechaban a los habitantes de las aisladas aldeas. Los días pasaban bajo el sol abrasador, pero había poco respiro en la noche cuando un ejército de mosquitos los atacaba.

Querían volver a sus pueblos o a lo que quedara de ellos. Pero para eso, el agua que ahogaba sus casas tenía que retroceder, tras las peores inundaciones en el sur de Pakistán en su historia, contaron a IPS durante un recorrido por los precarios lugares donde llevan semanas refugiados sin saber cuál será su futuro.

¿Cómo llegó a Pangrio tanta agua por las inudanciones?

Ghulam Ghaus miró el agua oscura y siniestra junto a la carpa donde está acampado y contó que perdió 24 hectáreas de tierra en la que había cultivado algodón, tomates y mijo.

“Una semana antes de que llegara el agua, estaba muy feliz porque los cultivos iban muy bien. Habíamos oído hablar de las inundaciones en otras áreas, pero no habían tocado nuestra tierra. Luego, durante la noche, el agua se precipitó y alcanzó los cuatro pies, y ahora está aumentando cada día”, recordó.

Según el Departamento Meteorológico de Pakistán (PMD, en inglés), llovió 177,5 milímetros (mm) en comparación con el promedio de 63,1 mm, lo que convirtió a julio y agosto en los meses más lluvioso desde 1961. Ambos se clasifican como los más húmedos de los últimos 62 años”, indicó el resumen mensual del PMD.

Un tercio del país se ha visto afectado, mientras que más de 1500 personas han muerto y poco menos de 13 000 han resultado heridas desde el 14 de junio, según la Autoridad Nacional de Gestión de Desastres (NDMA, en inglés).

Las provincias de Sindh y Baluchistán han sido las más afectadas, con inundaciones que envuelven pueblos enteros, inundan tierras de cultivo y acaban con ellos, mientras que  se han perdido más de un millón de cabezas de ganado. Una calamidad enorme para este país agrícola del sudeste de Asia.

Pero el agua de la inundación en Pangrio no era toda agua de lluvia. “Esto es agua contaminada”, sostuvo Ghaus, señalando el agua oscura y estancada que lamía el borde del terraplén donde estaba parado. “Son las aguas residuales de los ingenios azucareros de Mirpur Khas las que inundaron nuestras aldeas y nuestra tierra”, continuó.

“En realidad, es agua de Puran Dhoro, un canal de inundación, lo que inundó estas aldeas”, corrigió el ministro de irrigación de Sindh, Jam Khan Shoro. Las brechas continuaron creciendo, y el 28 de agosto, muchas aldeas en cuatro consejos sindicales (subdivisiones de los distritos) de Badin, “con una población estimada de 50 000 habitantes”, se inundaron.

Barqueros traen los muy deseados lechos de cuerdas tejidas a tierra firme desde las aldeas sumergidas. Foto: Altaf Hussain Jamali / IPS

Estos pobladores locales han estado exigiendo que el gobierno drene el agua y la descargue en el distrito contiguo de Tharparkar, pero esta es una solución imposible, según el ministro.

“Tendríamos que desplazar y destruir los hogares y las tierras de otras 50 000 personas”, dijo Shoro. “Eso no está justificado”, agregó.

“En la década de los años 20 del siglo pasado, antes de que las presas detuvieran el agua del Indo, Puran era un drenaje natural de aguas pluviales que extraía el exceso de agua del Indo durante los monzones, cuando el río se hinchaba y descargaba en Shakoor Dhand (un canal en forma de depresión, un humedal desértico estacional, que se vuelve pantanoso solo durante un monzón fuerte) en el distrito de Tharparkar con parte en la vecina India”, explicó Shoro.

Después de que se realizaron los bombardeos, el agua del Indo disminuyó. Luego, cuando aumentaron las industrias y la agricultura, el agua dulce de Puran se mezcló con el efluente.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

“India se opuso a la descarga contaminada de Puran en Shakoor Dhand, por lo que a principios de los años 80, con la ayuda del Banco Mundial, Pakistán comenzó la construcción del desagüe de la orilla izquierda (o LBOD, en inglés, que toma agua de Nawabshah, Sanghar, Mirpur Khas y Umerkot) que está conectado a Puran», recordó Shoro.

