Los productos del mar aportan una considerable cantidad de proteína animal a la alimentación de las personas en todo el mundo y 12 por ciento del sustento de la población mundial depende en forma directa de la pesca y la acuicultura.
Sin embargo, el impacto del cambio climático, la contaminación marina por desechos plásticos, la pesca ilegal y la acidificación acechan al océano y su biodiversidad, confirmó la segunda conferencia internacional Nuestro Océano, que se realizó el lunes 5 y martes 6 en el puerto chileno de Valparaíso, 120 kilómetros al noroeste de Santiago.
En la reunión, los más de 500 participantes, de 56 países, comprometieron unas 80 iniciativas sobre conservación y protección marina que superan los 2.100 millones de dólares y abarcan más de 1.900 millones de kilómetros de océanos, destacó el ministro chileno de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz.
El canciller local y su par estadounidense, el secretario de Estado John Kerry, fueron los anfitriones del encuentro, que tuvo su primera versión en 2014 en Washington.
En una de las principales conclusiones de la conferencia, el director general de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), José Graziano da Silva, advirtió que la salud y productividad del océano serán claves para alcanzar la Agenda 2030 y la erradicación del hambre.
“Los recursos marinos y acuáticos son finitos”, advirtió Graziano en la conferencia.
“El océano no tiene una capacidad infinita para soportar las amenazas que afrontan en la actualidad: la explotación excesiva de los recursos, el cambio climático, la contaminación, la pérdida de hábitat”, añadió.
Graziano enfatizó que “la salud del océano es clave en la erradicación del hambre (…) y una condición esencial para el desarrollo mundial”.
Según la FAO el pescado es un alimento muy nutritivo y un valioso complemento de una dieta en la que falten otras vitaminas y minerales fundamentales.
Se calcula que cerca del siete por ciento de la proteína animal que comemos proviene de la pesca y la acuicultura. Esa cifra supera 20 por ciento en algunos países, en particular los pequeños estados insulares.
El pescado no solo constituye un alimento vital, sino que además da trabajo e ingresos a millones de personas de todo el mundo.
“La pesca es parte de la historia más ancestral, más remota del continente americano. Tanto en el cuerpo continental como en las costas y los canales fue sustento para un centenar de pueblos, o más aún, que vieron en la vida nómade en el mar, su condición de vida”, recordó a IPS el antropólogo social Juan Carlos Skewes.
Y lo sigue siendo: Se estima que el sustento de 12 por ciento de la población mundial depende en forma directa de la pesca y la acuicultura, esto significa alrededor de 1.000 millones de personas involucradas.
“El mar es tan importante para nosotros que no solamente nos alimenta, sino que nos da la vida”, sintetizó Petero Edmunds, alcalde de Rapa Nui, conocida mundialmente como Isla de Pascua, ubicada en medio del Pacífico, 3.700 kilómetros al oeste del territorio continental chileno.
“Para los polinésicos, el mar es nuestra fuente de vida, es tan importante que en nuestra mitología tenemos asignado a Tangaloa, Dios del Mar, y en la costumbre ancestral Rapa Nui cuando un bebé nace, lo primero que debe hacer el padre es hundirlo en el mar, para devolverlo a su estado natural”, añadió en entrevista con IPS.
En América Latina y el Caribe existen más de dos millones de pescadores artesanales o de pequeña escala que generan ingresos por unos 3.000 millones de dólares anuales, según cifras de la intergubernamental Organización Latinoamericana de Desarrollo Pesquero (Odelpesca).
La región acoge en sus costas sudamericanas a tres de los grandes ecosistemas marinos del mundo.
El más importante es la Corriente de Humboldt, que atraviesa las costas pacíficas de Chile, Perú y Ecuador y que contribuye casi con 20 por ciento del total de pesca de captura mundial.
Otros ecosistemas importantes en la región son la Plataforma Patagónica que componen Argentina y Uruguay, y la Plataforma Sur del Brasil, ambas en el océano Atlántico.
Pese a su importancia, la amenaza hacia el océano está latente.
Se estima que anualmente se vierten cerca de ocho millones de toneladas de plástico al océano en forma de botellas, embalajes, bolsas y otros desechos, provocando la muerte de especies marinas y aves.[related_articles]
Junto a esto, casi un tercio de la población mundial de peces se encuentra sobreexplotada.
El punto 14 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, aprobados en una cumbre mundial realizada en Nueva York entre el 25 y el 27 de septiembre, apunta a “conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible”.
Sin embargo, la interdependencia de las metas de la Agenda 2030 y la importancia vital del océano que, por ejemplo, absorbe más de un 30 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono, hacen que las metas sean imposibles de alcanzar, sin un océano sano y, en consecuencia, resiliente.
“Hoy sabemos que existe una interrelación mucho más estrecha entre océanos y cambio climático”, afirmó a IPS el comisario de la Unión Europea para Medioambiente, Asuntos Marítimos y Pesca, Karmenu Vella.
Añadió que la protección oceánica debe ser tema central de la 21 Conferencia de las Partes (COP21) sobre Cambio Climático que se realizará entre el 30 de noviembre y el 11 de diciembre en París.
El canciller Muñoz, en tanto, anticipó que los gobiernos participantes en la conferencia de Chile, que estarán presentes en la COP21, “nos hemos comprometido para que en los documentos y compromisos que salgan de la Cumbre también esté presente la protección del océano”.
Muñoz consideró muy importantes los anuncios realizados por varios países en la conferencia de Valparaíso.
Destacó el de Chile, que dio a conocer la decisión de proteger más de un millón de kilómetros cuadrados de zonas marinas, que constituirán uno de los espacios de protección más grandes del mundo.
Como parte de esta iniciativa, el país anunció la creación de 720.000 kilómetros cuadrados de áreas protegidas en Rapa Nui, una demanda de sus poco más de 5.000 habitantes, quienes buscan proteger la biodiversidad de las aguas que rodean la isla y que albergan 142 especies endémicas, 27 de ellas amenazadas o en peligro de extinción.
La medida también permitirá que se perpetúe la práctica ancestral de pesca de subsistencia en una zona que se extiende hasta una distancia de 50 millas náuticas del litoral.
“La pesca artesanal todavía se desarrolla de forma ancestral en Rapa Nui. Se recolectan piedras que sirven de pesas para bajar el anzuelo y así pescar el atún o los peces grandes”, contó Edmunds.
Destacó que la creación del parque, anunciada por la presidenta Michelle Bachelet en la inauguración de la conferencia, permitirá terminar con la pesca ilegal en las aguas de la isla.
“Desde hace muchas décadas que venimos viendo a barcos “fantasma” que aparecen en la madrugada como luces en el horizonte y se llevan nuestros peces”, denunció el edil.
“Con la ayuda de las oenegés se ha demostrado que al día hay un promedio de 20 embarcaciones ilegales en nuestras aguas, que se están llevando nuestros recursos que no queremos que se agoten”, añadió.
Bachelet anunció también la creación del parque Marino Nazca-Desventuradas, que comprende una superficie de 297.518 kilómetros cuadrados y que constituirá el parque marino más grande del continente americano.
Editado por Estrella Gutiérrez