AMÉRICA LATINA: Camino a una nueva economía

El mundo, en particular América Latina, dispone de 15 años para crear una economía diferente a la actual, basada en la ciencia y la tecnología, según el peruano Francisco Sagasti, ex director de programa del centro de investigación no gubernamental FORO Nacional Internacional.

Sagasti, quien fue presidente del Consejo Directivo del Programa de Ciencia y Tecnología del Consejo de Ministros de Perú, se manifestó optimista por la gran demanda de alimentos, materias primas, petróleo y otras fuentes de energía que, a su entender, se mantendrá a gran nivel unos 15 años más, plazo que permitirá a los países latinoamericanos invertir y construir una economía diferente basada en el conocimiento.

Refiriéndose a lo ocurrido en la década de 80, Sagasti citó al desaparecido físico argentino Jorge Sábato, al que calificó de " ilustre pionero de la política científica y tecnológica en la región", cuando dijo que "toma 15 años crear una institución de investigación a nivel mundial, pero sólo dos años destruirla".

Por eso sostuvo que "en muchos casos la región ha invertido en ciencia y tecnología, creado instituciones, entrenado a científicos e ingenieros, diseñado e implementado políticas con considerable esfuerzo, sólo para luego verlas desaparecer casi sin dejar rastro".

"Desde hace cuatro siglos y pese a ciertas limitaciones que se han vuelto evidentes al iniciarse el siglo XXI, la ciencia moderna demostró ser la manera más eficiente de generar el conocimiento necesario para mejorar nuestra capacidad de comprender y obtener provecho del mundo que nos rodea", afirmó el investigador peruano en su libro "Ciencia, Tecnología, Innovación. Políticas para América Latina".

En esta obra, lanzada esta semana en la sede madrileña de la Secretaría General Iberoamericana, el analista condensa su experiencia de más de 40 años en el campo de la ciencia y la tecnología

"Necesitamos personas flexibles, ingeniosas y resistentes, que pueden tolerar grandes sorpresas y ambigüedades emocionalmente, mientras continúan trabajando intelectualmente en asuntos complejos", escribió citando a su maestro el británico Eric Trist, en el final del libro, cuya presentación fue presidida por el secretario general iberoamericano Enrique Iglesias y los académicos españoles José Antonio Alonso y Gonzalo Garland.

Iglesias subrayó que en el libro se demuestra que desde los tiempos de la colonización española y hasta ahora en América Latina "no se han hecho los deberes" en estas materias. Pero, acotó, la obra aporta también una perspectiva de futuro y muestra las oportunidades que se abren en la coyuntura favorable que en la actualidad disfruta la región.

Por ello considera que "es un texto indispensable para entender y evaluar la situación de la ciencia y tecnología en América Latina".

En su obra, Sagasti se pregunta ¿por qué América Latina, tierra fértil para la creatividad en políticas de ciencia, tecnología e innovación, tiene limitados logros en este campo?

Si bien hubo avances, "es posible apreciar una cierta desconexión entre las ideas y la práctica", responde a continuación.

Una situación que mantuvo a la región como "proveedora de materias primas fáciles de extraer y procesar, sin poder aumentar el contenido tecnológico de sus exportaciones", además de las convulsiones políticas que impidieron continuar los esfuerzos y una indiferencia de las autoridades políticas civiles y militares.

Añade que otro factor negativo se registró en la "década perdida del 80" en la que se sumaron los gobiernos dictatoriales, la crisis de la deuda, la inflación, los desequilibrios macroeconómicos y cambiarios, los déficit fiscales y comerciales y la reducción drástica de la financiación para el desarrollo.

Todo ello hizo que los gobiernos y los empresarios desplazaran su interés hacia cuestiones que "poco tenían que ver con la creación y consolidación de capacidades propias en ciencia, tecnología e innovación, tarea en la que el sector público juega un papel fundamental".

Eso está cambiando ahora, manifestó Iglesias, aunque se mejora de manera modesta, con la gran diferencia de que en los países latinoamericanos las dos terceras partes de la financiación en ciencia y tecnología las aporta el Estado y en el Norte industrializado es al revés.

En esa mejora, Iglesias mencionó la interacción entre América Latina y Europa y los aportes relevantes de Brasil y España. Que "no es mucho, pero algo es algo y lo que hay que hacer es que los países inviertan más y no esperen de fuera", apuntó.

Por su parte, Alonso sostuvo que en América Latina hay espacio para nuevas formas de desarrollo a partir de un cambio organizacional y que la innovación debe ser específica y no general, ya que "solo la pueden hacer los países que tienen sectores productivos" ligados a la misma.

Según este economista, el esfuerzo científico y tecnológico debe tener una visión estratégica, ser selectivo, pues la tecnología no requiere una inversión fija sino continuada, histórica e integrada en estrategias para el desarrollo.

Gartland, a su vez, recordó que la interrupción tecnológica que Estados Unidos impuso a Brasil en la segunda mitad del siglo XX impidió el desarrollo electrónico del gigante sudamericano, lo cual lo llevó a abrir fronteras para lograr aportaciones e impulsarlo, para finalmente poderlo hacer.

Añadió que esa experiencia demostró que el modelo de sustitución de importaciones no debe ser un fin en sí mismo, porque aumentan los aranceles, debilitando por ello el desarrollo.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe