Langostas del desierto amenazan empleo y subsistencia en África Oriental

Vista del cielo tapada por la plaga de langostas del desierto en Kenia. Foto: FAO
Vista del cielo tapada por la plaga de langostas del desierto en Kenia. Foto: FAO

Una noche de febrero, Samuel Mwangi vio cómo una nube de langostas del desierto llegaba y se asentaba en los árboles cerca de su granja, situada en la aldea de Kariara, condado de Tharaka Nithi, en el este de Kenia.

A la mañana siguiente empezaron a destruir las cosechas de sus siete acres de tierra (menos de tres hectáreas), mientras observaba con impotencia desde lejos, desesperado tras varios intentos fallidos de alejar a las langostas.

“En mi granja arrasaron con el maíz, el café y las alubias (frijoles). No había visto nunca nada igual”, cuenta este hombre de 61 años, padre de ocho hijos, a Equal Times.

Como consecuencia de las temperaturas inusualmente altas y las fuertes lluvias provocadas por el cambio climático, la mayor plaga de langostas gigantes que se ha visto en casi 75 años está destruyendo las cosechas en África Oriental, Asia Central y Oriente Medio.

Eso supone un riesgo para 20 millones de personas, “cuya seguridad alimentaria y medios de subsistencia podrían enfrentarse a una amenaza sin precedentes al principio de la próxima temporada agrícola”, según indica Locust Watch, el centro informativo en línea de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Mwangi es granjero a tiempo completo en Kenia, un país que se ha visto particularmente afectado. Su vida, y la de toda su familia, depende completamente de sus cosechas, la fuente de alimentos e ingresos para cubrir las necesidades del hogar y las tasas de escolaridad de sus hijos. Además, emplea a varios jornaleros para que trabajen en su granja.

“Dependiendo del cultivo, a veces empleo a cinco o seis personas para que me ayuden a recolectar los frutos del cafeto y contrato a otros en temporadas alternas para que planten, desmalecen y recojan el maíz y las alubias”, dice Mwangi.

Sin embargo, las langostas del desierto continúan destruyendo las cosechas y cada vez más vidas y trabajos del sector agrícola penden de un hilo.

Desde que nubes de langostas de Yemen invadieron Etiopía y Somalia en junio de 2019, “la peste migratoria más destructiva del mundo” se ha extendido por Eritrea, Yibuti, Kenia, Sudán del Sur, Sudán y Uganda, llegando incluso a la República Democrática del Congo.

Según la FAO, una única plaga de 40 millones de langostas que cubre un kilómetro cuadrado puede comer la misma cantidad de alimentos en un día que 35 000 personas.

Sin embargo, ahora que la atención del mundo está centrada en la lucha contra la pandemia del coronavirus, la FAO advierte que es posible que lo peor de la invasión de langostas todavía esté por llegar. A medida que las langostas del desierto maduras migran a través de diferentes países, ponen huevos, algunos de los cuales empiezan a eclosionar ahora.

Aunque estas ninfas sin alas no pueden volar, son capaces de destruir pastos y más adelante se convierten en adultos con alas que crean nuevos enjambres.

“Lo que nos preocupa ahora es la segunda generación de langostas”, dice Hamisi Williams, representante auxiliar de la FAO para Kenia.

“Para cuando eclosionen los huevos, el número inicial de langostas se habrá multiplicado por veinte y se prevé que este momento coincida con las fases iniciales de la temporada de siembra [en marzo y abril]. Las langostas tienen un apetito voraz y nos preocupa que acaben con los cultivos que hayan germinado”, añade.

“Va a haber una crisis”

El secretario general adjunto del Sindicato de trabajadores agrícolas y de plantaciones de Kenia, Meshack Khisa, dice que el Gobierno keniano está gestionando mal la crisis generada por las langostas del desierto, ya que no ha actuado con suficiente rapidez para contener la propagación de la plaga mediante la fumigación de las langostas cuando aún no son capaces de volar (y por lo tanto son más fáciles de erradicar).

