En Honduras, un grupo de trabajadores evitó el cierre de la maquiladora que elabora ropa deportiva para la transnacional estadounidense Russell Athletic, gracias a lo cual se pudieron conservar 1.200 empleos.
Pero los obreros de la empresa Vaqueros Navarra que manufactura prendas para varias marcas estadounidenses- no tuvieron la misma suerte en el sureño estado mexicano de Puebla, pues los patrones decidieron clausurarla debido a un conflicto laboral. Los trabajadores querían formar un sindicato independiente.
Son el revés y el derecho del sector textil en México y América Central, azotado fuertemente por la recesión económica, especialmente la de Estados Unidos —de donde provienen los mayores pedidos de ropa—, y cuyas víctimas en primera línea son mujeres.
"La situación del irrespeto a los derechos laborales ha empeorado con la crisis económica. Las empresas se aprovechan de la mano de obra joven, trabajan sin contrato y sin seguridad social y, al terminar el período de prueba, los despiden", señaló a IPS la representante de la Asociación de Mujeres Empleadas y Desempleadas Unidas contra la Violencia, la guatemalteca Rosa Galicia.
Galicia, junto a un grupo de mujeres de México y América Central, participa en un taller que inició el lunes y concluye este miércoles, emprendido por la Red de Solidaridad de la Maquilas, la Sociedad Mexicana Pro Derechos de la Mujer y el Fondo Centroamericano de Mujeres para compartir experiencias y fortalecer el contacto entre las organizaciones no gubernamentales.
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En México, unas 590.000 mujeres trabajan en las maquilas de costura, mientras que en América Central llegan a 400.000. Las maquilas son plantas que gozan de exenciones fiscales y subsidios de agua y electricidad para producir para el mercado de exportación.
A causa de la crisis económica, en esta nación norteamericana perdieron 300.000 puestos de trabajo en el sector, mientras que en la región vecina del sur, el impacto ha acabado con más de 99.000 empleos, en ambos casos perjudicando en su mayoría a mujeres.
Honduras ha sido el país más afectado, con una pérdida de 36.000 plazas laborales entre 2008 y 2009, seguido por Nicaragua, con 30.000 desde 2006.
"A causa de la crisis, han habido paros técnicos, se ha impuesto la modalidad del trabajo parcial y se han producido despidos injustificados", denunció durante su intervención en el taller la mexicana Beatriz Luján, dirigente del Frente Auténtico del Trabajo, ente que aglutina a unos 35.000 trabajadores.
La fiebre de la maquila textil empezó en el norte de México en los años 70, por la abundancia de mano de obra barata y la vecindad del principal mercado: Estados Unidos. Pero conforme la primera empezó a escasear y los costos se incrementaron, esa actividad se desplazó hacia el sur y se instaló en estados como Puebla, Chiapas y Yucatán, con enlaces a puertos estadounidenses en Texas (sur) y Florida (sureste).
El ramo retoñó con la entrada en vigor en 1994 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (el pacto entre México, Estados Unidos y Canadá conocido como NAFTA, por sus siglas inglesas).
Pero luego de la crisis económica mexicana de 2001, docenas de maquilas cerraron o se trasladaron a América Central, o cruzaron medio planeta para radicarse en sitios como China, atraídas por costos bajísimos, una logística aceitada y negocios seguros.
Las maquilas centroamericanas, con la vigencia del Tratado de Libre Comercio de América Central y República Dominicana (DR-CAFTA, por sus siglas en inglés) obtuvieron las mismas prebendas arancelarias que sus pares mexicanas.
Los países involucrados pueden importar materia prima de América del Norte con gravamen cero para elaborar prendas que luego son exportadas al lugar de donde provino el hilo o la tela.
Las exportaciones textiles mexicanas al mercado estadounidense se contrajeron casi 19 por ciento entre septiembre de 2008 y ese mismo mes de este año, según datos de la Oficina de Textiles y Vestuario, adscrita al Departamento (ministerio) de Comercio de Estados Unidos.
En el caso de América Central, la reducción fue de 21 por ciento, y en el de China, su gran competidor, fue de apenas cuatro por ciento.
"El gobierno está totalmente negado de lo que pasa. Lo que ha hecho es financiar a sindicatos que le son cercanos", señaló la nicaragüense Carla López, directora del Fondo Centroamericano de Mujeres, en relación con lo que sucede en el rubro textil en su país.
En México, el sueldo mínimo diario en una maquila es de unos ocho dólares, casi el doble del salario oficial. En América Central, la paga mensual puede llegar a oscilar entre 118 y 400 dólares, como sucede de Costa Rica, por tratarse de la manufactura electrónica de la fabricante estadounidense de microprocesadores Intel.
A pesar de que México y los países centroamericanos son motivo de varias investigaciones en el Comité de Libertad Sindical de la Organización Internacional del Trabajo, sólo una se relaciona con el sector textil.
En mayo de 2003, la Federación Nacional de Sindicatos Héroes y Mártires de la Industria Textil, Vestuario, Piel y Calzado de Nicaragua presentó una denuncia ante el Comité en contra de una empresa por la negociación del convenio colectivo de trabajo.
En Honduras, la situación de los derechos laborales se habría deteriorado a consecuencia del golpe de Estado del 28 de junio pasado en contra del presidente Manuel Zelaya.
"No tenemos aún datos concretos, pero hemos recibido denuncias de mujeres que han tenido que trabajar los fines de semana para reponer días perdidos por haber llegado tarde a causa de las protestas", indicó a IPS la directora del Centro de Derechos de Mujeres, la hondureña Yadira Minero.
"Esta crisis va a pasar, y si no demandamos ahora la reconversión tecnológica de la fuerza laboral, las maquilas van a regresar", alertó, por su parte, la nicaragüense Sandra Ramos, secretaria general del Movimiento de Mujeres Desempleadas "María Helena Cuadra", que lleva 20 años de trabajo por los derechos laborales femeninos.
Ante las prácticas abusivas en las maquilas, han surgido alternativas laborales, como la fábrica Dignidad y Justicia, en la ciudad de Piedras Negras, en el norteño estado de Coahuila, a unos 1.200 kilómetros de la capital mexicana, fundada en 2004 por un grupo de mujeres despedidas de otras maquilas de la región.
Las dueñas de la cooperativa son las propias trabajadoras, el no gubernamental Comité Fronterizo de Obreras y la empresa estadounidense North Country Free Trade, que se encarga de cerrar los pedidos y vender las prendas en suelo estadounidense.
Mientras, en Nicaragua opera desde 1999 la Cooperativa Maquiladora Mujeres de Nueva Vida Internacional, que maneja la compañía Zona de Comercio Justo con apoyo de la asociación estadounidense Jubilee House Community.