El drama migratorio aumenta mientras Cuba y EEUU siguen sin dialogar

Algunas personas reciben asistencia de un funcionario de la Embajada de Colombia en La Habana, para realizar trámites migratorios para la obtención de visas hacia Estados Unidos. Tras suspender los servicios consulares en La Habana, Estados Unidos designó su sede diplomática de Bogotá para procesar las visas de los cubanos, hasta que finalmente lo movió a Guyana. Foto: Jorge Luis Baños/IPS

LA HABANA – Para la cubana Dayana Sánchez la reapertura de los servicios consulares estadounidenses en La Habana significaría la posibilidad de agilizar los trámites para, con sus tres hijos, reunirse con el padre de los menores, residente en Estados Unidos.

“Desde diciembre de 2018 iniciamos los trámites para la reunificación familiar. Aunque el caso ya está aprobado, la entrevista sigue demorándose”, explicó Sánchez por teléfono a IPS desde la ciudad de Holguín, a 685 kilómetros al este de La Habana.

Opina que “en menos de seis meses pudiéramos tener nuestras entrevistas, pero desgraciadamente hay que esperar por la disponibilidad de citas en la embajada en Guyana, sin contar los gastos de viaje y las demoras y peligros adicionales por la covid-19”.

Datos del gobierno estadounidense muestran que están pendientes100 000 casos de inmigración y reunificación familiar de cubanos, desde el cierre del consulado de Washington en La Habana.

Los misteriosos y no esclarecidos incidentes de salud reportados públicamente por primera vez en agosto de 2017, fueron el argumento del entonces presidente Donald Trump (ene 2017 – ene 2021) para justificar la retirada de la mayor parte del personal diplomático en Cuba.

La administración republicana dispuso para los cubanos la reducción del tiempo de validez de las visas para Estados Unidos y la obligatoriedad de viajar a Guyana para obtenerlas en su embajada en Georgetown, un proceso que dilata y encarece las gestiones, además de no ofrecer seguridad de recibir el aval.

“Retomar los acuerdos migratorios inmediatamente, ajustando su implementación a los desafíos de la pandemia, sería la postura óptima y racional desde la perspectiva de política exterior de Estados Unidos”: Arturo López-Levy.

Mediante los acuerdos migratorios de 1995, Washington se comprometió a otorgar un mínimo de 20 000 visas anuales para facilitar una emigración legal, segura y ordenada desde este país insular caribeño al que solo le separa de Estados Unidos el estrecho de La Florida.

Autoridades cubanas reclaman que, en los últimos años, el vecino del norte dejó  de otorgar entre 60 000 y 80 000 visas con base en esas negociaciones.

Tras las protestas del 11 de julio en la isla, el presidente Joe Biden anunció que estudia la posibilidad de incrementar su personal diplomático en Cuba.

“Retomar los acuerdos migratorios inmediatamente, ajustando su implementación a los desafíos de la pandemia, sería la postura óptima y racional desde la perspectiva de política exterior de Estados Unidos”, analizó en diálogo con IPS el politólogo Arturo López-Levy.

“Lamentablemente, todo parece indicar que el equipo de Biden ha montado una visión ideológica de cortas miras que… parece preferir la inacción, en espera de que las sanciones que heredaron de Trump hagan de la pandemia un problema intratable para las autoridades cubanas”, argumentó el profesor asistente de Política y Relaciones Internacionales en la universidad Holy Names, en el estadounidense estado de California.

Las banderas de Cuba y Estados Unidos durante la ronda de negociaciones entre los dos gobiernos para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas en el Palacio de Convenciones de La Habana, en enero de 2015. Los acuerdos migratorios de 1995, comprometieron a Washington a otorgar un mínimo de 20 000 visas anuales para facilitar una emigración legal, segura y ordenada desde la isla, pero las autoridades cubanas critican su incumplimiento en los últimos años. Foto: Jorge Luis Baños/IPS

El fantasma de un nuevo éxodo

Sociólogos consultados por IPS refieren que un porcentaje de la población cubana, en su mayoría jóvenes, tienen como aspiración abandonar el país temporal o definitivamente en busca de mejores oportunidades en otras latitudes.

Pese a ser este un fenómeno global, indican que estaría matizado por otros factores específicos como el pausado ritmo de implementación de las reformas que, desde 2011, proyectan modernizar el país y sacarlo de la crisis que arrastra desde inicios de los años 90.

A ello se suma el embargo de Washington desde 1962 cuyo entramado de sanciones, reforzadas durante el gobierno de Trump, impacta negativamente en el crecimiento económico cubano.

Estadísticas de la Guardia Costera estadounidense muestran un aumento del número de cubanos que se lanzan al mar en embarcaciones, muchas veces rústicas, para intentar alcanzar la nación vecina, separada por 90 millas náuticas (167 kilómetros) del estrecho de la Florida.

En el año fiscal 2021 -del 1 de octubre de 2020 al 30 de septiembre próximo-, los guardacostas estadounidenses interceptaron a casi 600 cubanos, frente a los 313 en 2019 y 49 durante el pasado año.

