LA HABANA – Acosada por huracanes, inundaciones, sequías que agotan sus principales fuentes de agua, entre otros desastres naturales, la epidemia de covid aumenta las dificultades socio-económicas de Cuba, desafíos similares a los del resto del Caribe insular.
Desde su compleja situación, esta nación caribeña brindó su mejor recurso en materia sanitaria con las pequeñas islas de la región y más de una docena de ellas contaron, o aún cuentan, con la cooperación de brigadas médicas cubanas ante la emergencia creada por la pandemia.
Con diferencias y semejanzas, la subregión comparte la suerte de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID), especialmente vulnerables al impacto del cambio climático, pero responsables solo del 0,2 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), causantes del calentamiento global.
Esta agrupación sostendrá el 30 y el 31 de agosto un Foro de Soluciones, promovido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y con el patrocinio de Fiyi, a fin de intercambiar experiencias sobre cómo avanzar en medio de la crisis climática y sanitaria hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en apenas nueva años más.
El encuentro, que será telemático, parte de la premisa de que los 38 PEID que son miembros de las Naciones Unidas y los otros 20 territorios asociados, más allá de sus diferencias de tamaño y desarrollo, tienen desafíos comunes por su insularidad y también iniciativas exitosas de gestión sostenible que pueden replicarse en los demás miembros esparcidos por todas las regiones del Sur en desarrollo.
“Los PEID se caracterizan por tener necesidades de desarrollo únicas y una vulnerabilidad extrema. La frecuente exposición a los peligros y desastres naturales intensificados por el cambio climático”, impactan de manera negativa a Cuba, así como al resto de los países, dijo a IPS el represente de la FAO en Cuba, Marcelo Resende.
En su opinión, este país caribeño “tiene mucha experticia y conocimientos en la integración de la sostenibilidad ambiental, la gestión de riesgo de desastres y la adaptación al cambio climático, por lo que ese intercambio y transferencia de conocimientos será positivo”.
«Para Cuba y el resto del Caribe insular los mayores retos en relación con la implementación de la Agenda 2030, respondan al imprescindible establecimiento de medidas de adaptación al cambio climático”: Marcelo Resende.
Justamente en el Foro de los PEID se pretende promover e intercambiar soluciones de innovación y digitalización para la agricultura sostenible, la alimentación, la nutrición, el ambiente y la salud.
Cuba, asentada en la mayor isla en tamaño del Caribe, enfrenta el incremento e intensidad de los eventos hidrometeorológicos extremos, que no solo son los ciclones tropicales, sino también la sequía, las grandes inundaciones, el aumento de la temperatura y la elevación del nivel del mar, que científicos sitúan actualmente en 29,3 centímetros hacia 2050 y en 95 para 2100.
De los 262 asentamientos costeros del país, se estima que 121 están en riesgo por la crisis climática. De ellos, 54 se ubican en la costa sur y 67 en la costa norte, impactada casi totalmente en septiembre de 2017 por el catastrófico huracán Irma, que alcanzó vientos de 295 kilómetros/hora y resultó una de las tormentas más intensas de las últimas décadas.
Irma devastó varias islas caribeñas y solo en Cuba causó pérdidas estimadas oficialmente en 13,185 millones de dólares.
Un sistema de prevención que involucra desde el gobierno hasta las comunidades urbanas y rurales sitúa a este país entre los mejor preparados de la región caribeña para enfrentar y mitigar riesgos en caso de desastres, aunque los daños económicos suelen ser cuantiosos.
A medidas legales para evitar acciones humanas que aceleren la erosión natural de áreas aledañas al mar y la reubicación de asentamientos vulnerables se añadió este año el Proyecto “Aumento de la resilencia climática de los hogares y comunidades rurales a través de la rehabilitación de paisajes productivos en localidades seleccionadas de la república de Cuba” (Ires).
Se sumó también, el “Proyecto para la resiliencia costera al cambio climático en Cuba a través de la adaptación basada en ecosistema – Mi Costa”. Ambas iniciativas son respaldadas por el Fondo Verde para el Clima, un instrumento de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC).
Se prevé que además de incrementar la resilencia de las comunidades rurales y proteger las comunidades costeras, ambos proyectos generarán información que facilitará extender el uso de prácticas de adaptación basada en ecosistemas a nivel nacional y el modelo pueda ser utilizado en otras naciones insulares de similares condiciones.
“Los impactos que ya hoy se hacen sentir asociados a la variabilidad climática y la vulnerabilidad del país implican una carga económica de grandes dimensiones, que se hacen más críticos, dadas las limitaciones y las dificultades para acceder a financiamiento internacionales”, sentenció Rosende.
