Comunidades de India rescatan con un poco de ayuda arroces tradicionales

Mujeres indígenas se han convertido en custodias de las semillas patrimoniales de arroz. En la imagen, un grupo de ellas posa en el banco de semillas de su aldea en, el distrito de Koraput de Odisha, en el este de India. Foto: Manipadma Jena / IPS

BHUBANESWAR, India – Madhuri Roy salió del famoso templo de Kamakhya , en las afueras de la ciudad de Guwahati, en el estado indio de Assam, tras haber pedido la bendición de la diosa Sakti para que naciera sano y salvo el bebé que su hija menor esperaba en unas pocas semanas.

Cuando caminaba entre los tenderetes que se alinean en el exterior del templo, el mayor dedicado a esta diosa madre, sus ojos se posaron en una pila de paquetes de arroz negro.

Durante todo el embarazo, a su hija se le había antojado su arroz con leche negro favorito de la infancia. Pero  por los varios confinamientos y cierre de actividades en India, Roy no pudo conseguirlo, pese a que lo cultivaba en Meghalaya, su estado natal en el Himalaya.

El tendero informó a Roy que el arroz procedía del distrito de Jorhat, en Assam, la puerta de entrada al noreste del país. Las cuatro variedades de arroz tradicionales que tenía a la venta habían estado al borde de la extinción, pero ahora su cultivo se recuperaba por iniciativas de pequeños grupos de agricultores, le contó.

Varios estados consumidores de arroz de India tienen una diversidad de variedades locales de arroz ricas en nutrición, sabor, gusto y textura que se han cultivado durante siglos. Algunas incluso tienen propiedades repelentes de plagas.

En su mayoría, se cultivaban con los conocimientos tradicionales de los abuelos, que cuidaban sobre todo la salud del suelo, que los ancianos sabían que debía sustentar a las generaciones futuras.

El Kola Joha (zoha saul), un arroz negro descascarillado,  rico en nutrientes como proteínas y minerales, que Roy compró para su hija embarazada, también contiene altos niveles de antioxidantes que protegen las células, los tejidos y los órganos vitales.

Con un alto contenido en fibra y un bajo nivel de azúcar, es un arroz muy aromático cultivado en invierno, originario de Assam, que ha resucitado junto con otras tres variedades desde un estado casi perdido hasta ser cultivado actualmente por cientos de pequeños propietarios.

Comercializado desde diciembre de 2020, los arroceros tradicionales buscan ahora capturar como clientes a la creciente clase media y alta india, preocupada por la salud.

Kola Joha, también conocido como joha,  fue una de las 24 variedades tradicionales de arroz identificadas y seleccionadas, tras la elaboración de perfiles nutricionales, para su reactivación en todo Assam bajo la marca Native Basket, promovida por la no gubernamental Fundación para la Integración del Desarrollo (FDI, en inglés),  con sede en Guwahati.

La iniciativa de la FDI fue reconocida y adoptada, junto con otras similares  en otros siete estados indios y el territorio de la Unión de Ladakh, por un proyecto financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), parte del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).

El programa es ejecutado por la Alianza de Biodiversidad Internacional y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), junto con el Consejo Indio de Investigación Agrícola, a través de la Oficina Nacional de Recursos Fitogenéticos.

Varios estados de India tienen una diversidad de variedades tradicionales de arroz, ricas en nutrición, sabor, sabor y textura que se han cultivado durante siglos. En la imagen, agricultores muestran la preciada variedad Jeeraphool. Foto: Cortesía de Deepak Sharma

La Alianza forma parte del Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional (GCIAI), una red mundial de centros internacionales de investigación agrícola, que tiene como sombrilla a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

El proyecto, denominado “Incorporación de la conservación y utilización de la biodiversidad agrícola en el sector agrícola para garantizar los servicios de los ecosistemas y reducir la vulnerabilidad”, se desarrolla desde 2017 y terminará en noviembre de 2022.

Su objetivo es abordar los objetivos de desarrollo sostenible para lograr el hambre cero, tomar medidas para combatir el cambio climático y proteger, restaurar y promover el uso sostenible de la tierra.

De hecho, un informe titulado Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030, elaborado por el Pnuma y la FAO, lanzado el 3 de junio, destaca que la restauración de los ecosistemas de las tierras de cultivo es la prioridad número uno.

Subraya que la restauración debe contar con los conocimientos, la experiencia y las capacidades de los pueblos indígenas y las comunidades locales para garantizar que los planes de restauración se apliquen y se mantengan.

El Decenio de las Naciones Unidas, que comenzó el 5 de junio, cuando se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente,  está creando un movimiento mundial fuerte y de amplia base para detener la degradación de los ecosistemas y acelerar la restauración y poner al mundo en el camino hacia un futuro sostenible.

Agricultoras indígenas se adelantaron

Los granos locales comenzaron a recuperar un lugar en India incluso antes de que se rastrearan y revivieran los antiguos genes del arroz de Assam.

Lo hicieron, por ejemplo,  un grupo de 20 agricultoras indígenas del distrito de Surguja, en el estado de Chhattisgarh, en el centro-este de India, se dieron cuenta de las amenazas que pesaban sobre la supervivencia de su variedad tradicional de arroz, llamada Jeeraphool, que se traduce aproximadamente como «flor de comino», por su pequeña forma de comino y su agradable aroma.

