Industria argentina se mira al espejo

La participación de la industria en el producto interno bruto de Argentina pasó de 16,7 a 18,1 por ciento entre 2002 y 2010. Ministerio de Industrias

La industria argentina muestra un sostenido aumento de la producción, las exportaciones y el empleo desde 2003, más allá de altibajos de los últimos años. Pero para que esa tendencia se transforme en un cambio estructural debe lograr procesos intensivos en conocimiento y desarrollo tecnológico, según analistas del sector.

En el libro “La industria argentina frente a los nuevos desafíos y oportunidades del siglo XXI”, publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), se afirma que las actividades industriales intensivas en conocimiento “han adquirido en los últimos años un creciente dinamismo” en este país.

La introducción a la compilación realizada por los especialistas Giovanni Stumpo y Diego Rivas, a cargo de la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, señala que a partir de 2003 “Argentina transitó un sendero de crecimiento, progreso técnico, creación de empleo y reducción de la pobreza sin precedentes en más de medio siglo”.

No obstante, señala, es necesario “acelerar el proceso de cambio estructural”. Para alcanzar ese objetivo, diversos expertos analizan a fondo las potencialidades y puntos críticos de 11 sectores industriales de los 13 incluidos por el Ministerio de Industria en su Plan Estratégico Industrial 2020, lanzado en 2011 por el gobierno centroizquierdista de Cristina Fernández.

Esos sectores fueron la producción de automotores, de medicamentos, cueros y calzados, bienes de capital, insumos para la construcción, lácteos, maquinaria agrícola, programas de computación, textiles y confecciones, avicultura y carne de cerdo.

[pullquote]3[/pullquote]La participación de la industria en el producto interno bruto de Argentina pasó de 16,7 por ciento en 2002 a 18,1 por ciento en 2010, mientras que este último año las exportaciones de manufacturas se ubicaron en torno a 35 por ciento de las ventas externas totales.

En el periodo estudiado, la economía creció a un promedio anual de 7,5 por ciento, con máximos de 10 y 11 por ciento en algunos lapsos, en tanto que el desempleo bajó de 19,7 por ciento a 7,8 por ciento de la población económicamente activa y la cantidad de trabajadores no registrados de 48 a 33 por ciento del total.

“A diferencia de otros países latinoamericanos, Argentina no reprimarizó sus exportaciones”, subraya la investigación de la Cepal respecto de la política implementada desde mayo de 2003 por el hoy extinto Néstor Kirchner, esposo y correligionario de Fernández.

No obstante, los especialistas son cautos y sostienen que el peso del sector intensivo en recursos naturales es fuerte aún y, por tanto, hay grandes retos pendientes.

En diálogo con IPS, el economista Gabriel Yoel, investigador del Instituto de Industria de la estatal Universidad Nacional de General Sarmiento, dijo que “el cambio estructural es todavía un desafío” en la industria argentina. “Hay que disminuir el déficit comercial sustituyendo importaciones”, remarcó.

Coautor del capítulo sobre industria automotriz, Yoel tomó ese sector como ejemplo al señalar que “hubo un crecimiento como nunca antes, desde su instalación en los años 70”. Hasta la década de 1990, los automóviles producidos en el país no superaban los 200.000 o 300.000 al año y no se vendían al exterior, indicó.

Sin embargo, la producción creció y comenzó un ciclo expansivo de las exportaciones desde comienzos de los 90 con la integración de Brasil tras la creación del Mercosur (Mercado Común del Sur), que también conforman Paraguay, Uruguay y, desde el año pasado, Venezuela.

Actualmente, se fabrica un promedio de 800.000 vehículos por año, 60 por ciento de los cuales se exportan, explicó Yoel. A pesar de ese auge, el especialista advirtió que “siguen faltando autopartes” que, en la mayor parte de los casos, deben importarse.

“La producción de las terminales automotrices aumentó mucho, pero los proveedores son insuficientes en el sector de partes”, subrayó. Si bien en los últimos años hubo un aumento de la capacidad de los fabricantes de esta área, todavía no alcanza para acompañar el crecimiento de la producción de vehículos, añadió.

Más allá de sectores particulares, Yoel destacó que hay que remontarse hasta los años 60 para comparar el actual crecimiento de las manufacturas, la productividad y el empleo industriales. Hay progresos en la capacidad de organización, mejoramiento de la calidad, vinculación con la academia y con las instituciones públicas en general, aseguró.

Argentina se beneficia del actual aumento de precios de bienes intensivos en recursos naturales, pero “ninguna economía se puede desarrollar sin industria”, dijo. Por ello coincide con quienes advierten que, si el país no invierte en esa área fundamental, “sobrarán 10 millones de personas”, un cuarto de su población actual.

Respecto de las posibilidades de competir en el mercado global con productos industriales, Yoel se mostró optimista, siempre y cuando esos bienes sean intensivos en conocimiento, y puso como ejemplo la fábrica de indumentaria de Martín Churba, que exporta a Japón vestidos con diseños exclusivos.

El economista Fernando Porta, de la estatal Universidad Nacional de Quilmes, cree que efectivamente hay “un proceso de reactivación de la industria, un crecimiento generalizado de las distintas ramas y una dinámica interesante de exportaciones, mercado interno fuerte y nuevos empleos”.

[related_articles]Pero Porta es más cauto en cuanto a la evolución de esta tendencia. “Es un proceso de recuperación que no me parece que esté en el marco de un cambio estructural profundo”, dijo a IPS el economista responsable del capítulo sobre industria farmacéutica en el libro de la Cepal.

Porta consideró que aún existe una brecha tecnológica importante respecto de las industrias en países desarrollados, e incluso de algunos emergentes, y que hay una gran heterogeneidad, con “islas de productividad sin relación con el resto, que muestra una actividad más baja”.

“Hay que ir a un desarrollo más generalizado, hacia una mayor homogeneización”, recomendó. Para ello, más que metas de producción y comercio como las que contiene el Plan Estratégico, hace falta “una estrategia de desarrollo” que aborde los problemas de cada sector en particular.

A eso apuntó el libro de la Cepal. Por ejemplo, en el software, donde Argentina hizo enormes progresos, la falta de recursos humanos es una limitación. Alrededor de 50 por ciento de la demanda está insatisfecha. El Estado fomenta este desarrollo con la oferta de becas, pero el crecimiento es lento.

En materia farmacéutica, Porta sostuvo que Argentina tiene una industria nacional fuerte y tradicional, pero centrada en la producción de medicamentos y no en investigación y desarrollo de los fármacos que están en la base de esa producción.

“La investigación y el desarrollo de los principios activos y su combinación para que tengan efectos terapéuticos sigue estando concentrada afuera del país”, lamentó.

Eso significa que, si bien Argentina produce y exporta cada vez más medicamentos, sigue dependiendo de la importación de esas drogas e, incluso, tiene un déficit comercial importante, un desafío similar al de la industria automotriz.

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