Redes potencian guerra de falsedades en campaña de Brasil

Opositores a Jair Bolsonaro, durante una protesta en su contra el 20 de octubre en Río de Janeiro, con una gran una gran pancarta en que denuncian que "El mito", como llaman sus seguidores al candidato presidencial de extrema derecha, es "un fraude" y exhortan a rechazar "el odio” y las “fake news". Crédito: Fabiana Frayssinet/IPS

La frase de que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad” tiene su última constatación en Brasil. En la era de las redes sociales, las falsedades se han convertido en una de las principales armas para alcanzar la presidencia de Jair Bolsonaro, el candidato de la extrema derecha.

Como ametralladoras los disparos son emitidos por la aplicación de mensajería de WhatsApp o de redes sociales como Facebook y Twitter. Y en instantes una noticia falsa, o “fake news” en inglés, creada desde algún perfil anónimo llega a millones de usuarios a través de sus conocidos y adquiere credibilidad.

“La guerra de rumores, las noticias falsas, las calumnias son tan viejas como la política. La diferencia hoy es el medio que disemina esto muy lejos y a una velocidad inédita», analizó para IPS en una entrevista, Amaro Grassi, investigador de la Sala de Democracia Digital #observa2018

Se trata de una iniciativa de la Fundación Getulio Vargas para monitorear el debate público y el impacto de las prácticas de desinformación en las redes sociales durante las elecciones del 2018. Brasil está dentro de los cinco países con mayor número de usuarios de las redes sociales, con 120 millones las cuentas en WhatsApp y 127 millones en Facebook, en un país de 208 millones de personas.

Entre la primera vuelta electoral, el 7 de octubre, y lo que va de campaña para la segunda, el domingo 28 de octubre, entre los dos candidatos más votados, Bolsonaro y Fernando Haddad, del zquierdista Partido de los Trabajadores (PT), #observa2018 identificó tres falsas noticias con gran repercusión.

Una difundida por la campaña de Bolsonaro sobre un «kit gay», supuestamente implementado en las escuelas por Haddad cuando fue ministro de Educación (2005-2012), que el Tribunal Supremo Electoral ordenó sacar de circulación.

Otra sobre un fraude en las urnas electrónicas, también considerado falto de fundamento.

Mientras, desde los opositores a Bolsonaro, un excapitán del Ejército que apoya la última dictadura (1964-1985), se cuestionó la veracidad del atentado en su contra,  el 6 de setiembre.

Aunque las encuestas adjudican a Bolsonaro una intención de voto que los especialistas consideran irreversible, para Grassi no es posible todavía identificar a quién perjudicó más la guerra de mentiras.

«Pero, por ejemplo, si hacemos una medición de robots (programas automáticos de difusión masiva), están más presentes del lado de la campaña de Bolsonaro, y algunas de las principales fake news que conocemos lo benefician principalmente», subrayó.

Entre agosto y la primera vuelta electoral, el proyecto Elecciones sin Fake y Lupa, la primera agencia de verificación de hechos de Brasil, identificaron tan solo cuatro imágenes verdaderas, entre 50 compartidas en grupos de WhatsApp.

Sala de Democracia Digital #Observa2018, de la Dirección de Análisis de Políticas Públicas de la Fundación de Getulio Vargas, creada en julio de 2018 en Río de Janeiro, para monitorear el debate público y el impacto de las prácticas de desinformación en las redes sociales durante la campaña de las elecciones en Brasil. Crédito: Fabiana Frayssinet/IPS
La Sala de Democracia Digital #Observa2018, de la Dirección de Análisis de Políticas Públicas de la Fundación de Getulio Vargas, creada en julio de 2018 en Río de Janeiro, para monitorear el debate público y el impacto de las prácticas de desinformación en las redes sociales durante la campaña de las elecciones en Brasil. Crédito: Fabiana Frayssinet/IPS

Para Mauricio Santoro, politólogo de la Universidad Estadal de Río de Janeiro, el impacto de la diseminación de esas noticias no fue decisivo en la campaña electoral.

«Creo que las grandes razones que están llevando al voto de Bolsonaro son un deseo muy grande de cambio, un enojo contra el sistema político y la corrupción”, afirmó a IPS.

A su juicio, “las fake news están concentradas en temas como educación sexual y  homofobia que no han servido mucho para definir el voto del elector de Bolsonaro con excepción de sectores de fieles evangélicos».

En lo que sí coincidieron Santoro, Grassi y Iuri Lira Cunha, politólogo por el francés Instituto de Estudios Políticos de París, conocido popularmente como Sciences Po, es en la incidencia de esas noticias en la calidad y polarización del debate político.

«Lo que estamos viendo en Brasil es que el debate electoral está acaparado por un proceso nocivo de acusaciones entre una candidatura y otra», señaló Grassi. Ello, dijo, constituye “una nube de humo, que deja en segundo plano el debate programático que importa en un país que vive hace cuatro años una crisis política, económica y social».

Brasil está polarizado desde las elecciones del 2014, cuando fue reelegida para un segundo cuatrienio Dilma Rousseff (2011-2016), del PT, recordó Lira Cunha a IPS.

Entonces, afirmó, “se abrió un espacio político marcado por dos campos opuestos, uno vinculado a la izquierda petista y el otro a una derecha dura que se alimentó del sentimiento de que el PT era el principal responsable de los escándalos de corrupción».

«El hecho de que el electorado esté siendo influenciado políticamente por informaciones falsas refuerza esa polarización. Se crea una barrera entre una falsa realidad virtual y un debate democrático limpio que podría generar un diálogo de los campos opuestos», agregó el politólogo residenciado en Francia y que está en Brasil para estudiar la campaña electoral.

El diario Folha de São Paulo, el de mayor circulación del país, creó un gran revuelo el día 18 al denunciar la financiación millonaria de empresarios vinculados a Bolsonaro, para crear un sistema de paquetes de envíos masivos automatizados de noticias falsas sobre Haddad a través de grupos de WhatsApp.

El PT y otros partidos políticos demandaron al Tribunal Electoral la impugnación del proceso electoral por intento de fraude y abuso de poder económico, pero es dudoso que tal cosa suceda, al menos antes de la votación del domingo 28.

En Brasil el uso de financiamiento no declarado en la campaña es un delito. En estas elecciones se prohibió, además, la donación de fondos por las empresas.

«Si Facebook desempeñó un papel clave durante las manifestaciones de junio de 2013 (contra Dilma Rousseff) y en las elecciones generales del 2014, es posible afirmar que las elecciones del 2018 han sido las elecciones de WhatsApp», contextualizó Lira Cunha.

«Además de disponer de pocos instrumentos de control tanto sobre la identidad del usuario difusor de la información como sobre su veracidad, WhatsApp es un espacio que favorece mucho más la circulación rápida e inmediata de memes e imágenes que Facebook», añadió.

Para este politólogo, los propagandistas de Bolsonaro supieron aprovechar muy bien ese recurso para sortear el papel de los medios convencionales de comunicación.

«Aunque todavía es necesario probar los lazos entre Bolsonaro y las empresas que pagaron agencias para divulgar mensajes difamatorios contra el PT, es evidente que el uso de WhatsApp es parte de una amplia estrategia debidamente planificada por el candidato», consideró.

El especialista recordó que como diputado, Bolsonaro presentó dos proyectos de ley que contribuirían a garantizar la divulgación de sus ideas por esa red de mensajería instantánea.

«Si Bolsonaro sabía o no sobre la acción de esas empresas, es innegable que terminó siendo el principal favorecido por los efectos de la masiva difusión de mensajes y que este fenómeno termina generando una distorsión de disputa democrática”, consideró Lira Cunha.

A su juicio, “es fundamental que las instituciones brasileñas, ya afectadas por un fuerte sentimiento de desconfianza de la población, tomen todas las medidas posibles  para cuestionar al candidato», opinó.

Bolsonaro, que desde el atentado que lo alejó de las calles hasta la primera vuelta del día 7, escogió las redes sociales como su principal campo de batalla electoral, se negó a participar en debates televisivos y aseguró que a Haddad es perjudicado “no por fake news, sino por la verdad».

Mientras, la justicia electoral intenta adaptarse a los nuevos tiempos.

Algunos especialistas proponen reducir el número de reenvios y de integrantes de los grupos de WhatsApp, pero otros, como Grassi, prefieren una mayor interacción entre los centros de investigación, los propietarios de las redes sociales y las autoridades.

«La justicia electoral podría haberse preparado mejor para combatir la desinformación”, opinó Grassi.

El experto recordó que en otros países hay presión para identificar los programas robotizados para diseminar noticias, combatir las informaciones falsas y asociarse con agencias de verificación de datos. Pero, dijo, que las empresas “colaboran muy poco y sus acciones son poco transparentes, así no podemos saber el resultado d elas medidas”.

Lo positivo, dijo Grassi, es que ahora la sociedad brasileña «está más atenta a la información que recibe, se han creado centros como el nuestro para monitorear las redes, se identificaron muchas noticias falsas y hubo muchas denuncias. Y esto es por lo menos un gran avance».

Edición: Estrella Gutiérrez

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