El representante de FAO recordó que de acuerdo con la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, los PEID caribeños no lograrán el desarrollo sostenible comprometido en la Agenda 2030, si no encuentran una manera efectiva de adaptarse al cambio climático.
“Eso hace que para Cuba y el resto del Caribe insular los mayores retos en relación con la implementación de la Agenda 2030, respondan al imprescindible establecimiento de medidas de adaptación al cambio climático”, comentó Resende.
La seguridad alimentaria, otra prioridad
Asimismo, son desafíos importantes mejorar la sostenibilidad, la resiliencia y el enfoque basado en la nutrición de los sistemas alimentarios, fortalecer los entornos favorables para la seguridad alimentaria, así como empoderar a las personas y comunidades para estas estrategias.
Recordó a este respecto Resende que “Cuba se encuentra impactada por una degradación progresiva de sus recursos naturales para la producción alimentaria (suelo, agua y biodiversidad), y enfrenta dificultades en el contexto actual para la producción, transformación y conservación de alimentos”, lo que repercute en una inestabilidad en la disponibilidad física de productos en los mercados.
Para esta isla, mayoritariamente importadora de los alimentos que consume, estos impactos son un desafío, “por lo que las autoridades impulsan una agenda de transformaciones y perfeccionamiento en materia de abastecimiento y sistemas alimentarios incluyentes, soberanos y sostenibles, en cumplimiento de la Agenda 2030 y como una prioridad que encarara el país en el futuro inmediato y más allá”, insistió.
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Al respecto, el gobierno cubano aprobó en julio de 2020 un Plan Nacional de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional que identifica como pilares fundamentales la diminución de la dependencia de las importaciones de alimentos e insumos, diversas acciones intersectoriales para consolidar los sistemas alimentarios locales, y la movilización los sistemas educacionales, de la cultura y de la comunicación, para fortalecer la educación alimentaria y nutricional.
Según los objetivos del Programa de Acción Mundial sobre Seguridad Alimentaria y Nutrición en los PEID, los sistemas alimentarios deben respaldar la producción local y familiar, al mismo tiempo de aportar una cantidad suficiente de alimentos de calidad para su población, a un costo razonable y que sean variados y nutritivos
Esta transformación puede ayudar a frenar la dependencia de las importaciones de los PEID, así como a promocionar una alimentación sana y revertir los índices de obesidad.
La remora de la covid
El rebrote desde fines del pasado año de la epidemia de covid 19 trajo mayores tensiones a la debilitada economía cubana, que debió dedicar mayores recursos a su sistema hospitalario, sobrepasado por la mayor cantidad de contagios. Sin embargo, ya dispone de tres vacunas anticovid de fabricación propia: Abdala, Soberana 02 y Soberana Plus.
Autoridades en la isla han reafirmado que la industria biotecnológica nacional está en condiciones de producir antes de que concluya 2021, al menos 100 millones de dosis de los inmunógenos, con las cuales se pretende inmunizar a toda la población cubana antes de concluir el año y estar en condiciones de ofertarlas a otras naciones vecinas, como son los PEID caribeños.
Hasta el 20 de agosto, 27,8 por ciento de los 11,2 millones de habitantes en la isla, recibieron las tres dosis necesarias de algunos de los tres compuestos locales.
El 11 de este mes, la directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa F. Etienne, señaló que en el Caribe, los casos por covid han aumentado en las Bahamas, Cuba, Jamaica, Martinica, Puerto Rico y Dominica, todos miembros de los PEID, con excepción de Puerto Rico.
«En el último mes, las infecciones se multiplicaron por 30 en Martinica y se produjo un aumento significativo de las hospitalizaciones», detalló.
La directora anunció que la OPS utilizará su Fondo Rotatorio para ayudar a los países de la región latinoamericana y caribeña a adquirir vacunas suficientes para controlar la transmisión de la epidemia, lo cual se añadirá a la oferta de Covax, un mecanismo global para apoyar desarrollo, fabricación y distribución de las vacunas anticovid.
Esta epidemia impacta gravemente el turismo, del cual se nutren muchas economías caribeñas y en general de los PEID. Según datos oficiales los ingresos de Cuba en este sector se redujeron en 2020 a 1152 millones de dólares, lo que representa una caída del 56,4 por ciento en relación con 2019.
Unido a problemas de orden interno, el recrudecimiento del embargo estadounidense entorpece gravemente la economía cubana, que decreció dos por ciento en el primer semestre de este año, después de retroceder 10,9 por ciento en 2020. Las premisas de recuperación pasan por el control de la epidemia y el retorno de la industria del ocio.
(Con los aportes de Luis Brizuela, desde La Habana).
ED: EG