AMBIENTE: Buque Polarstern siembra controversia en el Atlántico

El buque oceanográfico alemán Polarstern, uno de los más prestigiosos del mundo, está ejecutando el mayor experimento de fertilización de aguas marinas con hierro para absorber dióxido de carbono, causante del calentamiento global.

Buque oceanográfico Polarstern Crédito: Instituto Alfred Wegener
Buque oceanográfico Polarstern Crédito: Instituto Alfred Wegener
El experimento, que se lleva a cabo al noreste de las australes islas Georgias del Sur, en aguas del océano Atlántico, busca promover el crecimiento de fitoplancton (plancton vegetal) y la consiguiente absorción de carbono, mediante el vertido de 20 toneladas de sulfato de hierro en un radio de 300 kilómetros cuadrados.

El hierro induce la proliferación de algas y éstas absorben más dióxido de carbono (CO2) del agua durante la fotosíntesis. Como el CO2 disuelto en la superficie del océano está en equilibrio con la atmósfera, su déficit se compensa tomando más carbono del aire.

Entonces, enriquecer las aguas con hierro podría convertirse en un modo de combatir el calentamiento global, alegan los responsables de la experiencia.

Pero los ambientalistas no comparten la idea y advierten sobre lo imprevisible que pueden ser las consecuencias del experimento, inmerso ahora en una polémica de dimensión internacional.
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"La absorción de dióxido de carbono mediante la activación del crecimiento de algas en el mar no constituye un método efectivo contra el cambio climático y, además, encierra grandes riesgos ambientales. El mar puede convertirse en un biorreactor", dijo a Tierramérica Stephan Lutter, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

También cuestionan que los esfuerzos se dirijan a absorber el dióxido de carbono y no a reducir su producción.

"Una consecuencia de este tipo de proyectos de riesgo podría ser que falten medios financieros en otros lugares para investigaciones razonables de ahorro de energía, para la obtención de energía renovable y para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero", apuntó Lutter.

En tanto, los investigadores a cargo del estudio se han mostrado sorprendidos por la "intensidad" de las críticas.

"El objetivo de nuestro experimento es manipular un punto del océano en su contexto natural para entender y cuantificar los procesos que caracterizan a los ecosistemas oceánicos", explicó a Tierramérica el profesor Ulrich Bathmann, del Instituto Alfred Wegener para la Investigación Polar y Marina, responsable del proyecto junto con el Instituto Nacional de Oceanografía de India.

La prueba "mostrará cómo reacciona el plancton al ingreso de hierro, qué cantidad de fitoplancton se forma, qué cantidad de dióxido de carbono es fijado —absorbido—, qué porcentaje del carbono permanece en el sistema, y cuánto del carbono se hunde en las profundidades del océano", agregó Bathmann.

Por su parte, y según ha trascendido, la cancillería de Argentina se mostró preocupada por el experimento y pidió explicaciones a la representación alemana en el país, ya que, si bien se lleva a cabo en aguas internacionales, sus consecuencias podrían afectar el mar Argentino.

Las organizaciones ambientalistas sostienen que la prueba se da de bruces con la normativa internacional.

De hecho, la Novena Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica, celebrada del 19 al 30 de mayo de 2008 en Bonn, arrojó pronunciamientos críticos respecto a este tipo de iniciativas.

"La Conferencia tomó clara posición contra las actividades de fertilización artificial de áreas marítimas con el propósito de absorción de dióxido de carbono. La razón: los científicos temen graves consecuencias negativas para el medio ambiente marítimo", puede leerse en el sitio oficial del Ministerio de Medio Ambiente, Conservación de la Naturaleza y Seguridad Nuclear de Alemania.

Pero el 26 de enero las autoridades alemanas dieron luz verde al experimento bautizado Lohafex ("loha" significa hierro en hindi).

Y así, 49 científicos, la mayoría indios y alemanes, pero también italianos, españoles, ingleses, más un francés y un chileno, dieron inicio a la planeada fertilización con hierro de aguas atlánticas. Entonces ya se encontraban embarcados en el rompehielos desde hacía 20 días, aguardando la autorización.

"El experimento marcha bien. La fertilización se llevó a cabo en un remolino oceánico cerrado. El fitoplancton crece y la biomasa se ha más que duplicado", confió a Tierramérica Bathmann, encargado de controlar desde tierra el desarrollo de la prueba.

En los últimos 15 años la captura de carbono oceánico fue probada con fines científicos en una docena de pequeños experimentos, cinco de ellos en el océano Antártico..

En 2007, sin embargo, la empresa estadounidense Planktos debió desistir de sus planes de fertilización con hierro en aguas ecuatorianas cercanas a las islas Galápagos, en el océano Pacífico, debido a la firme oposición de ambientalistas y autoridades de la región.

Con la operación, la firma pretendía negociar en el mercado global de créditos de carbono, contemplado en el Protocolo de Kyoto sobre cambio climático.

Los responsables de Lohafex, en cambio, han descartado cualquier propósito comercial.

Pese a eso, las asociaciones ecologistas ven serios riesgos en el asunto. "Existe el peligro de que empresas interesadas intenten vender la fertilización con hierro como medida contra el calentamiento global, e incluirla en el mercado mundial de emisiones", sostiene la organización ambientalista Conferencia de Acción para el Mar del Norte.

"Se trata de un plan megalómano de los investigadores. El trasfondo es el interés económico por encontrar una solución de bajo costo para el problema mundial del dióxido de carbono", señala la organización en sus comunicados sobre el tema.

Con todo, y de acuerdo al plan original, el Polarstern dará por concluido el experimento el 17 de marzo, cuando arribe a las costas de Punta Arenas, en el sur de Chile, con la polémica desatada a cuestas.

* Este artículo fue publicado originalmente el 21 de febrero por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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