Inundaciones anuales, nueva realidad para mexicanas de Tabasco

Año a año, las mujeres de las zonas rurales del sudoriental estado mexicano de Tabasco tienen que prepararse para las inundaciones que amenazan sus hogares y sus actividades económicas, como la agricultura y la ganadería.

"Nos hemos adaptado. Hemos pasado a construir palafitos (viviendas erigidas sobre pilares o estacas a orillas del agua)", explicó a IPS la joven Celia Hernández, quien trabaja en un proyecto turístico indígena en Centla, a unos 857 kilómetros al sur de Ciudad de México.

Además, detalló, "cada año en este mes las mujeres nos preparamos y empezamos a guardar las cosas y preparar a ancianos y niños", por si hay inundaciones y tienen que abandonar sus hogares y refugiarse en las zonas altas más cercanas.

Este municipio de 102.110 habitantes se extiende por las orillas del río Grijalva, uno de los 28 que surcan Tabasco, un estado con 2,2 millones de personas y con un ecosistema de pantanos.

Por eso, en la época de lluvias, entre junio y octubre, el nivel del agua sube y su crecida golpea a las localidades urbanas y rurales, como Centla, situada en plena región de los Pantanos, con 53 ejidos (tierras rurales de uso colectivo) y 25 comunidades rurales, además de la ciudad costera de Frontera, su cabecera municipal.
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"La gente pierde todo. El gobierno da un apoyo económico, pero eso cubre solo una parte. Entonces, hay que empezar de nuevo, una y otra vez", declaró Hernández, de 18 años, que vive con su familia en una comunidad rural, donde todos reparten su actividad entre el turismo y la pesca.

Desde 2007, Tabasco padece las crecidas más continuas y desbordadas de las últimas décadas, en un territorio altamente vulnerable a los efectos del cambio climático, como lluvias más intensas, aluviones, el aumento del nivel del mar y pérdida de la biodiversidad, los cuales perjudican a las comunidades y su bienestar.

"Está cambiando su sistema de vida, las actividades tradicionales que han realizado por años", dijo a IPS la responsable del área de Género de la regional y no gubernamental Asociación Ecológica Santo Tomás, María Hernández

"Las inundaciones las dejan devastadas psicológica y económicamente. Las han dejado con dificultades para recuperar sus medios de vida", detalló la activista, sin parentesco con Celia Hernández.

"Se sabía cuándo se podía sembrar tal o cuál producto, ahora ya no se sabe. Ellas se van haciendo cargo de la manutención de la familia, buscan alimentos para sus hijos y esposos", indicó.

Las inundaciones provocaron entre octubre y noviembre de 2007 un desastre en Tabasco que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe cifró en más de 3.000 millones de dólares.

Desde entonces, la asociación ha apoyado a grupos de mujeres de cuatro municipios en capacitación ante las recurrentes alteraciones climáticas, apoyo psicológico y desarrollo de proyectos como granjas avícolas y huertos familiares.

En las áreas rurales de Tabasco las mujeres se dedican a sembrar maíz, tomate y otras hortalizas, y a la cría de gallinas y pavos, en una actividad que complementa la de sus maridos, concentrada en la pesca.

La realidad climática del estado, con una precipitación media anual de 2.550 milímetros y donde operan cuatro represas, obliga a la aplicación de acciones de adaptación y mitigación que, juntas, pueden desembocar en procesos de justicia climática para las mujeres.

Tras el desastre de 2007, el gobierno regional creó el Programa de Reconstrucción y Reactivación para Transformar Tabasco. Entre sus metas tiene la construcción de 3.500 viviendas, en áreas altas circundantes a Vallehermosa, la capital del estado, en un proyecto que beneficia en especial a mujeres y debe completarse este año.

"Son afectadas por las inundaciones y fueron reubicadas como parte de una política de adaptación al cambio climático", analizó para IPS la coordinadora de programas de la oficina mexicana de la alemana Fundación Böll, Dolores Rojas.

"Algo muy interesante de esta política es que se otorgó a las mujeres la titularidad de las viviendas. Por eso, pudieron decidir si ponían una tiendita dentro de sus hogares, por ejemplo, sin pedir permiso al esposo", explicó.

No han faltado los problemas, porque para las familias beneficiarias se incrementaron, por ejemplo, los costos de transporte, ya que las nuevas viviendas se sitúan lejos del centro de la ciudad, de unos 560.000 habitantes, y también hay carencias de servicios, precisó Rojas.

Pero el informe "Relaciones de género y vulnerabilidad de las mujeres frente al cambio climático", elaborado por Jenny Jungehülsing para la fundación, determinó que el traslado "ha reducido la vulnerabilidad de las mujeres en diferentes ámbitos. Ha contribuido significativamente a la satisfacción de importantes necesidades prácticas".

"Se han sentado las bases para llegar a una mayor equidad de género", concluyó el estudio elaborado en 2011.

La Comisión Nacional del Agua y el Instituto de Ingeniería de la estatal Universidad Nacional Autónoma de México consideran urgente la reubicación en Tabasco de más de 66.000 personas que habitan en 18.000 viviendas de 107 localidades, ante su exposición a inundaciones.

Pero no todos están de acuerdo con la reubicación. Algunas organizaciones locales la tachan de desalojo forzado, especialmente en las regiones rurales, como Centla.

"Lo que esperamos son más apoyos económicos, porque se enfocan sobre todo en las áreas urbanas. En las zonas de los ríos las inundaciones son inevitables", pero hay renuencia a abandonar sus lugares de origen, resaltó Celia Hernández.

Las organizaciones críticas argumentan que ha habido una mala planeación en Tabasco, por permitir la construcción en sitios riesgosos y por mal manejo de los embalses, que son aliviados del exceso de agua cuando alcanza niveles máximos. Las descargas desbordan las comunidades del entorno, como sucedió en 2007.

"Con toda la intención de proteger Villahermosa, están cambiando los sistemas de protección. El agua inundada ha sido desviada a las comunidades rurales. La gente se va de su lugar, los llevan a vivir a otro territorio y sólo tienen el espacio para vivir, pero no para actividades agrícolas", denunció María Hernández.

Como resultado, "aumenta más la presión por mantener a sus familias y agrava la situación de violencia de género", explicó.

Ante las recurrentes inundaciones, las mujeres han tenido que diversificar sus actividades, debido a la imposibilidad material de recuperar sus cultivos.

"Los planes de reubicación deben incluir perspectiva de género para no dar respuestas parciales y tener un política integral. Es una manifestación de justicia climática", expuso Rojas.

En las mujeres "hay una mayor exposición a riesgos y la vulnerabilidad depende de las condiciones socioeconómicas. La reubicación resarce parcialmente esa vulnerabilidad", detalló.

El estudio de la Fundación Böll plantea que "la equidad de género y el empoderamiento de las mujeres son elementos centrales para la reducción de vulnerabilidades frente al cambio climático".

Frente a ese hecho, "es importante que estas políticas, con acciones claras y afirmativas, reduzcan las vulnerabilidades y avancen hacia una mayor equidad de género", añade.

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