INFANCIA: Cuando los secuestradores son los padres

Parece el guión de una película violenta. Un australiano de origen libanés se esfumó de Canadá rumbo a Beirut con sus dos hijas. Su ex esposa canadiense las rastreó con ayuda de cinco mercenarios y se las llevó a un escondite.

La determinación de Melissa Hawach por recuperar a sus hijas, Hanna, de seis años, australiana, y Cedar, de tres, nacida en Canadá, refleja la seguridad en sí mismas que exhiben las madres cuyos hijos son víctimas de este tipo cada vez más frecuente de secuestros transfronterizos.

En los últimos seis años, 500 niñas y niños australianos, muchos de ellos con padres de diferentes nacionalidades, estuvieron involucrados en disputas por su custodia.

Durante mucho tiempo, en este país existió la idea, en especial en las comunidades de inmigrantes, de que los tribunales de familia australianos favorecían a las madres en estos casos.

En consecuencia, muchos padres optaban por secuestrar a sus hijos para llevarlos a sus países de origen, donde tratarían de ampararse en una legislación más favorable a sus intereses.

Pero esos padres desconocen la reforma de las leyes australianas al respecto aprobada el año pasado.

"Las nuevas leyes de familia asignan al padre, en caso de divorcio, tanta responsabilidad y derechos en la crianza de sus hijos como a la madre, excepto cuando hay antecedentes de abuso infantil o violencia doméstica", dijo a IPS la coordinadora nacional del Servicio Internacional para casos de Secuestro Parental, Sandra De Silva.

"Las cifras de secuestro parental cambiaron. A mediados de la década del 70, la mayoría de los secuestradores eran los padres. Hoy hay más madres, y uno de los factores clave es la violencia doméstica", explicó.

Pero "los secuestros casi siempre dependen de factores individuales y familiares, y no sociales", por lo que "aun si hay cambios drásticos en la cantidad, resulta difícil sacar una conclusión acelerada", añadió De Silva.

Joseph Hawach se trasladó con sus hijas a Australia con el consentimiento de Melissa. Pero luego las llevó a Líbano consigo y ella no logró recuperar su custodia en un tribunal.

Luego, la mujer viajó al país árabe con cinco mercenarios, ex soldados de los servicios especiales de distintas nacionalidades, y le arrebató las niñas al padre. Melissa y sus dos hijas aún están escondidas en Líbano.

Pero dos de los mercenarios, un australiano y un neozelandés, fueron retirados de un avión en el aeropuerto de Beirut mientras trataban de escapar. Ahora corren peligro de ser condenados a 15 años de prisión por secuestro y actividad mercenaria.

El diario The Age, de la septentrional ciudad australiana de Melbourne, informó la semana pasada que el abogado libanés de Melissa, Antoine el-Kosah, negociaba en su nombre un acuerdo de custodia compartida.

El-Kosah, quien se negó a revelar el paradero de la madre y las niñas, consideró "ilógica" la oferta de los abogados del padre: retirar todos los cargos contra la madre y los dos mercenarios a cambio de la custodia total de las hijas.

Melissa había obtenido la custodia de sus hijas por un dictamen de un tribunal canadiense, mientras que Joseph la obtuvo de una Iglesia Maronita.

Ahora, el padre es requerido por la Policía Internacional (Interpol) por sacar en forma ilegal a las niñas de Australia. Sobre la madre pesa una acusación similar, pero en Líbano.

Un juez libanés decidirá en los próximos días si Melissa afrontará cargos por secuestro. Mientras, la cancillería canadiense informó que la asiste en su defensa, al tiempo que también se negó a revelar su escondite.

La fiscalía de la septentrional ciudad australiana de Canberra reveló que entre dos y tres menores son traídos o sacados de este país cada semana de forma ilegal.

Por su parte, el gobierno australiano negociar un acuerdo bilateral con Líbano, país que no ha firmado la Convención de La Haya sobre Aspectos Civiles del Secuestro Internacional Infantil, para que los niños sean devueltos al padre que tiene su custodia cuando ellos son llevados ilegítimamente a uno de las dos naciones.

Pero la negociación podría demorar un año. Australia tiene un acuerdo de ese tipo con Egipto.

Otro caso de gran repercusión pública es el del japonés George Obiso, quien no ve a sus hijos pequeños desde que su ex esposa se los llevó a Japón, hace dos años, para asistir al casamiento de su hermano en Yokohama.

La mujer nunca regresó a Australia. Como Japón tampoco forma parte de la Convención de La Haya, corre el riesgo no volver a verlos nunca.

La Convención de La Haya está vigente en 70 países desde el 1 de diciembre de 1983. Su objetivo es asegurar el pronto y seguro retorno de los menores sustraídos ilegítimamente de un país miembro a otro.

También establece mecanismos para garantizar que los derechos de custodia y visita dictados por uno de ellos sean respetados en el otro.

Muchas naciones de Asia y Medio Oriente aún no forman parte de la Convención, basada en el principio de que los casos de disputa en la materia deben resolverse llevando al niño o niña al país en el que suele vivir. Los tribunales de ese Estado deberán dirimir la puja.

Pero muchos países de esas regiones tienen enfoques culturales distintos al predominante en Australia sobre el modo de lidiar con disputas familiares. (E

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