Beethoven fue también venezolano

Jóvenes alemanes y venezolanos tocan al unísono en el Beethovenhalle de Bonn. Crédito: Nohely Oliveros/Fundamusical Bolívar
Jóvenes alemanes y venezolanos tocan al unísono en el Beethovenhalle de Bonn. Crédito: Nohely Oliveros/Fundamusical Bolívar

Con apenas tres horas de ensayo, 330 jóvenes alemanes y venezolanos se fundieron en una sola y fugaz orquesta para interpretar en esta ciudad la Quinta Sinfonía de Ludwig van Beethoven, apenas a unos pasos de la casa donde nació el genio en 1770.

Los emocionados integrantes de la Orquesta Juvenil de Caracas y de la Escuela de Música de Bonn interpretaron el tercero y cuarto movimientos de la famosa sinfonía que Beethoven (1770-1827) completó en 1808, en un breve concierto-taller bajo la batuta de Andrés Rivas, un venezolano de 23 años.

Fue, junto con un concierto formal de la orquesta caraqueña dirigida por otro joven, Dietrich Paredes, uno de los últimos espectáculos del prolongado festival, inaugurado el 7 de septiembre y que finalizará este domingo 7, con el que Bonn, la otrora capital de la hoy desaparecida Alemania Occidental, rinde homenaje al más famoso de sus hijos.

La edición de este año del festival involucró a unos 2.000 artistas en un total de 174 presentaciones, en disciplinas como teatro, danza, vídeo y hasta rap, además de música clásica, y recibió a 70.000 visitantes, que se suman al público de Bonn y cuadruplican con sus gastos la inversión que hace la ciudad, según explicó a periodistas la directora del festival, Ilona Schmiel.

El presupuesto del festival es de 5,1 millones de euros (6,6 millones de dólares), de los cuales 1,6 millones son fondos públicos y el resto autofinanciamiento, precisó Schmiel. Un boleto de ingreso al espectáculo vale en promedio 47 euros (61 dólares), pero la entrada al taller de la orquesta que reunió a venezolanos y alemanes apenas costó nueve euros (12 dólares).
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"Fue la mayor orquesta reunida en esta edición", comentó Schmiel, antes de anunciar, junto al creador del sistema venezolano de orquestas juveniles, José Antonio Abreu, que en 2014 el Festival Beethoven se efectuará simultáneamente en Bonn y Caracas.

La carta de presentación de Venezuela es un exitoso sistema conformado por 288 orquestas y 400 coros, integrados por casi 400.000 jóvenes guiados por 15.000 profesores, pero en el que se destacan 30 agrupaciones musicales con características profesionales, rasgo ya prácticamente adquirido por la que se presentó en Bonn junto a sus pares alemanes.

Antes de esta ciudad, la orquesta visitó Ravello (Italia), Praga, San Petersburgo, Gante (Bélgica), y Viena. En esta última urbe actuaron como broche dorado por el centenario del Konzerthaus (Casa de conciertos) de esa meca sinfónica.

"Esta gira ha sido un gran paso en el apalancamiento del sistema (de orquestas de Venezuela) en el mundo sinfónico. Han saludado y aplaudido sus presentaciones teatros que está entre los mejores del mundo y públicos muy exigentes", destacó Eduardo Méndez, director ejecutivo de la fundación que desarrolla el sistema.

El taller-concierto con jóvenes y niños alemanes apenas es una muestra del tejido de intercambios, recordó Méndez a IPS. "Se desarrollan con agrupaciones y escuelas musicales de países europeos como los nórdicos, Escocia, Alemania, Austria e Italia, y hasta en Japón y Corea hay núcleos para ello", indicó.

Abreu, por su parte, subrayó a IPS que la cooperación ya está en marcha con países de América Central, México, Perú, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay y Uruguay.

La experiencia venezolana "prácticamente es que en cada pueblo, así como hay una estación de policía, de bomberos, o una Plaza Bolívar, haya también un núcleo del sistema de orquestas infantiles y juveniles", sostuvo Méndez.

"Hemos aprendido de Abreu y del sistema venezolano que todo niño, niña o joven puede aprender a tocar un instrumento. Una característica venezolana es que los encuadra en orquestas, dándole sentido de conjunto al desarrollo de cada uno", observó Schmiel.

Dos claves de la experiencia venezolana, según la directora del festival en Bonn, son la integración de los noveles músicos en orquestas, pues "ese trabajo en grandes grupos desarrolla a la vez la disciplina y el espíritu de equipo", así como "la prioridad de lo social, que todos puedan".

"La conformación de este proyecto no es eminentemente artística, sino de un altísimo contenido social. La mayoría de los muchachos que acuden al sistema son de origen muy humilde, que han vivido en condiciones de exclusión, pero son precisamente incluidos a través del arte y la actividad orquestal", coincidió Méndez.

El sistema "también se ocupa del uso del tiempo libre de los adolescentes, con resultados a corto plazo en el aprendizaje de un instrumento y valores implícitos en la actividad orquestal como la disciplina, el trabajo en equipo y la autoestima", agregó.

"Son muchachos que se ven dignificados y recompensados al ser aplaudidos, en su pueblo o en un escenario nacional o internacional. Esa enorme cantidad de niños, niñas y jóvenes conforman la cantera que produce orquestas como éstas, saludadas en cualquiera de estos clásicos escenarios", abundó Méndez.

Junto al éxito de crítica está el de público. En Gante debió cambiarse el escenario que tenía 1.150 localidades por otro con capacidad para 2.200. En San Petersburgo actuaron en el teatro Mariinsky, en Praga en el festival Dvorak, y en Bonn fue la ocasión de retribuir, mediante una interpretación conjunta con alumnos de las escuelas de música.

¿Qué diría Beethoven? Pudiera estar encantado. "Beethoven estuvo por delante de la época en que vivió. Sus creaciones fueron innovadoras, él mismo fue una persona innovadora. Es nuestro mejor embajador para tender puentes con otros países, como Venezuela, y muy especialmente cuando avanza el siglo XXI", opinó Schmiel.

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