MUJERES-CHILE: «Logramos vincular el machismo con el femicidio»

Más de 500 chilenas han sido asesinadas por sus maridos, convivientes, ex parejas o desconocidos desde 2001. Sólo este año se han registrado 52 femicidios, advirtió la economista Gloria Maira este miércoles, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Del total de este año de femicidios o feminicidios, como se les llama a los asesinatos de mujeres por razones de género, 15 por ciento habían estampado denuncias ante los tribunales, 7,5 por ciento contaban con medidas cautelares y 15 por ciento fueron violadas antes de ser muertas.

En uno de los casos, el asesino inclusive había cumplido condena por un femicidio anterior, dijo esta activista de la Red Chilena contra la Violencia Doméstica y Sexual, quien en entrevista con IPS hizo un balance de la respuesta estatal en esta materia y de la campaña que desde 2007 llevan a cabo más de 200 organizaciones de mujeres de este país.

Maira, de 51 años, es economista con una maestría en Ciencias Sociales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Ecuador. En la actualidad integra la coordinación nacional de la Red, que este año finalizará con una marcha en 14 ciudades del país su campaña de sensibilización titulada "Cuidado: El machismo mata".

IPS: Desde su experiencia en la Red, ¿cómo percibe la situación de las chilenas en materia de violencia doméstica y sexual hoy?

GLORIA MAIRA: La situación actual tiene algunos puntos a favor, como el hecho de que las mujeres están cada vez más conscientes de que la violencia ejercida por sus parejas es un problema de derechos humanos y de discriminación.
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Yo creo que las deficiencias vienen por el lado de la respuesta pública. Aún cuando se han hecho esfuerzos estos últimos años por tratar de ampliar la cobertura, seguimos teniendo graves dificultades para atender la violencia contra las mujeres como tal.

En el caso de la violencia doméstica, el sistema de protección que montó la presidenta (Michelle Bachelet) sigue brindando una atención parcelada, fragmentada, donde la "intersectorialidad" se ha traducido en derivación. En ese programa se incluyen las casas de acogida para mujeres y las otras instituciones del Estado, como el Ministerio Público y los servicios de salud.

Las mujeres no han logrado salir de este "compra huevos", de ir de un lugar a otro, sin finalmente lograr una protección integral.

IPS: ¿Ha cambiado algo durante la administración de Bachelet, la primera mujer presidenta de Chile, que finaliza su periodo de cuatro años el 11 de marzo de 2010?

GM: A diferencia de los gobiernos anteriores, la presidenta ha hablado de la violencia contra las mujeres. En todos sus informes al país cada 21 de mayo, ella ha hecho referencia explícita a las mujeres y a la violencia intrafamiliar y yo creo que eso marca una diferencia con sus antecesores.

Pero la respuesta se ha limitado a las mujeres en tanto víctimas de esa violencia y no se fortalecen las posibilidades de transformación que tienen ellas en torno a sus propias vidas y al protagonismo para erradicar el problema como un problema social y cultural.

A pesar de la buena voluntad que ha tenido la presidenta por darle relevancia al problema, el hecho de que no se aborde como una violencia específica hacia las mujeres, desde lo conceptual hacia delante, hace que la respuesta siga siendo insuficiente, precaria y fragmentada.

Un ejemplo concreto: las mujeres que viven violencia sexual por parte de sus parejas no acceden a los planes de atención a víctimas de estos delitos en los servicios de salud.

Las mujeres que son violadas por sus maridos no reciben pastillas de anticoncepción de emergencia, que sí recibe una mujer que ha sido violada por un desconocido y llega a la sala de urgencia del hospital.

IPS: A su juicio, ¿cuáles son los principales nudos críticos de la cadena institucional preparada para proteger a las mujeres víctimas de violencia en Chile?

GM: Uno, que es brutal, es el acceso a la justicia de las mujeres. A pesar de que se ha hablado mucho a través de los medios de comunicación que se van a levantar los obstáculos concretos que tienen las mujeres, como la precalificación del delito de maltrato habitual por parte de los tribunales de familia (desde donde son derivados a la justicia penal), los obstáculos siguen existiendo.

El 50 por ciento de los casos de maltrato habitual derivados desde los tribunales de familia se cierran, porque los fiscales (del Ministerio Público) dicen que no hay suficientes antecedentes para la constitución del delito.

El segundo nudo crítico son las medidas cautelares para los agresores. Del total de 52 mujeres asesinadas este año, cuatro tenían medidas cautelares.

Una de ellas presentó varias denuncias y consiguió medidas cautelares, pero el sujeto la seguía acosando. Un día, él ingresó a su casa y como ella no estaba la esperó por tres horas. Como los vecinos sabían que él no se podía acercar, llamaron a la policía. La comisaría estaba a una cuadra y media, pero nunca llegaron.

Cuando la mujer llegó de comprar en la feria, entró a su casa con las bolsas. Al ver al sujeto, corrió, trató de abrir la puerta, pero se le trabaron las llaves por el nerviosismo y él la acuchilló. Los vecinos recogieron a la víctima, detuvieron al sujeto y llamaron a la ambulancia, que tampoco llegó. Pararon a un auto, que la llevó al hospital, pero finalmente murió.

IPS: ¿Qué balance hace la Red de los tres años de la campaña "Cuidado: El machismo mata"?

GM: Yo creo que ha sido una campaña muy exitosa, porque logramos vincular en el imaginario público y, sobre todo en el de las mujeres, el machismo con el femicidio, el machismo con la violencia contra las mujeres.

Yo creo que culturalmente hemos dado un paso en términos de ubicar la violencia contra las mujeres como un problema de dominación, de control, de poder sobre el cuerpo y la vida de las mujeres.

IPS: ¿Qué opina de la campaña contra la violencia del gubernamental Servicio Nacional de la Mujer (Sernam), que finaliza este miércoles?

GM: ¡Es muy corta! Creo que es la primera campaña, en todos estos años, que realmente apunta al problema: por primera vez no es una mujer víctima la que aparece hablando sino que cualquier mujer que dice "No", que tiene la palabra. Qué bueno, por fin entendió el Sernam. Pero es una campaña que dura dos semanas, 10 días, muy poco.

Si el Estado realmente se compromete con la erradicación de la violencia contra las mujeres, la transformación cultural necesaria para promover una sociedad que rechace la violencia contra las mujeres debería ser un trabajo sostenido en el tiempo y no sólo algo que se da en torno al 25 de noviembre.

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