Sebastián Flores decidió seguir los pasos de sus maestros Santos Acevedo y José Farías y se convirtió en el cronista oficial de la demarcación territorial de Xochimilco, en la capital mexicana.
"Un día me dijo el profesor Farías que quería que fuera el cronista de Xochimilco, pero me parecía un cargo muy pesado. Finalmente, accedí", relató a IPS este historiador y curador artístico.
La ciudad de México se divide en 16 delegaciones, cada una de las cuales consta de un relator oficial. Además, los hay para temas variados de la metrópoli, como el transporte, el arte funerario o las fiestas citadinas. Según la Asociación de Cronistas del Distrito Federal y Zonas Conurbadas, nacida en 1990, hay más de 40 cronistas urbanos.
"Me enfoqué en la historia de Xochimilco, porque sus referencias históricas son demasiado breves. La crónica ha servido para recuperar la memoria y las tradiciones de la región", expuso Flores, originario de esa zona y quien presenció la primera excavación del pueblo indígena xochimilca en 1978.
Xochimilco, que cuenta con una población de 405.000 personas y que en náhuatl significa "lugar de la sementera florida", está ubicada en el sur de la capital mexicana y se caracteriza por sus lagunas y sus mercados de flores.
La crónica bebió de los relatos de los pueblos indígenas que habitaron el centro del país antes de la llegada de los conquistadores españoles y luego se enriqueció con los aportes de éstos.
De hecho, durante la época colonial, las autoridades nombraban al cronista de la ciudad, el cual fue instituido por el rey Carlos V y entregado a un historiador "para salvaguardar la memoria histórica de esta villa, ciudad y poblado".
El primer cronista citadino fue Francisco Cervantes de Salazar (1514-1575), designado en 1558 y quien también fue el primer rector de la Real y Pontificia Universidad de México, devenida con el tiempo en la estatal Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En 1987, el entonces presidente Miguel de la Madrid creó el Consejo de la Crónica de la Ciudad de México, el cual se independizó en 2007 y agrupa a 99 integrantes.
La Ley de Fomento Cultural de la ciudad de México, vigente desde octubre de 2006, estipula la instalación de un consejo de la crónica, el cual aún no está establecido.
"El valor de la crónica es muy importante, pues, en mi caso, ha permitido recuperar la memoria oral de cada pueblo y cada barrio", declaró a IPS Ana Castro, cronista de la delegación Coyoacán, situada en el sur capitalino.
Ese territorio, cuyo nombre quiere decir en náhuatl "lugar de coyotes", está habitado por unas 630.000 personas y se distingue por colonias de calles empedradas y estrechas de corte colonial.
Castro empezó a trabajar en las oficinas delegacionales hace 25 años y, al ser trasladada al departamento de Comunicación Social, empezó a recorrer los barrios y pueblos, de los cuales recogió las versiones orales sobre las tradiciones y costumbres de esos sitios.
El proceso para convertirse en cronista oficial no es sencillo, pues el candidato tiene que pasar por varios exámenes para demostrar su dominio en los temas históricos de su área. Sin embargo, el panorama de la crónica está nublado, por la ausencia de prospectos jóvenes que reemplacen a los relatores actuales.
"Hace falta un proyecto de difusión, especialmente para interesar a los jóvenes y que vean la crónica no sólo como un género periodístico, sino también como un relato histórico", señaló Castro, una comunicóloga graduada por la UNAM.
La Secretaría de Educación del gobierno capitalino editó en 2008 el libro Ciudad de México. Crónica de sus delegaciones, con un tiraje de 700.000 ejemplares.
Del 19 al 24 de octubre se llevará a cabo el Primer Encuentro de Cronistas de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. "Ahí voy a exponer sobre las andanzas de los revolucionarios Francisco Villa y Emiliano Zapata en Xochimilco", anticipó Flores, quien es cronista de esa delegación junto a Rodolfo Cordero.