Esta variedad había sobrevivido a duras penas, gracias a que es necesario para los rituales en los festivales y ofrendas en los templos.

En 2005, el pequeño grupo de mujeres tribales formó un grupo de autoayuda para proteger y promover su grano patrimonial. A medida que su popularidad aumentaba en los mercados locales, el número de miembros del grupo crecía.

Tras registrar el Jeeraphool en la Autoridad de Variedades Vegetales y Derechos de los Agricultores de India, el colectivo de mujeres solicitó, con el apoyo técnico de la Alianza, una etiqueta de Denominación Geográfica, ya que la variedad Jeeraphool se cultiva principalmente  en el distrito de Surguja.

Rica fuente de proteínas, hierro, fibra y antioxidantes, el arroz negro actúa contra el cáncer, la diabetes y las enfermedades cardíacas, según análisis científicos. Ahora, diferentes variedades de este tipo de arroz se han rescatado para su producción comercial en India. En la antigua China, el arroz negro se consideraba tan único y nutritivo que su consumo estaba prohibido para todos menos para la realeza. Foto: Manipadma Jena / IPS

Le aprobaron esa denominación en marzo de 2019 por un periodo de 10 años, con lo que su arroz patrimonial ha encontrado su lugar en la lista de exportación de alimentos de India.

Los grupos de autoayuda de mujeres están avanzando con su éxito, vinculándose con empresas y oficinas gubernamentales locales para producir y comercializar productos alternativos al arroz.

Comenzaron con la explotación de 120 hectáreas en 2005, donde ese año produjeron 180 toneladas de granos de Jeeraphool en el distrito de Surguja , y en 2020 se habían expandido a 400 hectáreas, donde produjeron 1000 toneladas.

De esa manera, el patrimonio agrícola ha recorrido un largo camino hasta su victoriosa supervivencia.

Además de promover la conservación de la agrobiodiversidad, la seguridad alimentaria y nutricional y la resistencia al clima, la recuperación de las semillas locales ha empoderado a las agricultoras de Surguja.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Su éxito ha reafirmado su posición como depositarias del conocimiento tradicional y ha servido de ejemplo para que otras mujeres indígenas luchen por los derechos de tenencia de las tierras de cultivo que han utilizado desde sus antepasados.

En Assam, bajo su  marca Native Basket, los agricultores han aprendido a cultivar su arroz y a gestionar de forma independiente los vínculos con el mercado, después de que la Alianza,  la FDI y las otras organizaciones asociadas ayudaran a registrar los derechos de propiedad intelectual de la marca.

Otros pequeños agricultores también se han agrupado en organizaciones de productores agrícolas para impulsar la producción y comercialización de su arroz.

Armados con una marca, el cultivo de la variedad de arroz basmati, la más vendida en India, creció en 50 por ciento y alcanzó el equivalente a 22 dólares el quintal  (100 kilógramos), lo que es 20 por ciento más caro del valor común de esa variedad.

Son más de 2000 familias de agricultores que se benefician con todo el ciclo de la actividad, desde la producción hasta la transformación y la venta.

Las ocho localidades en las que trabaja la Alianza en India cuentan ahora con 19 bancos de semillas comunitarios que conservan, mantienen y facilitan a los agricultores el acceso a más de 2000 variedades tradicionales de diferentes cultivos.

Antes de la Revolución Verde de los años 60, iniciada para hacer frente a la malnutrición en el Sur global, se calcula que en India había más de 100 000 variedades de arroz. Pero la mayoría se perdieron cuando se introdujeron las variedades de arroz híbridas, de alto rendimiento y de bioingeniería.

Sin embargo, en algunos rincones rurales desconocidos e inaccesibles se han conservado arroces locales, plantados año tras año en pequeñas parcelas por agricultores de subsistencia, que hicieron el papel de custodios de las preferencias culturales y dietéticas.

El primer cliente es atendido en la tienda Native Basket de la no gubernamental Fundación para la Integración del Desarrollo, con sede en la ciudad de Guwahati, en el norte de India, que ha identificado 24 variedades de arroz ancestrales para el rescate y reactivación de su cultivo. Foto: Cortesía de Sonal Dsouza

Mantener este renacimiento

Ahora esas variedades se están rescatando y su cultivo se amplía año a año, pero el camino de la reactivación no es fácil.

“La política está ahí, pero hay un conflicto entre la mejora de la producción (que promueve las variedades de alto rendimiento y el uso intensivo de fertilizantes) y la producción sostenible (que es lo que es) la agricultura tradicional”, dijo Jai Rana, coordinador nacional en India del proyecto PNUMA-FMAM.

Esa agricultura tradicional, “promueve el uso de semillas autóctonas y de fertilizantes y pesticidas orgánicos. Hay pocos programas institucionales con múltiples partes interesadas que involucren a los sectores público y privado y a las comunidades, incluidas las ONG”, detalló en un diálogo con IPS el también  científico principal de la Alianza de la Biodiversidad Internacional y el CIAT.

En cuanto a cómo se puede incentivar a la comunidad agrícola para que dedique muchas más tierras a los cultivos tradicionales, Rana dijo que “lo mejor sería mejorar los precios de los productos y asegurar la comercialización o los sistemas de recompra”.

En las fases iniciales sería necesaria una combinación de subvenciones y vínculos de comercialización, pero después sería fundamental conseguir un buen precio de mercado, sentenció.

T: MF / ED: EG

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