Obreros bangladesíes por el sueño de los 100 dólares

Monumento instalado por el Partido Comunista de Bangladesh en la fábrica Rana Plaza, en Dhaka, donde 1.133 obreros murieron en abril. Crédito: Robert Stefanicki/IPS

En la zona industrial de las afueras de Dhaka, la capital de Bangladesh, miles de obreros textiles toman las calles para exigir un aumento del salario mínimo.

Los manifestantes han bloqueado caminos, intentaron incendiar fábricas y se enfrentaron con la policía, que respondió lanzando balas de goma y gases lacrimógenos.

Unas 200 fábricas, que producen para algunas de las tiendas internacionales más importantes, como H&M y Carrefour, estuvieron cerradas por una semana.

La última vez que el gobierno elevó el salario mínimo mensual para el sector de la vestimenta fue en 2010. Ahora los obreros demandan un incremento de 3.000 takas (38 dólares) a 8.114 takas (100 dólares), más o menos el precio de un pantalón vaquero bangladesí en un centro comercial de Varsovia o Berlín.

[pullquote]3[/pullquote]Los empleadores aceptaron solo un aumento de 20 por ciento, para llevar el sueldo a unos 46 dólares. La mayoría de los analistas coinciden en que este ínfimo incremento es una ofensa para los trabajadores y fue lo que desencadenó las protestas.

Bangladesh tiene un salario mínimo independiente para cada sector. Las diferencias son sustanciales: los trabajadores del transporte y del comercio ganan el doble que los tres millones de obreros textiles.

Estos últimos se encuentran al fondo de la lista, no solo en el ámbito nacional, sino internacional. Según un estudio de la Organización de Comercio Exterior de Japón, divulgado en diciembre, solamente en Birmania se pagan salarios inferiores a los de Bangladesh en el sector textil.

Los obreros de India perciben el doble que sus pares de Bangladesh y los de China cinco veces más.

En Bangladesh, todos trabajan horas extraordinarias. IPS entrevistó a algunas operadoras de máquinas de coser, quienes señalaron que ganan entre 102 y 115 dólares, para lo cual deben trabajar entre 11 y 12 horas diarias.

Según el dirigente sindical Masood Rana, las demandas salariales también son resultado de una mayor toma de conciencia entre los trabajadores.

Los trabajadores comenzaron a prestar más atención a los precios que pagan los compradores occidentales por la vestimenta que confeccionan después de la conmoción que casuó el derrumbe de la fábrica de Rana Plaza en abril, en el que murieron 1.133 personas, 80 por ciento de ellas mujeres.

¿Pero por qué las manifestaciones son tan violentas? “Esto se debe a que son espontáneas. No tienen líder”, explicó Rana a IPS.

Reaz bin Mahmood, vicepresidente de la Asociación de Fabricantes y Exportadores de Vestimenta de Bangladesh (BGMEA, por sus siglas en inglés), expuso una teoría diferente: las protestas son estimuladas por instigadores políticos. Pero no quiso dar más detalles al respecto.

“Este problema no se puede solucionar en las calles”, dijo a IPS. “Hay un panel gubernamental trabajando en un nuevo salario mínimo, que se espera anuncie sus resultados en noviembre. Pero temo que esto no suceda si las protestas continúan” apuntó.

Se presentaron varios mecanismos para fijar el salario mínimo. “Realizamos un análisis económico del costo de vida de un trabajador textil, partiendo de la base de que su salario debe cubrir el consumo de toda su familia”, explicó a IPS el director de investigaciones del Centro de Diálogo Político, Khondaker Moazzem.

“Y hemos detectado tres opciones” de referencia, indicó.

La primera es la línea oficial de pobreza, según la cuel el sueldo mínimo debería equivaler a 80 dólares. El Centro cree que es inaceptable.

La segunda es el “nivel de aspiraciones”, esto es, los ingresos que permitirían a los trabajadores alimentarse y llevar una vida segura. En ese caso, el salario mínimo mensual debería ascender a 220 dólares.

El Centro también rechazó esta opción, porque el sueldo mínimo no podría ser superior al promedio nacional.

La tercera opción es considerar el actual el nivel de gasto de este sector. Este indicador fijaría el sueldo mínimo en poco más de 100 dólares, que es exactamente lo que están reclamando trabajadoras y trabajadores.

“Después de que hicimos esta recomendación al gobierno, recibí numerosas llamadas de los industriales”, dijo sonriendo Moazzem. “Me dijeron que estaban dispuestos a entregarme algunas fábricas para que intentara obtener ganancias pagando esos salarios”.[related_articles]

El industrial texti Mahmood sostuvo que “los costos de producción aumentan 13 por ciento cada año. Bangladesh debe importar algodón, mientras India tiene materia prima propia. Las monedas de India, Indonesia y Turquía se devalúan, mientras el taka bangladesí sigue fuerte, por lo que perdemos competitividad”, explicó.

“El gobierno no nos apoya. Hay cortes frecuentes de energía, y viajar de Dhaka al puerto de Chittagong debería tomar seis horas, no 26”, se quejó.

A esta lista de dificultades, Moazzem añade el alto costo del crédito, las dificultades para comprar tierras en las que invertir y la inestabilidad política.

Sin embargo, las fábricas textiles no pierden competitividad tan fácilmente como se lamentan los empresarios. Los precios de la vestimentas caen y los costos aumentan, pero esto se compensa por una mayor eficiencia.

“Reconozco que mis trabajadores deberían cobrar más, pero los minoristas también deberían pagarme más a mí”, dijo Mahmood, explicando que el precio de los productos es decisivo.

“Los consumidores occidentales son en parte responsables por los bajos salarios en Bangladesh”, indicó.

Los minoristas se quedan con entre 55 y 65 por ciento parte de las ganancias de las prendas de vestir bangladesíes. Los costos de los materiales consumen cerca de 25 por ciento y el resto se divide en forma pareja entre costos laborales y lo que perciben los empresarios, según Moazzem.

Todavía no está claro si la movilización sindical logrará su objetivo. El ministro de Transporte, Shahjahan Jan, apoyó públicamente sus demandas, pero se cree que el gobierno en realidad respalda a la industria.

Nadie quiere dañar a la gallina de los huevos de oro. La industria de la vestimenta aporta 80 por ciento de los ingresos por exportación de Bangladesh, unos 22.000 millones de dólares anuales.

Además, 30 por ciento de los parlamentarios bangladesíes son empresarios, la mayoría del sector textil, que es un importante apoyo para los partidos mayoritarios.

Después de reunirse con dirigentes de más de 40 sindicatos, los empresarios se comprometieron a aceptar el salario que fije el gobierno, sin más negociación de las partes.

Pero la mayoría de los analistas coinciden en que el nuevo salario mínimo se definirá por un acuerdo mutuo.

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