Días antes de abandonar la Casa Blanca, en enero de 2017, el presidente Barack Obama (2009-2017) derogó la política de “pies secos/pies mojados” que garantizaba a los cubanos la residencia con tan solo tocar suelo estadounidense.

Tras las manifestaciones del 11 de julio funcionarios y políticos estadounidenses alertaron sobre la posibilidad de un éxodo desde Cuba.

El secretario estadounidense de Seguridad Interna, Alejandro Mayorkas, enfatizó el 12 de julio que “cualquier migrante interceptado en el mar, sin diferenciar su nacionalidad, no se le permitirá entrar a Estados Unidos”, mientras el senador Marco Rubio advirtió que un flujo migratorio masivo “será visto y tratado como una acción hostil contra Estados Unidos”.

En escenarios de hipercrisis como las de 1980 y 1994, en pocas semanas salieron desde este país en embarcaciones hacia Estados Unidos un estimado de 125 000 y 35 000 cubanos, respectivamente, algo que en opinión de investigadores resultó una válvula de escape para elementos descontentos con el sistema político socialista vigente.

El gobierno cubano de Miguel Díaz-Canel asegura que mantiene su compromiso con los acuerdos migratorios dirigidos a prevenir la migración irregular, impedir las salidas ilegales que ponen en riesgo las vidas humanas y luchar contra actos de violencia y delitos asociados a la trata de personas y el tráfico de migrantes.

Para el politólogo Esteban Morales, el posible aumento de personal diplomático estadounidense en La Habana respondería a que “Biden considera que serviría para presionar más sobre Cuba, ponerse más cerca de la situación interna cubana y aprovecharla mejor”.

Morales explicó a IPS que los pasos del presidente en materia migratoria hacia la isla parecen estar guiados por “la idea de aprovechar una coyuntura difícil, en la que piensa que Cuba se está hundiendo”, por lo cual resulta necesario observar “cómo hará lo que ha prometido, en un escenario donde lo único que está haciendo es ganar tiempo”.

Iluminados solo por sus dispositivos móviles, jóvenes cubanos navegan por internet en una céntrica calle del barrio de Centro Habana. El 75 por ciento de los cubanos que residen temporalmente en el exterior y 88 por ciento de quienes lo hacen de manera permanente, se encuentran entre 15 y 49 años. Foto: Jorge Luis Baños/IPS

Ruta terrestre

Informaciones periodísticas dan cuenta del aumento de migrantes cubanos –entre otras nacionalidades-, en tránsito hacia la frontera sur de Estados Unidos a través de la peligrosa selva del Darién, en la frontera de Colombia con Panamá.

Según los testimonios, muchos son víctimas de redes de narcotráfico y tráfico humano, violencia sexual, trabajo infantil, explotación laboral y otras vulneraciones, o perecen por las duras condiciones ambientales.

Las informaciones refieren asimismo que muchos se encontraban en Sudamérica desde hace meses o años, pero la pérdida de empleos debido a la pandemia los impulsó a emprender la ruta terrestre hacia el norte en busca de mejores oportunidades.


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La Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados informó que de enero a junio solicitaron protección del gobierno mexicano más de 5000 cubanos, la tercera nacionalidad con más peticiones de refugio, por detrás de Honduras y Haití.

Por su parte, la Patrulla Fronteriza estadounidense contabiliza a tres meses de concluir el año fiscal 2021, más de 22 000 cubanos que intentaron ingresar sin documentos por la frontera con México.

Las cifras representaron un aumento importante respecto a los alrededor de 13 000 detenidos el año anterior.

El gobierno de La Habana considera la Ley de Ajuste Cubano, que data de 1966, un estímulo para la emigración ilegal, pues permite a los cubanos ser elegibles para obtener la residencia permanente tras un año y un día en territorio estadounidense.

A partir de 2013, la actualización de la política migratoria cubana eliminó el Permiso de Salida -documento de viaje imprescindible hasta ese momento- y la extensión de 11 a 24 meses para la estancia temporal en el exterior, entre otras medidas.

Estadísticas oficiales refieren que hasta la fecha, 1,2 millones de residentes efectuaron unos 5,5 millones de viajes, la mayoría de ellos a Estados Unidos, donde se asienta la mayor comunidad de cubanos fuera de la isla, estimada en 1,3 millones de personas.

Datos de la Organización Internacional para las Migraciones en 2019 mostraron que la diáspora cubana ascendía a 1 558 312 de personas en 120 países.

La cifra equivale a 13,6 por ciento de los 11,2 millones de habitantes residentes en este archipiélago caribeño.

Asimismo, la Encuesta Nacional de Migraciones publicada en enero de 2019, mostró que 75 por ciento de los cubanos que residen temporalmente en el exterior y 88 por ciento de quienes lo hacen de manera permanente, se encuentran entre 15 y 49 años de edad.

ED: EG

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