Violencia y literatura se dan la mano en América Latina

Más de 50 autores de América Latina, el Caribe, Estados Unidos y Europa se adueñaron de la capital de Puerto Rico la primera semana de mayo, durante el primer Festival de la Palabra, que resaltó el auge de una nueva corriente literaria latinoamericana nutrida por la violencia.

En el antiguo Cuartel Ballaja, en el Viejo San Juan, la sede principal del festival, se habló de los destinos de la poesía, de la conexión entre fantasía y realidad, de lo que induce a la escritura y de la conexión entre las obras y el tiempo en que viven los escritores.

Los autores confirmaron en sus encuentros que el tema de la violencia es protagonista y conector de la narrativa latinoamericana actual, en especial la violencia provocada por el tráfico de drogas, lo que ha llevado a algunos críticos y escritores a hablar del fenómeno de las narco-novelas.

Hubo discrepancias y concordancias a la hora de examinar las razones de que la violencia sea uno de los asuntos concurrentes de la literatura en la región, así como la complejidad del protagonismo en muchas de sus sociedades y el tratamiento que los creadores hacen de esa realidad.

El tono sobre el examen a las razones de esta corriente lo marcó el novelista mexicano Elmer Mendoza, quien recordó que en su país ocurren en promedio 22 asesinatos por día, por lo que es muy difícil como creador sustraerse a esa realidad.
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Ganador en España de la tercera edición del Premio Tusquets por su novela «Balas de Plata», Mendoza es catalogado por la crítica mexicana como «el primer narrador que recoge con acierto el efecto de la cultura del narcotráfico» en su país.

«Aunque la ficción y la realidad suelen confundirse a menudo en mis novelas, es importante entender que los escritores utilizamos recursos literarios como el lenguaje, la palabra, para lograr el reflejo de la sociedad», recordó Mendoza.

El escritor puertorriqueño Pedro Cabiya, que reside en República Dominicana y es autor de «Trance» y «La cabeza», explicó que «más que la violencia en sí, me interesa hablar de la deformación de las instituciones a partir de la corrupción».

«Me preocupa sobre todo la manera en que el ‘narco’ ha infiltrado los estamentos políticos y militares de los Estados», dijo Cabiya, que es periodista además de novelista.

Cabiya argumentó que actualmente hablar de violencia en América Latina «es hablar de narco». Se trata del segundo negocio que mueve más dinero en el mundo, detrás del tráfico de armas, recordaron otros autores.

El mexicano Paco Ignacio Taibo II, con una extensa obra que abarca desde novelas policiales hasta las biografías del argentino-cubano Ernesto «Che» Guevara y el mexicano Pancho Villa, consideró que tal vez no es correcto hablar de un aumento de la violencia en América Latina.

Ello pese a que en su propio país el gobierno libra una guerra contra las mafias del narcotráfico, con un saldo de 20.000 muertos en los últimos tres años.

«Lo que ha ocurrido, es que desde hace un tiempo la literatura ha asumido un papel diferente. Mientras el periodismo o la sociología no se arriesgan a dar explicaciones, la novela especula, subjetiviza y profundiza en las razones de la violencia», analizó.

Taibo II resaltó que las ciencias sociales se conforman con contar un 10 por ciento, el visible, de lo que llamó «el iceberg de la corrupción» y «la novela negra cuenta el iceberg completo».

Porque, justamente, el exitoso fenómeno literario que transmuta y expresa la violencia enquistada en sus sociedades ha encontrado su forma de expresión en la novela negra o de corte policial, ya que según se aseguró en el festival «es el mejor género para explicar la sangre».

Por su parte, al colombiano Mario Mendoza, autor entre otras novelas de «Satanás», cuya adaptación al cine ha merecido varios premios, le interesa sobre todo indagar en el mundo de la llamada violencia «trans-política».

«En Colombia, se identifica fácilmente la violencia política, en cambio existe otra violencia que puede hacer tanto o más daño, pero no siempre salta a los titulares de prensa», señaló Mendoza.

Se trata de una violencia generada por la permanencia del racismo y de las clases sociales, que se ejerce sobre todo contra las mujeres y los niños, «o incluso contra personas que no encajan en los patrones de ‘éxito’ que predominan en la sociedad», detalló el autor.

De acuerdo con Mendoza, la mayoría de las personas están más cerca de ser agredidas por su pareja o por su jefe, que por un grupo terrorista o paramilitar, y es sobre la singular confluencia de los dos fenómenos de la violencia en las sociedades modernas que le interesa reflexionar en su literatura.

El nicaragüense Sergio Ramírez hizo de puente generacional y literario entre el llamado boom latinoamericano de los años 70 –con el colombiano Gabriel García Márquez, el peruano Mario Vargas Llosa, el argentino Julio Cortázar o el mexicano Carlos Fuentes, entre otros— y el exitoso fenómeno actual.

Su última novela, «El cielo llora por mí», tiene como protagonistas a ex combatientes contra la dictadura dinástica de los Somoza en su país, que ahora pasaron a luchar contra el tráfico de drogas como policías.

Ramírez fue él mismo miembro del Frente Sandinista de Liberación Nacional que derrocó a Anastasio Somoza en 1979 y conecta en esta obra el peso de las dictaduras latinoamericanas y su violencia política, que fue el tema conector en aquel primer boom, y la narco-violencia del nuevo auge narrativo.

En el Festival de la Palabra, cuyas actividades cierran el domingo 9, han participado también los cubanos Leonardo Padura y Mayra Montero, el chileno Luis Sepúlveda y la española Rosa Montero, entre otros muchos.

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