La resolución final de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, Río+20, negó la conquista femenina de decidir libremente sobre la maternidad, por el triunfo de una agenda «conservadora».
Con el aval de ONU Mujeres, Estados Unidos y Brasil, la Conferencia culminó el día 22 con la exclusión en el documento final de alusiones a los derechos sexuales y reproductivos, acusaron las organizaciones feministas, presentes o no en la cumbre de tres días que acogió la ciudad de Río de Janeiro.
Lydia Alpízar, directora en México de la Asociación para los Derechos de la Mujer y el Desarrollo (AWID, en inglés), alertó que la declaración de Río+20 sí habló de las mujeres, pero sin hacer una mención clara sobre sus derechos.
Alpízar, quien estuvo presente en la cumbre, explicó que El Vaticano, Egipto y Siria encabezaron un bloque de países que promovieron que en la resolución final quedarán términos como «planificación familiar» y no derechos sexuales.
Esto implica, precisó la activista, que a nivel global persiste una «visión conservadora», en la que se cree que el único papel de las mujeres es la reproducción, y que por tanto ejercer su sexualidad no se considera un derecho.
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El documento conclusivo de Río+20 generó una alta polémica entre mujeres de organizaciones civiles de todo el mundo, que participaron en la Cumbre de los Pueblos, el foro paralelo de la conferencia oficial. De hecho, la sociedad civil se declaró frustrada por el «completo fracaso» de la cumbre.
En el caso de las mujeres, las masivas críticas obligaron a la directora de ONU Mujeres, la chilena Michelle Bachelet; la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, y la anfitriona de la cumbre y presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, a pronunciarse al respecto.
Bachellet reconoció que se podría haber mejorado la redacción de la agenda, pero que «la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en todos los marcos institucionales forman parte del resultado final del documento».
Clinton aseguró que en la declaración se incluyó «lo esencial», y ante un grupo de inconformes apuntó que «las mujeres tienen que tener el poder de tomar decisiones sobre cuándo y dónde desean tener hijos».
Al ser acusada de «traicionar» al movimiento feminista, Rousseff atajó que «en Brasil estamos invirtiendo para superar dificultades y precariedades en el acceso a los servicios públicos de salud, con pleno ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos». Peor que en la Cumbre de la Tierra
A la andanada de El Vaticano, Egipto y Siria contra iniciativas de incluir los derechos de las mujeres, se sumaron los gobiernos de Chile, Costa Rica, Honduras, Nicaragua, República Dominicana y Rusia, denunciaron los grupos de mujeres.
Como resultado, la declaración final de Río+20 contrastó negativamente con lo alcanzado a favor de los derechos de la población femenina hace 20 años, durante la llamada Cumbre de la Tierra, que organizó la ONU también en Río y en este mes, 20 años atrás.
En 1992 el movimiento de mujeres logró que en el documento final, conocido como Agenda 21, se incluyera un capítulo exclusivo para las mujeres. Este año no ocurrió así.
En la Agenda 21 se aseguró que los compromisos se alcanzarían por medio de políticas, guías nacionales y planes que garantizaran la equidad en todos los aspectos de la sociedad, incluyendo la participación activa de las mujeres en la toma de decisiones y el manejo ambiental.
EL capítulo especifico sobre las mujeres, el 24, se tituló «Medidas mundiales a favor de la mujer para lograr un desarrollo sostenible y equitativo».
Allí se pidió a los gobiernos eliminar obstáculos constitucionales, jurídicos, administrativos, culturales, sociales, económicos y de comportamiento, que impiden la plena participación de las mujeres en el desarrollo sostenible y en la vida pública.
En cambio, en la declaración final de Río+20 no solo no hubo capítulo sobre las mujeres, sino que solo hay referencias a ellas en 50 ocasiones, sin hablar nunca de sus derechos específicos, criticaron organizaciones ciudadanas.
En el párrafo 45 del documento se recalca que las mujeres pueden contribuir al logro del desarrollo sostenible, y se reconoce la función de su liderazgo. Los gobiernos firmantes afirman que promoverán la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de la mujer.
En el párrafo 145 se pone de relieve la necesidad de proporcionar acceso universal a la salud reproductiva, incluida la planificación familiar y la salud sexual, y de integrar la salud reproductiva en las estrategias y los programas nacionales.
Sin embargo, acusaron las feministas de la sociedad civil, no se habló del concepto «derechos sexuales y reproductivos» ni del derecho de las mujeres a ejercer libremente su maternidad y espaciamiento de las y los hijos.
La académica de la pública Universidad Nacional Autónoma de México, Gloria Carega, calificó como «alarmante» lo sucedido en Río de Janeiro.
Se teme, explicó, que el desconocimiento en la declaración final de los derechos de las mujeres como factor de desarrollo influyan en la próxima gran conferencia mundial y también en ella se dé un paso atrás en cuanto a las demandas femeninas recogidas en la declaración final.
En 2014 la ONU realizará la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, ya conocida como El Cairo+20, porque en la capital egipcia se evaluará ese año la marcha de las políticas dos décadas después de la anterior cumbre sobre el tema.
La conferencia de 1994 en El Cairo concluyó con un plan de acción que representó un gran cambio en el debate internacional sobre la vinculación entre población y desarrollo, porque se establecieron normas de actuación y se fue más allá del control demográfico.
La conferencia de El Cairo sentó las bases para que las políticas de población se aborden desde una perspectiva social, que tenga en cuenta la condición de la mujer y sus derechos en materia de salud reproductiva.
* Una versión de este artículo fue publicada originalmente por la agencia mexicana de noticias de Comunicación e Información de la Mujer AC, Cimac.