Eso permite drenar el exceso de agua al mar Arábigo, explicó.

Pero esa infraestructura no pudo atender «el diluvio proveniente de la parte norte de Sindh, y estuvimos continuamente en alerta para que no se desarrollaran brechas”, dijo Shoro.

Ahora la presión del agua se ha reducido ya considerablemente.

Finalmente, en la noche del 22 de septiembre, casi un mes después, el gobierno tapó las brechas hechas en Puran, y el agua ahora va tranquila, regresando al LBOD. Eso se demoró porque el canal estaba completamente inundado, la corriente era muy fuerte y solo se podía acceder usando un bote, explicó el ministro.

Esto permitirá que el agua retroceda de las aldeas sumergidas de Badin y vaya al Mar Arábigo, continuó. “Pero tomará alrededor de un mes, hasta fin de mes”, señaló Shoro.

Tariq Bashir, de la afectada aldea Mohammad Din, no lo cree. Su comunidad ha estado rodeada por hasta metro y medio de agua desde hace un mes.

“No me parece que el agua retroceda pronto. E incluso si desaparece y podemos sembrar para la próxima temporada, la productividad será muy baja ya que el suelo está empapado de agua ácida”, dijo.

La aldea de Jerrar Bheel, una de las aproximadamente 15 aldeas, con entre 70 y 100 hogares, en las afueras de Pangrio, está completamente sumergida. Representa las imágenes de Sindh que este corresponsal de IPS había estado viendo en la pantalla de la televisión durante mucho tiempo desde Karachi, la capital provincial.

Inam Baksh Mallah ha estado rescatando a los lugareños durante las últimas tres semanas en su pequeño bote de madera, llevándolos a un lugar seguro en el terraplén. “No he llegado a la mayoría de las personas abandonadas”, dijo. La administración del distrito le asignó la tarea de evacuar a los aldeanos. “Empiezo a las 7 a.m. y continúo hasta la medianoche”, expresó.

Además de rescatar a las personas, también trae las pertenencias que ellas quieren recuperar de sus hogares sumergidos.

Las típicas camas con su base de cuerda tejida parecían ser las más codiciadas. “Es peligroso dormir en el piso del terraplén con agua en ambos lados”, explicó Jama Malook, madre de ocho hijos, quien teme que las serpientes del agua estancada puedan deslizarse en la noche y morder a su familia. Pudo recuperar cuatro de estas camas de su casa.

Ghulam Mustafa, un peón, saludó a lo que ahora se ha convertido en un lago y dijo: “Esto tiene entre dos y tres metros de profundidad y, hasta hace tres semanas, se podían ver cultivos en pie de algodón y jantar (un tipo de pasto que se usa como forraje); estos estaban listos para ser cosechados”.

Las aldeas sumergidas, solo visibles sus techos, parecían estar jadeando por el último aliento antes de sumergirse por completo.

Malook, una mujer, pudo evacuar justo a tiempo del pueblo al terraplén caminando en aguas que le llegaban hasta el pecho. Pero perdió 25 ovejas. “Ayudé a nuestra vecina anciana, Rehmat”, mientras su esposo llevaba a su madre paralítica de 90 años, Baghi Khabar, a tierra firme.

Acostada dentro de una tienda de campaña sin aire, Khabar ha dejado de comer durante los últimos dos días y no reconoce a sus seres queridos, dijo Malook. Ella y su cuñada se turnan para limpiarla cada pocas horas porque tiene incontinencia.

“No es fácil cuidarla aquí, al aire libre”, dijo Malook. “Nos toma alrededor de 20 minutos ir a buscar agua porque no tenemos recipientes lo suficientemente grandes para almacenar agua. Así que hacemos varias rondas en un día y se vuelve agotador con este calor”, informó, y agregó que en casa el grifo estaba justo afuera de su casa de barro.

Si hay algo de lo que Shoro está seguro después de ver el sufrimiento de personas como Malook y otros aldeanos es que “no debemos interferir con la naturaleza”. Se refirió al LBOD hecho por el hombre que cambió el curso natural del agua para viajar de Puran Dhoro a Shakoor Dhand.

T: MLM / ED: EG

 

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