AMÉRICA LATINA: Reinserción cubana en ascenso

El gobierno cubano de Raúl Castro finaliza un año de activa diplomacia en América Latina, en la cual remarcó afinidades, estrechó lazos con Venezuela y perfiló a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) como pivote de su política hacia la región.

Ese esquema impulsado hace cinco años por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, ha permitido mostrar en los hechos los beneficios de una integración basada en la cooperación. La idea ahora parece ser la de fortalecer su capacidad para defender posturas unidas en la arena internacional. "Estamos obligados a plantearnos metas y objetivos audaces, partiendo de una comprensión realista de las circunstancias, obstáculos y peligros que nos plantea la actual coyuntura internacional (…). Unidos, estaremos en mejores condiciones de enfrentar la crisis", dijo Raúl Castro durante la celebración en La Habana del quinto aniversario del ALBA.

En un receso de la VIII Cumbre del grupo realizada el 13 y 14 de diciembre, el canciller de Ecuador, Fander Falconí, comento a IPS que "el ALBA es un espacio de coordinación geopolítica y de construcción democrática de un proceso de integración". Quito se unió este año al mecanismo, que ya suma nueve países.

Previo a esa cita, Chávez y Raúl Castro suscribieron una batería de acuerdos por unos 3.000 millones de dólares. Venezuela es el primer socio de Cuba, con un intercambio que en 2008 llegó a más de 5.000 millones de dólares. "Año tras año crece cualitativa y cuantitativamente nuestra interacción", dijo Castro tras la firma de los convenios. El ALBA surgió como propuesta de comercio solidario entre los estados y como alternativa del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), una iniciativa de Estados Unidos que finalmente fracasó. Desde mediados de este año pasó a llamarse Alianza, lo cual a juicio de analistas remarca el carácter político de la integración que propone, además de la económica.

Cuba privilegia todo esquema regional que excluya a Estados Unidos y aclaró explícitamente su desinterés en retornar a la Organización de los Estados Americanos (OEA), que el 3 de junio puso fin en su cita de Honduras, sin condición de tipo alguno, a la suspensión de esta nación caribeña como miembro pleno decretada a comienzos de los años 60.
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Aún así consideró la decisión de la cumbre efectuada en la ciudad hondureña de San Pedro Sula un desacato incuestionable a la política seguida por Washington contra Cuba desde 1959. La postura regional expresada en Honduras dio continuidad al proceso de inserción regional de Cuba iniciado en Brasil, al finalizar 2008, al acogerla en el Grupo de Río, el foro político más importante de América Latina.

Luego prosiguió con la visita de varios mandatarios latinoamericanos y caribeños a La Habana, a partir de enero de este año. El capítulo de aislamiento quedó cerrado cuando el gobierno salvadoreño del izquierdista Mauricio Funes restableció, también a comienzos de junio, relaciones diplomáticas con La Habana.

En tanto, la visita el 11 de este mes de la canciller de México, Patricia Espinosa, quien conversó durante unas tres horas con Raúl Castro, dejó las relaciones bilaterales en franco reacomodo, luego de los roces surgidos por la decisión cubana de suspender los vuelos desde ese país debido a la gripe porcina.

El tráfico aéreo fue restablecido en breve tiempo, aunque el impasse pospuso indefinidamente el prometido viaje a la capital cubana del presidente de México, Felipe Calderón.

Esta postergada visita podría realizarse en el primer semestre de 2010, en tanto Calderón envió a Castro la invitación para asistir en febrero próximo a una reunión regional.

Esa cita prevista en México es la segunda edición de la cumbre presidencial de América Latina y el Caribe para el desarrollo. Castro asistió al primer encuentro de ese tipo efectuado en diciembre del pasado año en Brasil, en cuyo contexto se hizo oficial el ingreso de Cuba como miembro pleno del Grupo de Río.

Analistas consultados no descartan que el gobernante cubano acuda también a la cita mexicana, dado que la política exterior cubana pasa justamente por trabajar "en función de una organización sin la presencia de Estados Unidos", su principal contendor ideológico.

En la Cumbre de las Américas de abril pasado, en Puerto España, Trinidad y Tobago, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, recibió fuertes críticas de sus colegas de la región por la política de Washington hacia América Latina y en particular hacia esta isla caribeña, que por momentos acaparó el debate a pesar de estar excluida de la cita.

Las tensiones cubano-estadounidenses han bajado de tono a partir de la asunción de Obama a la presidencia e, inclusive, entre otras buenas señales, se reanudaron las conversaciones migratorias que estuvieron suspendidas varios años por decisión del anterior presidente, el republicano George W. Bush.

Sin embargo, durante la reunión del ALBA se culpó a Washington de estar detrás del golpe de Estado del 28 de junio contra el presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya, y por el acuerdo con Colombia para utilizar bases militares de ese país para tropas estadounidenses, con peligro para sus países vecinos y toda la región, según sostuvieron muchos participantes.

"Son hechos recientes ocurridos con posterioridad a la toma de posesión del nuevo presidente de Estados Unidos (…). Son obvias las intenciones reales del imperio, esta vez bajo la sonrisa amable y el rostro afronorteamericano de Barack Obama", remató Fidel Castro en un comentario editorial que coincidió con la cumbre del ALBA.

El ex mandatario, de 83 años, ausente de la escena pública desde que enfermó en 2006, siguió en detalle la reunión del ALBA y, como en otras ocasiones, Chávez se encargó nuevamente de testimoniar su buen estado de salud. Según el mandatario venezolano, Castro "asumió que su tarea es más pensar, escribir, sugerir".

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