DERECHOS HUMANOS-BALCANES: La conexión argentina

La justicia argentina estudia la extradición de Milan Lukic, uno de los 15 criminales de guerra serbios reclamados por el Tribunal Penal Internacional que juzga en La Haya los delitos cometidos en la guerra de secesión de la antigua Yugoslavia en los años 90.

El juez federal Jorge Urso confirmó este martes la identidad del detenido en la víspera en Buenos Aires.

En tanto, esta corte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) saludó el arresto y recordó los graves crímenes que se atribuyen al serbio, líder de una banda de paramilitares que se hacía llamar ”Vengadores”.

”Escuchamos la noticia y apreciamos mucho el trabajo de la policía argentina”, dijo la portavoz de la fiscalía, Florence Hartmann, a la prensa serbia.

Lukic fue acusado de cometer al menos 140 asesinatos de civiles entre 1992 y 1994 en el municipio de Visegrad, en Bosnia-Herzegovina. La unidad que comandaba colaboraba con militares y policías locales para sembrar el terror entre la población musulmana de origen bosnio.

Su detención refuerza las sospechas de autoridades civiles y policiales de Argentina acerca de la existencia de una presunta red de apoyo logístico y financiero a criminales de guerra serbios que huyen a América del Sur, de características similares a la que existió a mediados del siglo XX para albergar a ex jerarcas nazis de Alemania.

Es que el arresto Lukic no es el primero que se concreta este año en Argentina. En mayo había sido detenido el ex policía serbio Nebjosa Minic, acusado de asesinar a 41 albaneses en 1999 en la provincia serbia de Kosovo, hoy administrada por la ONU.

Minic, actualmente internado en un hospital de la occidental provincia argentina de Mendoza, vivía desde 2003 con un pasaporte falso en ese distrito, donde administraba dos locales de venta de pizzas.

Conocido por el apodo de ”Muerte”, dirigía una brigada paramilitar denominada ”Relámpago” con la que aterrorizó a los albaneses que constituyen la mayoría de la población de Kosovo, a quienes solía prometer que ”ninguno quedará vivo”.

Minic ingresó en Argentina en septiembre de 2003 desde Chile y se estableció en Mendoza, con pasaportes falsos a nombre de Goran Petrovic y Vlada Radivojevic.

Argentina es uno de los pocos países en que los ciudadanos de Serbia pueden ingresar sin visa, lo cual la convierte en un destino tentador para los acusados de crímenes de guerra.

”Con la fortuna que amasaron, confiaban en que vivirían seguros en ese país, que está a medio mundo de distancia y tiene un modo de vida similar al nuestro”, dijo un funcionario serbio.

Argentina dio refugio a miembros de la dictadura croata Ustashi, títere del régimen nazi en Alemania, durante la segunda guerra mundial (1939-1945).

Un funcionario de la secretaría de Seguridad Interior de Mendoza, que prefirió el anonimato, reveló a IPS que el gobierno provincial trabajaba en la búsqueda de cómplices que habrían financiado el traslado y los emprendimientos de Minic y de otros serbios que huían de la justicia, probablemente desde Chile.

Lukic también portaba pasaporte falso. Mario Costa, propietario de la inmobiliaria en la que alquiló el apartamento ocupado por el detenido, declaró que la vivienda había sido reservada por un sudafricano que pagó por adelantado, pero éste desapareció y el lugar fue ocupado por Lukic.

Sus vecinos declaran que el detenido apenas hablaba español, y en cambio se hacía entender en portugués porque venía de pasar una temporada en Brasil.

El lunes último, en un operativo conjunto de efectivos de Interpol (Policía Internacional) y agentes de inteligencia y uniformados locales, Lukic fue detenido cuando llegaba en auto hasta la puerta del edificio de su apartamento junto a una mujer y a una niña que serían su esposa y su hija, recién llegadas de Brasil.

Tras la detención, Lukic fue trasladado a una comisaría de policía donde le tomaron huellas dactilares que permitieron confirmar su verdadera identidad. Este martes, el juez le tomó declaración y ahora estudia el pedido de extradición del tribunal de La Haya o a Serbia, donde fue juzgado y condenado en ausencia.

”El arresto fue el resultado de operaciones intensivas de nuestros servicios internacionales de seguridad y de otros países ”, dijo en Belgrado el principal funcionario serbio en la relación con el tribunal en La Haya, Rasim Ljajic.

”La búsqueda de Lukic duró nueve meses y espero que sea extradito directamente al tribunal”, agregó. Su paradero se desconocía desde fines de los años 90.

Organizaciones defensoras de los derechos humanos como Human Rights Watch y Amnistía Internacional son favorables a la extradición a La Haya de los criminales serbios, porque desconfían de la voluntad de Belgrado para hacer cumplir las condenas a los implicados en estos graves crímenes.

La justicia serbia condenó a Lukic este año en ausencia a 20 años de prisión junto a otros miembros de la escuadra paramilitar que comandaba. El tribunal los acusó de torturas, saqueos, destrucción de propiedad, secuestros y asesinatos contra civiles bosnios que viajaban en un ómnibus y en un tren.

Asimismo, el Tribunal Penal Internacional, creado en 1993 para juzgar los crímenes de la antigua Yugoslavia, lo acusó de trato cruel e inhumano, hostigamiento, humillaciones, abuso psicológico, destrucción de propiedad, asesinatos, persecución y exterminio ”contra un número significativo de civiles musulmanes bosnios”.

La acusación de esa corte, que también recayó contra su primo Sredoje Lukic y contra Mitar Vasiljevic, ya condenado, precisa casos individuales de asesinatos, pero se concentra en dos masacres emblemáticas de 1992 en Visegrad, en las que murieron al menos 140 personas.

En junio de ese año, Lukic y sus secuaces forzaron a 69 mujeres, niños y ancianos a encerrarse en una vivienda a la que prendieron fuego. La acusación detalla que los agresores disparaban además contra las víctimas desesperadas que intentaban trepar por las ventanas para huir de las llamas.

Una masacre de similares características ejecutaron pocos días después en la misma ciudad donde murieron otras 70 personas, según estima el tribunal. ”Estos hechos formaron parte de un amplio y sistemático ataque contra la población musulmana bosnia y otros civiles no serbios en Visegrad”, detalló el tribunal.

En octubre de 1992, el grupo de Lukic secuestró a 17 musulmanes en la localidad bosnia de Sjeverin. Antes de asesinarlos y arrojar sus cuerpos en el río Drina, que marca la frontera entre Bosnia-Herzegovina y Serbia, los torturaron brutalmente durante días.

Vasiljevic fue condenado por el tribunal y actualmente purga su sentencia. En cambio los primos Lukic se mantenían prófugos de la justicia. Milan Lukic fue detenido en Buenos Aires y ahora queda pendiente la captura de Sredoje.

(*) Con aportes de Vesna Peric Zimonjic, desde Belgrado

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe