ECONOMÍA-RUMANIA: Fin de coalición gobernante echa leña al fuego

La caída de la coalición gobernante en Rumania dejó a un gobierno de minoría la tarea de lidiar con las exigencias de austeridad de los acreedores internacionales y con las movilizaciones de los empleados estatales.

Más de la mitad de los 1,4 millones de funcionarios públicos rumanos este lunes una huelga que abarca a personal médico y magisterial, impositivo, policial y municipal. Los 14 sindicatos que participan en la medida también han convocado a una gran manifestación para este miércoles en Bucarest.

Los trabajadores estatales están desconformes con una nueva ley que divide los sueldos de todos los empleados presupuestados en cinco categorías únicas, reduciendo en los hechos lo que cobra la mayoría.

Los manifestantes también se oponen a algunas medidas de austeridad destinadas a reducir el gasto público, afectado por la contracción de la actividad productiva, que ha contraído los ingresos fiscales.

El producto interno bruto (PIB) de Rumania se redujo 7,6 por ciento en el primer trimestre de este año comparado con igual período de 2008. Y el déficit presupuestal puede situarse este año entre siete y ocho por ciento del PIB.
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En la pasada primavera boreal, Rumania recibió un préstamo de 20.000 millones de euros (unos 29.200 millones de dólares) del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de instituciones financieras europeas.

Como condición, el FMI pidió al país una serie de medidas de austeridad, con el objetivo de equilibrar la economía y reducir el déficit.

El gobierno decretó entonces que todos los empleados públicos deberían tomarse 10 días de vacaciones no pagas antes de fin de año, y que una cantidad importante de ellos perderían sus empleos en 2010.

Los sindicatos están de huelga por estas medidas, que parecen sacrificios aislados para el sector público, sin una estrategia más amplia para abordar la crisis económica.

Los conflictos entre los dos partidos integrantes de la coalición gobernante explican en parte la debilidad de las autoridades para enfrentar la crisis.

Tras las elecciones generales de noviembre de 2008, el gobierno estuvo en manos del centroderechista Partido Demócrata Liberal (PDL) y del centroizquierdista Partido Socialdemócrata (PSD).

Desde que se anunció el acuerdo con el FMI, los socialdemócratas se pronunciaron contra algunas medidas de austeridad planteadas como condición para el préstamo, mientras el PDL se mostró dispuesto a promover recortes presupuestarios.

La "gran coalición", una alianza algo forzada entre tradicionales adversarios políticos, finalmente cayó el viernes, en parte por efecto de las elecciones presidenciales de noviembre.

Los dos partidos presentarán a sus propios candidatos en esos comicios, y resultó imposible preservar la coalición en medio de la abierta competencia de la campaña.

El ministro del Interior, Dan Nica, del PSD, sugirió la semana pasada que el PDL intentaría manipular las encuestas a favor de su candidato, el actual presidente Traian Basescu.

El primer ministro Emil Boc, del PDL, le pidió entonces la renuncia a Nica, lo que llevó a todos los ministros del PSD a retirarse del gabinete.

Ahora el país está gobernado por una minoría, pues el PDL obtuvo 34 por ciento de los votos en 2008, cuando la concurrencia a las urnas fue de sólo 40 por ciento del electorado.

El primer ministro Boc repartió las carteras que dejó vacantes el PSD entre los restantes miembros del gabinete, que son del PDL y que están a cargo ahora de dos ministerios cada uno.

Por ejemplo, el titular de Economía, Adriean Videanu, asumió la cartera de Salud, pese a admitir que no posee antecedentes en esta materia.

La decisión alentó más protestas.

En el Índice de Consumidores de la Sanidad Europea, dado a conocer la semana pasada, Rumania figura penúltima entre todos los países de Europa por su mal desempeño en el terreno de la salud pública, que ha sido conducida por 18 ministros diferentes en los últimos 19 años.

"Empezar todo de cero con cada nuevo cambio de autoridades, aunque el nuevo líder sea del mismo partido que el anterior, es un síntoma de lo enfermo de nuestro sistema político", dijo el cientista político y publicista Cristian Ghinea.

"Nuestros partidos no se dedican a gobernar y elaborar políticas, y exhiben una mentalidad defensiva, que les exige contraataques constantes a sus enemigos políticos", agregó.

El PDL no sólo ha reemplazado a los ministros renunciantes del PSD, sino también a jefes de gobiernos locales y secretarios de Estado que contaban con apoyo socialdemócrata.

"La desintegración del gobierno causará una mayor inestabilidad política y social", dijo el cientista político Adrian Mosneag.

"Hasta ahora, incluso con todos los conflictos de la coalición de gobierno, con todas las ineficiencias en su desempeño y la creciente insatisfacción social, no hemos presenciado protestas populares del tamaño de las de Hungría, Bulgaria o Letonia", continuó.

"Pero con el abandono del gobierno por parte del PSD, es probable que presenciemos una radicalización de protestas contra la ley de salarios decretada sin participación del parlamento, y por el mal estado de la economía en general", añadió.

Mosneag cree que el nuevo gobierno podría embarcarse en nuevas reformas, ahora que las luchas políticas con el PSD dentro de la coalición ya no representan un obstáculo.

Pero muchos se preguntan cuán fuerte puede ser un gobierno elegido por menos de 20 por ciento de los votantes, frente a protestas que paralizan escuelas, hospitales, municipalidades y oficinas tributarias de todo el país.

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