LIMA – Las condiciones de informalidad predominan en alrededor de 70 por ciento de los empleos generados en los últimos meses en 13 países de América Latina y el Caribe, señaló un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) divulgado este miércoles 8.
Las ocupaciones informales “son las que lideran la recuperación parcial del empleo. No se están generando ni la cantidad ni la calidad de los empleos que requiere esta región para hacer frente a las secuelas de una crisis sin precedentes”, dijo el director regional de la OIT, Vinícius Pinheiro.
“Se trata de empleos que generalmente son inestables, con bajos salarios, sin protección social ni derechos”, agregó Pinheiro durante una rueda de prensa para presentar el estudio en esta capital.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estima que la economía regional crecerá 5,9 por ciento este año, en parte como un “rebote” tras la recesión de 2020, mientras persisten problemas estructurales como baja inversión y productividad, informalidad, desocupación, desigualdad y pobreza.
Para Pinheiro “la estrecha vinculación entre informalidad laboral, bajos ingresos y desigualdad se ha hecho aún más evidente en este contexto”, cuando la región sigue asaeteada por la pandemia covid-19.
“No se están generando ni la cantidad ni la calidad de los empleos que requiere esta región para hacer frente a las secuelas de una crisis sin precedentes”: Vinícius Pinheiro.
El estudio de la OIT en 13 países de la región, entre ellos los que tienen las mayores economías, mostró que en el primer trimestre de 2021 eran informales 76 por ciento de los trabajadores independientes, y algo más de un tercio de los asalariados.
“Si bien es prematuro afirmar que se está observando un proceso de informalización de las ocupaciones previamente formales, teniendo en cuenta experiencias de crisis previas, este es un riesgo latente importante”, apuntó el estudio.
Al contrario de lo ocurrido con otras crisis, con la pandemia las ocupaciones informales no aumentaron ni ofrecieron refugio a quienes perdían empleos formales.
Por el contrario, las medidas necesarias para enfrentar la crisis sanitaria llevaron a la destrucción de ocupaciones informales y la pérdida de ingresos de las personas que trabajaban en estas condiciones, quienes se encontraron sin redes de protección social y sin acceso a programas de reducción de horas, o de teletrabajo.
Con el nuevo escenario es posible que en muchos países la tasa de informalidad sea similar, o incluso superior, a la observada antes de la pandemia, cuando afectaba a alrededor de 51 por ciento de los ocupados.
Junto con la informalidad, la región experimenta una recuperación insuficiente de los puestos de trabajo, pues la reducción de la ocupación entre el primer y segundo trimestre de 2020, en el peor momento de la crisis por la covid, llegó a algo más de 43 millones de empleos.
“La posterior recuperación desde ese momento hasta el primer trimestre de 2021 fue de alrededor de 29 millones. Por lo tanto, el aumento de la ocupación no logró compensar completamente la pérdida anterior”, según el documento, y 30 por ciento de los empleos perdidos aún no se han recuperado.
La reducción en la tasa de participación (las personas que laboran o buscan empleo), de -2,6 puntos para ubicarse en 59 por ciento, ha sido una peculiaridad de esta crisis, durante la cual millones de personas prefirieron salir de la fuerza laboral ante la perspectiva de buscar empleos que no estaban disponibles.
Y una tasa de desocupación de 11 por ciento en el primer trimestre de este año indicaría que 32 millones de personas buscaban empleo sin conseguirlo.
Las mujeres, los jóvenes y las personas de menores calificaciones han sido desproporcionadamente afectados por la contracción del empleo y los ingresos, y sufren más los impactos de desigualdad y aumento de la pobreza en esta crisis.
La autora del análisis, la especialista en economía laboral de OIT, Roxana Maurizio, dijo que “en el caso de las mujeres, se produjo un retroceso en la participación laboral después de décadas durante las cuales se había registrado un aumento en su incorporación a la fuerza de trabajo”
“Hace más de 15 años que no se registraba una tasa tan baja de participación económica de las mujeres”, destacó la especialista.
Frente a un panorama laboral caracterizado por una reactivación económica con insuficiente impacto en el empleo, “la región requiere adoptar una agenda de políticas integrales, consensuadas y de gran alcance, centrada en las personas, que apuntale la creación de más puestos de trabajo formales”, concluyó Maurizio.
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