El proceso de paz colombiano sin Chávez

Santos, Chávez (con los colores de Venezuela) y el entonces secretario general de la Unasur, Néstor Kirchner, en una cumbre celebrada en agosto de 2010 en Santa Marta, Colombia Crédito: Constanza Vieira /IPS
Santos, Chávez (con los colores de Venezuela) y el entonces secretario general de la Unasur, Néstor Kirchner, en una cumbre celebrada en agosto de 2010 en Santa Marta, Colombia Crédito: Constanza Vieira /IPS

El fallecido presidente venezolano Hugo Chávez jugó un papel cardinal en el actual intento de paz en Colombia. Junto con su par cubano Raúl Castro convenció confidencialmente a las FARC de aceptar una negociación propuesta en secreto por el colombiano Juan Manuel Santos.

El extinto mandatario venezolano y el líder cubano Fidel Castro afirmaban desde hace años que la lucha armada pertenecía al pasado. Lo mismo argumentó en su momento Raúl Castro, y volvió a argüir Chávez al actual comandante de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), Timoleón Jiménez, también conocido como Timochenko.

Chávez, fallecido el 5 de este mes y quien gobernó Venezuela desde 1999, también prestó logística para transportar de incógnito a los negociadores de las FARC al exterior en las primeras exploraciones, cuando el presidente Santos decidió que los contactos no debían proseguir en Colombia.

Acercar a las partes era «lo más difícil», según el politólogo Ronal Rodríguez, catedrático e investigador del Observatorio de Venezuela de la privada Universidad del Rosario, de Bogotá. Una vez logrado, Noruega y Cuba asumieron el rol de garantes y Venezuela pasó a un aparente segundo plano, como país facilitador junto con Chile.

«En política solamente es cierto lo que ya pasó», dijo a IPS el exministro colombiano Horacio Serpa.
[related_articles]
Pero lo más probable es que el excanciller y actual presidente encargado, Nicolás Maduro, sea elegido presidente de Venezuela en los comicios del 14 de abril. «Caso en el cual, y él lo ha manifestado expresamente, continuaría la misma tónica que aplicó Chávez», recordó.

«Los colombianos aspiramos a que (Venezuela) siga creando condiciones para que podamos hacer la paz» y a que, «cualquiera sea la definición en las elecciones, Venezuela continúe cooperando en ese propósito», dijo.

En todo caso, para Rodríguez «el papel más importante que podía jugar Venezuela frente a la paz de Colombia, ya lo jugó», al conseguir que las FARC «tuviesen la confianza suficiente para sentarse en un proceso de paz».

«Los retos que vienen son más de los negociadores», así que el papel venezolano «no va a ser tan importante como lo fue hasta el momento», consideró.

Sin embargo, una Presidencia de Maduro daría «continuidad al proceso» y brindaría «confianza» a las FARC sobre la presencia de Venezuela como uno de los garantes del «buen desarrollo» de la negociación, matizó.

Pero, si ganara el opositor Henrique Capriles, el respaldo venezolano proseguiría, porque el proceso de paz colombiano «es en Venezuela un tema estructural, estatal, que va más allá de las diferencias chavismo-oposición».

Rodríguez recordó que el conflicto colombiano «ya generó contagio en el lado venezolano», que sufre «secuestro, extorsión y todas estas dinámicas que han traído los actores armados» del vecino. También desde 1964 opera en Colombia el insurgente Ejército de Liberación Nacional (ELN).

«Como ocurre con todas las fronteras en situaciones de guerra, en ellas se buscan rutas para el tráfico de armas, aprovisionamiento de diversa índole y financiación mediante operaciones legales e ilegales», dijo a IPS el exministro Camilo González, director del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz.

González agregó que «no solo se han alterado los negocios con perjuicios para la población, comerciantes y productores de los dos lados, sino que en varios estados venezolanos la inseguridad asociada a la presencia de las FARC o del ELN impacta a muchos sectores».

Informes recogidos por IPS en la zona en noviembre dieron cuenta de que en las ciudades fronterizas venezolanas de Ureña, San Antonio y San Cristóbal, capital del estado de Táchira, también actúan bandas remanentes del paramilitarismo de ultraderecha colombiano, dedicadas a extorsionar comerciantes.

Por todo esto, González está convencido de que «Venezuela en la era post Chávez seguirá colaborando con el proceso de paz en Colombia», pues la terminación del conflicto «es un asunto de interés de todos los sectores» de ese país.

«Creo que habrá continuidad», coincidió Carlos Velandia, conocido como «Felipe Torres» cuando era miembro de la dirección nacional del ELN. Ahora se dedica a la investigación y la consultoría para la paz.

Sus argumentos: la estrecha vinculación de Maduro «en la construcción de esta disposición de Venezuela a apoyar la solución política del conflicto» y el hecho de que este «se ha ‘trasfronterizado’, lo tienen también en territorio venezolano».

«Y no hay una manera distinta de resolverlo que en Colombia y por la vía negociada», sentenció.

«La presencia de fuerzas foráneas», consideró este exguerrillero, «perturba la estabilidad democrática de Venezuela».

En ese país, advirtió, «hay sectores militares que quieren cumplir a cabalidad el mandato constitucional de defender la integridad territorial. Y a un militar le cuesta mucho ver fuerzas foráneas en su país y mirar para otro lado».

Así, «Venezuela no tiene una alternativa distinta que apoyar la solución política, porque esa es su seguridad. Es también su tranquilidad», dijo.

Alfredo Molano, sociólogo y escritor, va más allá. «Si en Venezuela cae el chavismo y se establece una dictadura militar para, digamos, evitar una guerra civil, ¿qué perspectiva pueden escrutar las FARC sobre su propio futuro?», advirtió.

Chávez jugó un papel de componedor «de una manera limpia, que dio confianza a las partes», estimó.

Pero, sobre todo, «pudo mostrar a las FARC que estaban dadas las condiciones para abandonar las armas, sin renunciar a sus objetivos políticos», dijo. Después de un intento frustrado de tomar el poder por la fuerza en 1992, «Chávez se afianzó sin armas, con meros votos, y con ellos subordinó las fuerzas armadas venezolanas», señaló a IPS.

«Las FARC tenían el modelo del chavismo en mente. Cambiaron balas por votos porque es posible, como ha sucedido en Venezuela. Pero si esa puerta se cierra, se rompe la mesa en La Habana», opinó.

Menos apocalíptico es Christian Völkel, analista para Colombia del International Crisis Group. «Por importante que fue la participación (venezolana) en la fase secreta, ahora las negociaciones tienen ritmo suficiente para sostenerse», dijo a IPS.

«Chávez ha sido el político al que las FARC más respetan», pero eso no significa que su deceso «vaya a tener un impacto dramático», dijo.

«Las partes están negociando hace cinco meses en La Habana, parece que van en camino de acuerdos», señaló Völkel, acerca de aparentes avances en el primer punto de la agenda de negociación, tierras.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe