Las ugandesas deberán sortear varios obstáculos antes de beneficiarse del mercado común de la Comunidad de África Oriental, que permitirá la libre circulación de bienes y capital.
La integración regional, que comenzó con la firma del protocolo de la unión aduanera de África oriental en 2005, aumenta las posibilidades de exportación y de expansión de la producción agrícola. Las mujeres son mayoría en el sector y cultivan 80 por ciento de lo que se vende en el exterior.
Debe ser una oportunidad para que las mujeres se vuelvan comerciantes, aumenten sus ingresos y disminuya la pobreza.
Pero "las posibilidades están contra ellas, en especial contra las campesinas en materia de competencia regional", señaló la directora ejecutiva de la Red de Política Económica de Mujeres Africanas (Awepon, por sus siglas en inglés), Daisy Owomugasho.
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"Las mujeres tienen un acceso limitado al crédito, a la información y a los recursos", arguyó.
Las limitaciones disminuyen sus posibilidades de beneficiarse de la integración. Las políticas regionales no promueven la participación equitativa entre hombres y mujeres, según economistas.
La Comunidad de África Oriental (EAC, por sus siglas en inglés) redacta un protocolo de desarrollo y género, pero una "cosa es lo escrito y otra la implementación", alertó Owomugasho.
"Las mismas cosas que impiden que las mujeres se vinculen entre sí y hablen en reuniones con profesionales son las que les impiden beneficiarse como podrían de la integración regional", señaló Dorothy Tuma, consultora internacional y vicepresidenta de la Asociación de Empresarias Ugandesas.
"¿Las mujeres saben cuáles son las oportunidades? ¿Saben qué derechos tienen? ¿Qué pasará en los puestos fronterizos con el nuevo régimen?", preguntó Tuma.
"De hecho, no. Creo que ése es el principal obstáculo que impide que ellas aprovechen la coyuntura regional", respondió.
"En los últimos cinco años funcionamos bajo un acuerdo de unión aduanera. Pero las mujeres tampoco conocían ese sistema. Ahora dimos otro paso, tenemos un mercado común, pero ni siquiera se entendió el régimen anterior ni se aprovechó", indicó Owomugasho.
Muchas mujeres ni siquiera saben que el mercado está abierto para que ellas vendan su producción en cualquiera de los países de la región. Hay intermediarios que se aprovechan de esa situación, apuntó.
"Es la primera vez que escucho esas palabras", respondió atónica la artesana Lucy Kyogonza, al ser consultada por IPS sobre el protocolo del mercado común.
Artesanas ugandesas se enfrentaron con sus pares keniatas en 2007 porque éstas vendían sus piezas a un precio mucho menor. La situación requirió la intervención del Ministerio de Comercio de Uganda.
Las keniatas argüían que estaban aprovechando las oportunidades de la EAC, pero las ugandesas sostenían que el laissez-faire perjudicaba su negocio, lo que muestra lo mal informadas que estaban sobre las consecuencias de las políticas comerciales de la región.
Otro problema es que el protocolo se aplicará, al principio, sólo a profesionales, doctores, ingenieros y arquitectos, los que podrán circular con libertad de un país a otro.
No hubo intercambios con todos los actores, no se habló con las campesinas, indicó Owomugasho. "Los gobiernos sostienen que sí, pero las consultas no fueron efectivas. Debió ser un proceso participativo y aceptable para todos", añadió.
"Debieron preguntar a la gente si querían integración, o no. Los gobiernos deciden qué es bueno para nosotros. No tenemos voz. La gente hubiera entendido y hubiera estado de acuerdo", sugirió.
La tarea inmediata es informar a las mujeres sobre las oportunidades disponibles y qué deben hacer para aprovechar las bondades del nuevo régimen, indicó Tuma.
Otro objetivo es formalizar el comercio trasfronterizo e instrumentar formas efectivas para registrar su contribución económica mediante estadísticas desagregadas por género.
"Hay que implementar leyes que castiguen a quienes explotan el comercio trasfronterizo de cualquier manera para proteger a las mujeres", añadió Tuma
