BOLIVIA: Evo Morales, el mejor aliado de la clase media

Hasta hace cinco años, era casi imposible una alianza entre un líder indígena y la siempre influyente clase media boliviana, pero hoy el presidente izquierdista Evo Morales ha logrado, sin pactos ni declaraciones oficiales, esa combinación en un país social y culturalmente diverso.

En los círculos de la clase media alta es muy fácil observar actitudes, posturas y hasta discursos absolutamente contrarios a Morales. Hasta se ha convertido en una moda crear expresiones de rechazo hacia el mandatario boliviano, que obtuvo 64,2 por ciento de la votación en las elecciones presidenciales del 6 de este mes.

Pero casi tres millones de electores, de un total de 4,85 millones de sufragantes, expresaron su respaldo en las urnas al líder del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS), mientras que 1,9 millones repartieron su voto entre otros siete candidatos a la Presidencia, según los datos definitivos del Órgano Electoral Plurinacional.

La clase media boliviana, conformada por profesionales, técnicos y familias con ingresos mayores al promedio de la población en general, representa un factor de desequilibrio en materia política y su papel ha sido determinante en algunos periodos históricos.

Durante la llamada "guerra del gas", en octubre de 2003, su presencia en las calles con marchas pacíficas desplegadas en barrios acomodados fue decisiva para obligar al presidente Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997 y 2002-2003) a renunciar y huir, tras 15 días de intenso conflicto por el proyecto gubernamental de exportar hacia América del Norte grandes reservas de hidrocarburo. Esa movilización dejó al menos 60 muertos en las ciudades de El Alto y La Paz.
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No existen estadísticas sobre las familias que pertenecen a este rango, pero su cercanía y actuación en el poder ha sido una constante tanto en gobiernos dictatoriales como en democráticos.

En comparación con la elección presidencial de diciembre 2005, Morales aumentó en 10,5 puntos porcentuales su votación, pasando de 53,7 a 64,2 por ciento del total de los sufragios.

En número de votantes fue un gran salto. Hace cuatro años lo respaldaron 1,54 millones de votantes, y este mes casi se duplicó el apoyo hasta los 2,94 millones de electores, sobre un total de 5,1 millones de inscritos. La diferencia numérica obedece también a la ampliación del padrón, que era de 3,6 millones de habilitados en las elecciones de 2005.

Los resultados otorgaron una mayoría cómoda al oficialismo en la nueva Asamblea Legislativa Plurinacional, con 114 de los 166 escaños, suficientes para instrumentar los cambios incluidos en la Constitución Política del Estado, vigente desde febrero.

Morales comenzará el 22 de enero su segundo mandato constitucional, con la particularidad de haber construido su carro de batalla con el respaldo de sectores populares, grupos empobrecidos de las ciudades, indígenas y cultivadores de coca, pero con una gran presencia de la clase media en su gabinete.

El gobernante izquierdista orientó la reciente campaña electoral a la conquista de la clase media, para lo cual desplazó a militantes cercanos e incorporó en las listas de candidatos a la Asamblea Legislativa a personalidades como la ex defensora del Pueblo, Ana María Romero, quien fue elegida como primera senadora por La Paz y es aspirante a ocupar la presidencia de la cámara alta.

Romero encabezó, en 2003, las movilizaciones pacíficas que mostraron el descontento de un segmento social influyente con la política de represión sangrienta del presidente Sánchez de Lozada.

Sólo tres ministros de los 20 que acompañan a Morales son indígenas: el canciller, David Choquehuanca, la ministra de Justicia, Celima Torrico, y la titular de Desarrollo Rural y Tierras, Julia Ramos, todos procedentes de familias pobres de agricultores.

Dos carteras son ejercidas por sindicalistas: Walter Delgadillo, en el despacho de Obras Públicas, y Calixto Chipana, en el Ministerio de Trabajo, mientras que el resto de colaboradores del mandatario corresponde a técnicos y profesionales de diferentes áreas.

El propio vicepresidente Álvaro García Linera pertenece a un sector de clase media intelectual, y es un convencido de que este ciclo histórico debe estar liderado por un indígena.