Teme que los millones de kenianos que dependen de las cosechas para poder comer se verán en la ruina si las langostas destruyen sus granjas.

“La economía de Kenia depende en gran medida de la agricultura, que constituye la principal fuente de ingresos, seguida de la industria manufacturera. Puede imaginarse lo que ocurrirá si las langostas invaden una plantación enorme de té, café u otro tipo de cultivo. Será una catástrofe, ya que el sector emplea a muchas personas. Estas personas se quedarán sin trabajo y, cuando hay un número elevado de desempleados, las probabilidades de que la economía colapse y escasee la comida son muy altas”, advierte Khisa.

Por otra parte, la contención y el control de la plaga suponen un reto para muchos países de la región, que no disponen de los fondos ni recursos necesarios.

El Fondo Central de las Naciones Unidas para la Acción en Casos de Emergencia (CERF) aprobó a mediados de marzo un préstamo de 10 millones de dólares para ayudar a la FAO a evitar que la plaga de langostas provoque un desastre humanitario, lo que eleva los fondos prometidos a la FAO para hacer frente a la crisis a 110,5 millones de dólares, una cifra que no alcanza el objetivo de financiación establecido de 153,2 millones de dólares.

Hassan Charfi es el subdirector de agricultura en el condado de Marsabit, donde se ha registrado el mayor número de nubes de langostas en Kenia. En calidad de director de Marsabit Desert Locust Control Base (centro para el control de langostas del desierto de Marsabit), explica a Equal Times que su condado ya está desbordado y que es probable que la situación empeore mucho cuando los nuevos enjambres de langostas maduren y puedan poner huevos a partir de la primera semana de abril.

“No hemos controlado las langostas maduras y es muy poco probable que logremos controlar las ninfas. Dentro de poco se agregarán y formarán un grupo que posteriormente se desplazará por vía aérea. Se moverán, comerán hasta que no puedan más y descansarán. No podemos llegar a imaginarnos la magnitud de la destrucción”, advierte Charfi.

Buenas noticias desde Uganda

El ministerio de Agricultura de Uganda dice que es probable que el país evite lo peor de la invasión porque la temporada de cosecha de la mayor parte de cultivos ya tuvo lugar en diciembre, por lo que las langostas no tendrán mucho de lo que alimentarse.

“Por suerte para nosotros, la invasión se produce en un momento en el que los granjeros ya han recolectado sus cosechas, por lo que no hay casi nada en los jardines. Ahora nuestra preocupación y esfuerzos se centran en preparar la temporada de siembra, que está a la vuelta de la esquina, y la conservación de las cosechas”, explica a este medio Charlotte Kemigyisha, miembro del equipo de actividades destinadas al control de las langostas del desierto del Ministerio de Agricultura.

Cuando le preguntamos si es probable que la plaga de langostas provoque pérdidas de empleo en Uganda, Kemigyisha responde que no. “Se prevé que los funcionarios de extensión realicen una labor todavía mayor con los agricultores en relación con las prácticas de manipulación poscosecha”, señala.

“El Ministerio de Agricultura, Industria Pecuaria y Pesca y la Oficina del primer ministro brindarán apoyo a las comunidades con material para la siembra, alimentos y otros productos necesarios para mitigar el hambre y otros efectos adversos. Dado que la mayoría de los integrantes de hogares en zonas rurales están empleados en el sector agrícola, el Gobierno asistirá a las comunidades con otras actividades que generan ingresos hasta que se considere que la región ha eliminado la invasión. La situación se normalizará a corto plazo”, afirma Kemigyisha.

Sin embargo, para los agricultores de otras partes de África Oriental, como Mwangi, si la situación no se contiene inmediatamente, su única fuente de ingresos corre un gran peligro de ser destruida.

“Si el gobierno no nos ayuda a ahuyentar a las langostas y destruir sus huevos antes de que eclosionen, perderé comida y dinero, y aquellos cuyo empleo depende de mí no tendrán ingresos para alimentar a sus familias”, resume Mwangi.

Este artículo fue publicado originalmente por Equal Times.

RV: EG

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