El peor año para los trabajadores de los medios en Pakistán

Periodistas en Pakistán protestan contra el asesinato de sus colegas. Crédito: Rahat Dar / IPS
Periodistas en Pakistán protestan contra el asesinato de sus colegas. Crédito: Rahat Dar / IPS

No es de extrañar que la mayoría de las y los periodistas de Pakistán trabajen con un tremendo estrés. Rodeados por las mafias de las ciudades, las milicias armadas del cinturón tribal y los partidos políticos rivales, la censura, la intimidación y la muerte parecen ser sus gajes del oficio.

Muchos se acostumbraron a trabajar con temor e incertidumbre, pero ninguno podría haberse preparado para las tragedias que les aguardaban en 2014, el peor año de la historia para los medios de comunicación en Pakistán.[pullquote]3[/pullquote]

En total, fueron asesinados 14 periodistas, blogueros y asistentes de los medios de comunicación en 2014, mientras que decenas más resultaron heridos, secuestrados o intimidados.

Los informes de las organizaciones de derechos humanos paquistaníes apuntan a una cultura de la impunidad que hace imposible la posibilidad de una prensa libre, algo que, según activistas y expertos, es crucial para el desarrollo y la paz en un país sumido en la pobreza y los conflictos.

Asesinatos, atentados, violencia

Un informe publicado el 25 de enero por la Red Libertad documenta numerosos asesinatos y ataques, entre ellos la muerte a balazos de Shan Dahar, reportero del canal de televisión Abb Takk, el 1 de enero en Larkana, una ciudad en la austral provincia de Sindh.

La prensa informó inicialmente que balas perdidas disparadas durante los festejos de Año Nuevo habían alcanzado a Dahar por casualidad, pero la investigación posterior sugiere que fue un asesinato.

En el momento de su muerte, el periodista trabajaba en una historia sobre el mercado negro de medicamentos no regulados. Se cree que personas con intereses en ese negocio tuvieron que ver con su muerte.

También están documentados los asesinatos de Waqas Aziz Jan, Ashraf Arain y Mohamed Jalid, el 17 de enero en un suburbio de Karachi, cuando hombres armados abrieron fuego contra una camioneta utilizada para las transmisiones en vivo del canal TV Express.

Los asesinados fueron un guardia de seguridad, un chofer y un técnico de TV Express. Para los activistas, sus muertes representan el clima letal que vive cualquier persona relacionada, aunque sea de manera indirecta, con los medios de comunicación.

El informe de Red Libertad analiza las tendencias y los problemas del sector en Pakistán, como la invocación de leyes sobre blasfemia y traición para intimidar a los medios, y el uso de fuertes multas y prohibiciones generales de cobertura que obligaron a muchas empresas a la autocensura con el fin de mantenerse a flote.

En lo que la Fundación de la Prensa de Pakistán llama un ejemplo «escalofriante» de estas leyes, en noviembre uno de los tribunales antiterroristas del país condenó a cuatro ciudadanos a 26 años de prisión y a una multa de 12.800 dólares cada uno, por transmitir un programa «contencioso» de televisión, presuntamente en violación de las leyes contra la blasfemia.

Clima de impunidad

Otro de los incidentes que inquietan a los medios de comunicación fue el atentado en abril contra Hamid Mir, un periodista de Geo TV, cuando hombres armados en motocicletas lo balearon al volver del aeropuerto a su oficina en Karachi.

Aunque sobrevivió al ataque, sus agresores siguen en libertad y la amenaza contra su vida sigue estando vigente.

Mazhar Abbas, expresidente de la Unión Federal de Periodistas de Pakistán, dijo a IPS que la incapacidad del gobierno para garantizar la libertad de expresión pone a los trabajadores de los medios en una situación sumamente difícil.

«El problema es que nadie sabe quién está matando a los periodistas», explicó. La escasa información oficial sobre los responsables, junto a la falta de investigaciones adecuadas, significan que demasiados periodistas siguen trabajando en un clima de incertidumbre e impunidad, según los expertos.

En las Áreas Tribales bajo Administración Federal (FATA, en inglés) del norte del país, los periodistas sufren las constantes amenazas y ataques del movimiento islamista Talibán y otros grupos armados que operan en la frontera con Afganistán desde que huyeron de la invasión estadounidense a ese país en 2001.

Desde que comenzó la guerra contra el terrorismo, 12 periodistas perdieron la vida en las FATA y decenas más huyeron a Peshawar, capital de la vecina provincia de Jyber Pajtunjwa.[related_articles]

Para otros, escapar al alcance de los grupos terroristas no necesariamente garantiza la seguridad. Según  Amnistía Internacional, cientos de periodistas experimentan amenazas, acoso y violencia en todo el país, a veces incluso de los propios servicios de inteligencia.

El informe de la organización de derechos humanos Una bala fue elegida para usted presenta 34 casos de asesinatos de periodistas en represalia por su labor desde 2008. Solo uno de los responsables fue procesado por el crimen.

La investigación acusa a las autoridades de no detener la violencia contra los trabajadores de los medios.

El Comité para la Protección de los Periodistas calcula que 56 periodistas fueron asesinados en Pakistán desde 1992. Esta cifra, sin embargo, incluye solo aquellos casos en los que hubo un motivo evidente. Los activistas paquistaníes creen que el número real de crímenes sería mucho mayor.

Incluso aquellos que no son asesinados viven en un limbo de temor constante ante las represalias por las investigaciones o denuncias que implican a actores políticos.

«La comunidad de los medios en Pakistán está, en los hechos, en estado de sitio”, sostuvo David Griffiths, subdirector de Amnistía Internacional para Asia y el Pacífico, cuando se publicó el informe en 2014.

«Los periodistas, en particular, aquellos que cubren temas de seguridad nacional o derechos humanos, son blanco de todas las partes en un patrón preocupante de abusos cometidos para silenciar la labor informativa”, añadió.

«La amenaza constante pone a los periodistas en una posición imposible, donde prácticamente cualquier noticia delicada los deja en riesgo de recibir violencia de un lado u otro», expresó.

Editado por Kanya D’Almeida / Traducido por Álvaro Queiruga

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