Además de García Linera, se sumaron al proyecto del MAS intelectuales formados en el Partido Comunista, venido a menos tras aproximarse tímidamente al movimiento insurgente del guerrillero argentino cubano Ernesto Ché Guevara, en 1967, y luego de su débil paso por el gobierno izquierdista de la Unidad Democrática y Popular (UDP), entre el 10 de octubre de 1982 y e1 6 de agosto de 1985.

En la elección del 6 de este mes, la derecha postuló a Manfred Reyes Villa, quien interpreta el pensamiento de sectores contrarios al modelo de gobierno socialista. Reyes obtuvo el segundo lugar, con 1,2 millones de votos, 26,4 por ciento del total de sufragios.

La centroizquierda, con el empresario Samuel Doria Medina, obtuvo un distante tercer lugar, con 5,65 por ciento de la votación y casi 300.000 votos.

Muchos de los cerca de 1,5 millones de nuevos electores que apoyaron al MAS han abandonado posiciones de derecha, probablemente porque los resultados del gobierno de Morales en materia económica no tienen comparación con los obtenidos por las administraciones de ese sector político desde 1985.

Además de los sectores populares que reafirmaron su confianza en Morales, un número considerable de votantes de la clase media ha expresado su respaldo, lo cual puede interpretarse de los datos difundidos por el Órgano Electoral Plurinacional.

Por ejemplo, en el departamento de La Paz, principal bastión oficialista, Morales no sólo ganó en los barrios populares, sino que también consiguió victorias en zonas donde tradicionalmente se imponía la derecha. De cada 10 votantes, ocho apoyaron al MAS.

Bolivia alcanzó uno de los mayores crecimientos de la región en un año de crisis, 4,5 por ciento, según el gobierno, y su manejo equilibrado de las finanzas públicas logró una alta valoración del Fondo Monetario Internacional, aunque organismos internacionales como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) sitúan el crecimiento del producto interno bruto (PIB) del país en tres por ciento.

La crisis financiera internacional no golpeó en forma dramática a este país andino, pese a que el desempleo subió de 10,2 por ciento en 2008 a 11 por ciento en el año que concluye, según el independiente Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario.

Como signo de confianza en la economía, la población aumentó sus ahorros en 581 millones de dólares durante el primer semestre de 2009, 10,2 por ciento más que en igual periodo del año anterior, y los depósitos sumaron a esa fecha 6.271 millones de dólares, según la Asociación Nacional de Bancos, que reúne a los prósperos banqueros privados.

Hasta julio de este año, las ganancias de los empresarios de la banca registraron una histórica cifra de 148 millones de dólares, de acuerdo al Banco Central de Bolivia, superando las previsiones y situándose lejos de los tiempos en que gobernaban partidos de derecha bajo rígidos modelos de disciplina fiscal.

Aunque otros sectores de la producción agroindustrial expresan quejas por la falta de incentivos a su actividad, la banca asentada en el oriental departamento de Santa Cruz, con intereses en la industria, la producción de soja, algodón y otros bienes con demanda internacional, es el sector que ha florecido bajo el mandato de Morales.

Algunos analistas estiman que el narcotráfico ha crecido sustancialmente, con un aporte estimado de 100 millones de dólares en compra de hojas de coca y servicios, pero esta cifra no se compara con los 19.000 millones de dólares del PIB de 2009 o la suma de los depósitos, que muestran a otros sectores legales como generadores de riqueza.

El ingreso de mercadería de contrabando, el comercio informal y la actividad de pequeños artesanos e industriales atenuaron la poca creación de empleos de grandes inversiones.

Otra señal de crecimiento está expresada en el aumento de 23 por ciento de las recaudaciones del Servicio de Impuestos Nacionales, que pasaron de 1.859 millones de dólares en 2008 a 2.284 millones de dólares este año, según un informe presentado por esa institución este mes.

Pese a todas las resistencias que aún genera entre empresarios y sectores de clases privilegiadas, y con el vivo recuerdo de los desastres económicos de la década del 80, la callada confianza hacia Morales parece continuar tras el anuncio del Ministerio de Hacienda de un crecimiento esperado del PIB de 4,5 por ciento para 2010.

Una fórmula de bonos sociales muy similares a la aplicada por la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, y una forma paciente de gobernar como la que emplea el mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, parecen ser la guía de pactos sociales y alianzas no declaradas en la Bolivia del cambio.

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