GRUPO DE LOS OCHO: Economías emergentes firmes y unidas

La declaración de las cinco potencias emergentes pudo ser más de lo mismo, pero el momento y el lugar elegidos le dieron otro significado. «El mundo necesita una nueva gobernanza global, cuya construcción debe basarse en un multilateralismo sin exclusiones», recalcan.

La cumbre de tres días del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderoso, que comenzó el miércoles en la central ciudad italiana de L’Aquila, puede ser la ocasión para que naciones industrializadas y en desarrollo busquen juntas soluciones a problemas comunes como la crisis económica, el cambio climático y la seguridad alimentaria.

Los ocho países más poderosos son Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia.

Brasil, China, India, México y Sudáfrica se subieron al mismo barco y como Grupo de los Cinco (G-5) países emergentes adoptaron una posición común que lleva rumbo de colisión con el G-8 en varios aspectos.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, pidió al G-8 que saque apuntes. "No podemos seguir divididos en 300 grupos de trabajo", indicó el primer día de la cumbre que terminará este viernes.
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El G-8 debe considerar primero la declaración conjunta del G-5 para que pueda haber un consenso, apuntó. "Las naciones en desarrollo no deben ser tratadas como ciudadanos de segunda clase" en las negociaciones. Deben estar en igualdad de condiciones, "por el bienestar de la humanidad".

Hubieran sido sólo bellas palabras si el G-5 no las hubiera acompañado de medidas concretas, en especial en materia de cambio climático, el asunto más polémico de la agenda internacional este año y sobre el que deberán ponerse de acuerdo en Copenhague, donde se realizará en diciembre la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

El Foro de las Principales Economías emitirá una declaración este jueves sobre cambio climático. El documento no precisará objetivos cuantitativos. Las naciones en desarrollo lograron bloquear metas vinculantes, aunque prometieron reducir sus emisiones de gases invernadero.

Habrá un acuerdo en términos generales, según un funcionario allegado a las negociaciones y que pidió reserva de su identidad, pero no habrá objetivos individuales ni grupales ni para los países en desarrollo ni para los industrializados.

Las cinco "potencias menores" se unieron para asegurarse de que los principios que defienden sean respetados. El más importante es que se reconozca que las naciones industrializadas son las más contaminantes y, por tanto, las principales responsables de reducir las emisiones de dióxido de carbono, uno de los llamados gases invernadero.

Los otros gases contaminantes mencionados en el Protocolo de Kyoto son el metano, óxido nitroso, hexafluoruro de azufre, hidrofluorocarbonos y perfluorocarbonos, considerados por la mayoría de los científicos como responsables del recalentamiento planetario causante del cambio climático.

Tras las negociaciones sobre el clima, las naciones en desarrollo consolidaron un grupo efectivo que emitió un contundente comunicado el miércoles que señala que permanecen unidas para hacer frente al G-8.

También llamó la atención que se pusieran firmes sobre una variedad de asuntos vinculados con cuestiones consideradas de interés para los más poderosos

Los países emergentes pidieron al G-8 que actuará en función de la declaración de la cumbre del Grupo de los 20 (G-20), que reunió en abril a las naciones industrializados y emergentes en Londres.

Los jefes de Estados y de gobierno presentes en la capital británica acordaron un monto de dinero para estimular la actividad económica y las inversiones en las naciones en desarrollo que no se ha concretado.

El G-5 reclamó en el comunicado tras su reunión del miércoles que como primer paso para salir de la crisis económica es necesario "implementar sin demora la declaración de Londres del G-20".

Además se comprometieron a diseñar una reforma del sistema financiero mundial para reemplazarlo por uno más "justo, sin exclusiones y mejor gestionado". También trabajarán juntos para "resolver la cuestión fundamental de la falta de representación y de decisión de las naciones en desarrollo en las instituciones financieras internacionales, un asunto que urge".

Las naciones emergentes pidieron el fin del proteccionismo y de las medidas "inconsistentes con la Organización Mundial del Comercio" y acordaron "dar un fuerte espaldarazo a la cooperación Sur-Sur y trilateral", aunque reconocieron que no reemplazará a la colaboración Norte-Sur.

El G-5 también intensificó su campaña para reformar el sistema de la Organización de las Naciones Unidas, en especial su Consejo de Seguridad. Su principal reclamo, aumentar la cantidad de miembros permanentes con poder de veto de ese órgano, cuenta con respaldo de algunos países del G-8, en especial de Gran Bretaña.

Las potencias menores divulgaron una declaración comercial separada de la política. Ese simple hecho ya pone de relieve su posición de que antes que un mal acuerdo prefieren que no haya ninguno.

El G-5 señaló su intención de que se terminen los subsidios en los países ricos, los que se niegan a suspenderlos pero exigen a las naciones en desarrollo que abran sus mercados a los productos del Norte.

En materia comercial así como en las negociaciones de cambio climático, las naciones emergentes se mantienen firmes y unidas. Al parecer consolidaron sus planes de trabajar juntas para romper con las formas establecidas de dominación.

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