La política y el acceso limitado dificultan ayuda humanitaria a víctimas del terremoto

Foto: OMS

NACIONES UNIDAS – Mientras el balance de víctimas de los terremotos del día 6 en Turquía y Siria supera la escalofriante cifra de 28 000 muertos y más de 78 000 heridos -y contando-, Naciones Unidas se encuentra en una situación de emergencia luchando por proporcionar ayuda humanitaria, junto con varias organizaciones humanitarias internacionales.

Las ciudades devastadas en ambos países por un terremoto descrito como uno de los 10 más mortíferos de la historia con una magnitud de 7,8 necesitan urgentemente alimentos, agua, medicinas, ropa y cobijo, incluso cuando las réplicas han provocado el derrumbe de más edificios con una nueva búsqueda de más supervivientes en un escenario condenado.

Pero el flujo de ayuda se está viendo obstaculizado por varios factores, como la política de poder, las sanciones y los pasos fronterizos limitados en una guerra civil que dura ya 12 años en una Siria asolada por el conflicto.

El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, dijo en rueda de prensa que “este es el momento de la unidad, no de politizar ni de dividir, pero es obvio que necesitamos un apoyo masivo, por lo que, por supuesto, me alegraría mucho que el Consejo de Seguridad llegara a un consenso para permitir el uso de más pasos fronterizos, ya que también necesitamos aumentar nuestra capacidad para llevar a cabo operaciones cruzadas hacia Idlib desde Damasco”.

A lo largo de los años, China y Rusia, dos de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad con derecho a veto, han apoyado al presidente sirio Bashar al Assad, mientras que los otros tres miembros permanentes, Estados Unidos, Francia y Reino Unido, han criticado el régimen autoritario de Al Assad, acusado de crímenes de guerra y uso de armas químicas.

Pero no es probable que la crisis humanitaria en Siria cambie la política de poder en un Consejo de Seguridad dividido.

Louis Charbonneau, director de Naciones Unidas en la organización Human Rights Watch, dijo a IPS: “Esperamos que el Consejo de Seguridad de la ONU actúe con rapidez y que Rusia no bloquee la ampliación de la ayuda transfronteriza, como ha pedido el secretario general”.

Pero la aprobación del Consejo de Seguridad, señaló, no es un requisito legal previo para llevar a cabo operaciones de ayuda transfronteriza en Siria. Lo es la cooperación de las autoridades de facto a ambos lados de cualquier frontera, de acuerdo con las obligaciones del derecho humanitario.

“Si el Consejo de Seguridad está en punto muerto, y la ONU determina que es factible y seguro, la ONU debe seguir adelante para hacer frente a la crisis y ayudar a las víctimas”, declaró.

Los Cascos Blancos, una organización de la sociedad civil que ha estado operando en las zonas controladas por la oposición en Siria, criticó la lentitud del movimiento de la ayuda.

“Si los equipos internacionales de rescate hubieran llegado a Siria en las primeras horas, o incluso el segundo día, habría habido una gran esperanza de que estas personas que estaban bajo las ruinas hubieran podido salir con vida», declaró Mohamed al Shibli, de los Cascos Blancos.

En su rueda de prensa, Guterres declaró que “el primer convoy de las Naciones Unidas cruzó al norte de Siria por el paso fronterizo de Bab al Hawa, e incluía seis camiones que transportaban refugio y otros suministros de socorro que se necesitan desesperadamente.  Hay más ayuda en camino, pero se necesita mucho, mucho más”.

Pero The New York Times publicó el 10 de febrero un artículo contundente bajo el titular: “La ayuda de la ONU llega a Siria, pero los residentes dicen que es demasiado poca y demasiado tarde”.

Aun así, la ONU y sus agencias han respondido con todos los medios a su alcance, incluida la ayuda de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), entre otros, y un grupo de trabajo dirigido por el coordinador de Ayuda de Emergencia, Martin Griffiths.

Tras su llegada a la capital siria el 12 de febrero, el enviado especial de las Naciones Unidas para Siria, Geir O. Pedersen, declaró a la prensa que el terremoto era “una de las mayores catástrofes humanitarias o naturales que hemos visto recientemente”.

Al tiempo que expresaba sus condolencias, dijo: “Y creo que, ya saben, cuando vemos las imágenes, las desgarradoras imágenes, realmente sentimos el sufrimiento. Pero también vemos mucho heroísmo, individuos, civiles, trabajadores humanitarios que intentan salvar vidas, y es este esfuerzo el que debemos apoyar”.

Aseguró que la familia humanitaria de la ONU hará todo lo posible para llegar a todos los que necesiten ayuda. Estamos tratando de movilizar todo el apoyo posible. “Estamos llegando a los países, estamos movilizando fondos, y estamos intentando decir a todo el mundo que deje la política a un lado porque es el momento de unirse en un esfuerzo común para apoyar al pueblo sirio», dijo.

Pese a ello, Pendersen dijo: “Necesitamos todo el acceso que podamos tener, a través de las líneas y las fronteras, y necesitamos más recursos. Así que estoy en estrecho contacto con la familia humanitaria de la ONU, estamos trabajando juntos para intentar movilizar este apoyo y ese es, por supuesto, mi mensaje clave durante esta visita a Siria».

La cuestión del acceso también fue planteada por la represntante de Estados Unidos ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, quien declaró la semana pasada que había hablado con los presidentes de InterAction y del Comité Internacional de Rescate, quienes subrayaron la terrible situación sobre el terreno, ya que los trabajadores humanitarios y los equipos de primera intervención intentan salvar vidas al tiempo que se enfrentan a tragedias personales.

También habló con representantes de organizaciones internacionales como Save the Children, Care y los Cascos Blancos, que describieron la urgente necesidad de refugio, agua potable y ayuda en efectivo, así como de un mayor acceso a Siria para que las oenegés locales puedan prestar ayuda vital.

La embajadora Thomas-Greenfield expresó el apoyo de Estados Unidos a la creación de nuevos puntos de acceso transfronterizos desde Trkiye al noroeste de Siria para facilitar la entrega de ayuda específica para el terremoto. Elogió los esfuerzos de búsqueda y rescate de los Cascos Blancos, que han salvado a miles de personas de edificios derrumbados en el norte de Siria.

Hasta ahora, la ONU ha liberado unos 50 millones de dólares de su fondo de emergencia. Pero está haciendo un llamamiento urgente para conseguir más fondos de la comunidad internacional.

A la pregunta de cuánto se necesita, el portavoz de la ONU, Stephane Dujarric, dijo el 9 de febrero:  “Estamos intentando averiguar cuánto. Seguimos evaluando las necesidades y animo al público a que haga donaciones a través del sitio web de la OCHA (Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios) y de la Fundación de las Naciones Unidas. Hay formas de que la gente, el público, contribuya al llamamiento”.

Mientras tanto, la crisis de Turquía también se ha visto empañada por la política nacional.

La lenta o tardía respuesta se ha achacado al gobierno turco dirigido por el presidente Recep Tayyip Erdoğan, en el poder hace 20 años, primero como primer ministro en 2003 y como jefe de Estado desde 2014, que se presenta a la reelección el 14 de mayo.

Kemal Kilicdaroglu, líder del partido de la oposición y posible candidato presidencial, dijo: “Es el partido en el poder el que lleva 20 años sin preparar al país para un terremoto”.

T: MF / ED: EG

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