Indígenas kariña desarrollan empresa forestal en Venezuela

Indígenas Kariña crean viveros con plantas destinadas a reforestar zonas degradadas por la minería y la tala en la reserva forestal de la Sierra de Imataca en Venezuela.
Niños de la comunidad kariña junto al río Botánamo participan en el cuido de las plántulas que sus mayores emplearán para reforestar áreas degradadas por la minería en el sureste venezolano. Foto: Jesús Contreras/FAO

Una comunidad de indígenas kariña, liderada por mujeres, comenzó este año el desarrollo de una empresa forestal orientada al sostenimiento de la reserva de Imataca, en el extremo oriente venezolano, reseñó un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

“Crecimos en los bosques y sabemos que allí están las respuestas. En las ciudades se han olvidado del valor de los árboles y de que nuestra subsistencia no está en el petróleo, ni en el oro, sino en el agua y en los bosques”, ha dicho Cecilia Rivas, la capitana (líder) de la comunidad.

La empresa se llama Tukupu, como un pequeño pez que “antes era muy abundante en el río Botánamo, y digo ´antes era´ porque nos estamos quedando casi sin agua, todo se está secando debido a la minería y otras actividades irresponsables que están destruyendo nuestro bosque”, señaló Rivas.

Tukupu recibió del Estado venezolano una concesión de 7000 hectáreas de tierra para desarrollar viveros con plantas destinadas a reforestar zonas degradadas por la minería y la tala en la reserva forestal de la Sierra de Imataca,

Esa reserva, creada en 1961, de 38 219 kilómetros cuadrados (más grande que Bélgica o Taiwán), inmediatamente al sur del delta del Orinoco, albergaba 2800 especies de plantas, 450 de aves, 153 de mamíferos, 90 de reptiles, 242 de peces y 62 especies de anfibios.

Posee cuantiosas reservas de oro, cobre, caolín, dolomita y otros minerales, por lo que desde 2016 el gobierno la incluyó como área oriental del Arco Minero del Orinoco, una “zona estratégica para la minería”, con intensa explotación de oro y diamantes y bajo permanente crítica de movimientos ambientalistas.

El 15 de julio la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, denunció que grupos criminales controlan la minería en áreas del sureste de Venezuela, provocando al menos 149 muertes desde 2016, en un contexto de violencia, explotación laboral, prostitución y devastación ambiental.

La minería y la tala irracional se han efectuado sin consentimiento de los grupos indígenas en ese territorio, como los kariña, una etnia de lengua caribe con comunidades autónomas en ambas orillas del Orinoco (y también en Guyana y Suriname), muy integradas al resto de la sociedad.

Rivas contó que luego de que en 2013 ella y otras mujeres asumieron la conducción de su comunidad junto al río Botánamo (afluente del Cuyuní y éste del Esequibo), comenzaron a idear y organizar una respuesta a la penetración de los mineros y empresas que buscaban minerales y maderas preciosas.

La respuesta fue Tukupu, con cientos de viveros para cultivar las plantas destinadas a la reforestación, y también tareas de mejora de suelos y de ríos, para ayudar a restablecer la población del pequeño pez rayado del que tomaron el nombre.

Tukupu incluye desarrollar rubros, como la yuca y el casabe (pan de yuca), para la subsistencia y para el mercado de Tumeremo, población a 600 kilómetros al sureste de Caracas, organización de algunos rebaños, cría de abejas sin aguijón para producir miel y luego organizar una explotación sustentable de maderas.

El proyecto recibió el respaldo de la FAO y del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, que lo inscribieron en sus programas de equidad de género y de capacitación y restauración para revitalizar zonas degradadas por la minería.

“Nunca he visto a mis hermanas indígenas tan motivadas, tan animadas por su trabajo. A pesar de todos los problemas que atraviesa nuestro país, estas mujeres han tomado la iniciativa para mejorar su propia comunidad”, destacó Rivas.

Con la pandemia covid-19 “sabemos que estamos en un momento muy difícil, pero los kariña decimos que ya hemos visto pasar muchas enfermedades a lo largo de nuestras vidas, y las enfrentamos de una manera: sembrando”, concluyó Rivas.

A-E/HM

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