PAKISTÁN: La revuelta improbable

Los efectos de la caída de Hosni Mubarak en Egipto se hacen sentir en la región y aledaños, pero es improbable que sus ecos lleguen a Pakistán pese al desencanto de la población con sus dirigentes, según funcionarios y académicos.

Ciudadanos de Yemen, Argelia, Jordania, Siria y Bahrein ya parecen haber recogido las señales enviadas por la revuelta secular que se inició el 25 de enero en Egipto y lo sacudió durante 18 días. El mensaje es que la población ya no está dispuesta a tolerar a gobernantes autocráticos aferrados al poder.

Los pakistaníes también han visto esas señales, y muchos han estado debatiendo si su país podría ser el próximo Egipto, mientras medios de comunicación y analistas políticos especulan con esa posibilidad.

Kaiser Bengali, asesor del ministro jefe de la meridional provincia de Sindh, descartó la idea con una sonrisa.

Estos crecientes rumores de decepción son apenas "un proceso de transición" que, para Bengali, constituyen "la música de la democracia".
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El actual gobierno, liderado por el Partido Popular de Pakistán, asumió el poder en febrero de 2008 en medio de mucho júbilo, pero muchos paquistaníes ya se han desencantado.

Sin embargo, la situación no es tan grave como para desatar una revolución, dijo el analista político Ayesha Siddiqa, que considera esta posibilidad bastante remota, "principalmente porque Pakistán experimenta más cambios con regularidad que cualquiera de los estados árabes".

Pero también hay quienes se niegan a descartar una revolución. Según el analista político Raees Bukhsh Rasool, "dada la incertidumbre prevaleciente en Pakistán, todo es posible".

Además, las revoluciones pueden ser bastante impredecibles, dijo Taimur Rahman, profesor de ciencia política en la Universidad de Lahore.

"Quién hubiera dicho hace un mes que Egipto estaría paralizado por protestas masivas (…) y que Mubarak caería, o que el mundo árabe estaría dominado por un movimiento" popular, dijo Rahman.

Pero crear impulso para el cambio político y mantenerlo también, como ocurrió en la Plaza Tahrir de El Cairo, puede ser difícil en Pakistán, reconoció.

"Uno de los principales impedimentos para crear un movimiento masivo (de este tipo en Pakistán) son las fuerzas del extremismo religioso, que están propagando el terror por todo el país", agregó.

En tales circunstancias, es muy difícil lograr la clase de movilización vista en el centro de la capital egipcia, sostuvo.

"La gente tiene miedo de salir a protestar a las calles", se lamentó.

Pero para el abogado Yasser Hamdani, de 31 años, "las revoluciones populares se generan mediante la participación de trabajadores, campesinos y otros sectores de la sociedad, que se movilizan con una estrategia y aspiraciones y objetivos claros".

Hamdani dijo que las protestas masivas que tuvieron lugar en Egipto no fueron una revolución.

"Una revolución cambia la dinámica de una sociedad. Una revolución puede ser económica cuando los factores de producción atraviesan un cambio. Una revolución puede ser política cuando se produce un cambio radical en el tipo de gobierno", afirmó.

En Egipto no ocurrió nada de esto.

"La era de las revoluciones ideológicamente orientadas se terminó", explicó Raees.

"Las revoluciones que hemos presenciado en las últimas décadas y años tienen que ver con un cambio de régimen", añadió.

Pero esa clase de revolución no es posible en Pakistán porque en este país se celebran elecciones por mandato constitucional, sostuvo Raees.

Rahman dijo que aunque las revoluciones se inician espontáneamente, como en Egipto, a menudo hay un partido político que puede lograr el control y liderarlas.

Hamdani destacó que "Mubarak era un individuo. Su renuncia ha hecho posible que la elite gobernante de Egipto se mantenga en el poder. Una mejor alternativa habría sido elecciones presidenciales y parlamentarias inmediatas bajo la Constitución anterior, y con observadores imparciales".

Hamdani comparó el levantamiento de Egipto con la clase de cambio de régimen que atravesó Pakistán cuando el dictador Ayub Khan transfirió el poder a Yahya Khan en 1969.

"Pakistán está unos 40 años adelantado en su desarrollo democrático pese a las interrupciones", señaló.

En cualquier caso, Hamdani cree que, de producirse protestas masivas en Pakistán, esto equivaldrá a presionar a un gobierno legítimo y democráticamente electo, lo que debería ser "inaceptable para cada persona progresista y de mente democrática" en el país.

Según él, una democracia disfuncional tiene más posibilidades de convertirse en una democracia funcional que un gobierno de multitudes.

"De haber suficientes ciclos electorales, la democracia de Pakistán terminará resolviendo todas las cuestiones importantes. Una revolución al estilo egipcio solamente la perjudicará", dijo Hamdani.

Pero si se produce una revolución, ¿cómo será? "La nuestra se parecerá más a una (revolución) islámica de izquierda", pronosticó Siddiqa.

La pobreza, la corrupción y la mala gobernanza son problemas que pueden motivar un levantamiento masivo, dijo Raees. "O bien derivarán en nuevas elecciones o bien en un golpe militar", dijo.

Para Rahman, "si los extremistas religiosos toman el control del movimiento egipcio será muy negativo, pero eso es bastante improbable".

"Lo más probable es que este movimiento siga una dirección progresista", señaló.

Pero Hamdani tiene serias dudas al respecto. Según él, ahora Egipto está bajo "un régimen militar manifiesto".

"Ya ha dado un paso atrás. Los militares formularán una Constitución de su agrado, que no es la manera como se hacen las constituciones", opinó Hamdani.

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