SRI LANKA: Ataques contra la prensa, una condena perpetua

Maharaja TV fue la última víctima de la violencia que los medios de comunicación de Sri Lanka han soportado en los últimos años. En una incursión a sus instalaciones, desconocidos golpearon a sus empleados y destruyeron costosos equipos.

Como de costumbre, el gobierno prometió una investigación imparcial de rutina sobre el ataque del martes.

"Estaré satisfecho y gratamente sorprendido si surge algo" de la investigación oficial, dijo a IPS Paikiasothy Saravanamuttu, director ejecutivo del Centro para las Alternativas Políticas, una organización académica srilankesa. "Pero la impunidad persistirá."

La Comisión Asiática de Derechos Humanos, con sede en Hong Kong, expresó su conmoción por el incidente. "La única diferencia" respecto de atentados anteriores "es su alcance masivo", señaló.

En las primeras horas de la madrugada del martes, hombres armados enmascarados irrumpieron en la sede de Maharaja TV, en el sur de Colombo y a unos pocos kilómetros del edificio del parlamento. Mientras apuntaban al personal con sus armas, destruyeron la principal sala de control.
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Los desconocidos, vestidos de negro, usaron explosivos para destruir sistemáticamente cada pieza de equipo del local, dijo a IPS Chevaan Daniel, director de Maharaja TV, televisora que integra el grupo de medios de prensa Organización Maharaja.

"Era un panorama de devastación total", expresó.

Cartuchos vacíos fueron esparcidos sobre el piso del local de Maharaja TV, donde operan las dos estaciones de televisión y radio más populares del país.

Aunque nadie se responsabilizó del ataque, expertos en seguridad opinaron que el uso de rifles de asalto T-56, pistolas, granadas y un vehículo sin matrícula, así como la precisión militar con que fue realizado, deja en evidencia la participación de grupos pro-gubernamentales.

Medios estatales habían acusado a Maharaja TV de "poco patriótica" por su cobertura de la caída de Kilinochchi, baluarte de la insurgencia tamil, el 2 de este mes, así como de otras victorias del ejército srilankés en el norte de la isla.

Maharaja TV negó las acusaciones y dijo que dedicó al menos 20 minutos —mucho más que otros canales— de los 30 que dura su noticiero a la caída de Kilinochchi, y que mostró también los festejos en Colombo.

Poco después del ataque, el presidente Mahinda Rajapakse condenó el incidente y ordenó una investigación, mientras varios miembros de su gabinete visitaron la estación de transmisiones y expresaron su preocupación.

Pero las sospechas rápidamente recayeron sobre el gobierno o sus agencias. El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), con sede en Nueva York, y otras organizaciones exigieron una investigación parlamentaria independiente.

"Ya no se puede confiar en que el gobierno actúe con imparcialidad hacia quienes quieren silenciar a los medios de Sri Lanka", dijo Bob Dietz, coordinador para Asia del CPJ.

"El gobierno y sus aliados no oficiales han sido con demasiada frecuencia los principales sospechosos detrás de los ataques contra periodistas y organizaciones de medios", agregó.

"Debe haber un freno a la violencia y las amenazas contra medios privados y periodistas que intentan informar de modo imparcial sobre el conflicto", declaró la organización Reporteros Sin Fronteras, con sede en París.

La mayoría de los observadores independientes coincidieron en que la intimidación de los medios continuará y que la investigación ordenada por el gobierno no llegará a ninguna parte.

Jehan Perera, columnista y director ejecutivo del Centro Nacional para la Paz, vinculó el ataque a la determinación del gobierno de aferrarse al poder silenciando o eliminando a la oposición.

Agregó que el gobierno hará cualquier cosa por apartarse de las violaciones a los derechos humanos y aumentar las preocupaciones de la comunidad internacional.

El embajador estadounidense Robert O' Blake y la alta comisionada canadiense (embajadora) Angela Bogdan lideraron las condenas al ataque en las declaraciones de prensa.

Chevaan Daniel, de Maharaja TV, dijo que enviados de muchos países expresaron su preocupación y exigieron una investigación imparcial.

Pese a que en la última década surgieron muchas organizaciones de defensa de los derechos de los medios en Sri Lanka, los periodistas nunca se sintieron tan amenazados como ahora.

Quince periodistas y trabajadores de los medios fueron asesinados desde 2006, mientras que otros 15 fueron secuestrados o arrestados por la policía. Las oficinas de por lo menos dos periódicos fueron registradas y sus equipos destruidos.

Nadie fue arrestado, detenido o culpado por el gobierno, en ningún caso, a pesar de las "intensas investigaciones" de agencias estatales.

En 2008, un año particularmente difícil para la prensa, el gobierno impuso reglas para controlar las transmisiones televisivas, satelitales y por Internet, que, según periodistas, constituyen una censura "draconiana y represiva".

Las nuevas normas controlan los contenidos y restringen las licencias televisivas a apenas un año. Antes tenían una vigencia de cinco a siete años.

También buscan controlar los contenidos transmitidos por servicio de mensajería multimedios (MMS), mecanismo de difusión de noticias por telefonía celular más avanzado que el de mensajes cortos (SMS) y muy popular en este país golpeado por la guerra.

Chevaan Daniel dijo que tuvo poco tiempo para recuperarse del ataque del martes. "Debí reunir a la 'tropa' (el personal de la televisora) y continuar transmitiendo en circunstancias difíciles", manifestó.

El ataque fue un golpe contra la libertad de expresión de cada uno de los srilankeses, aseguró. "La gente no sólo debería tener el derecho a la expresión, sino también el derecho a escuchar", añadió.

El canal Sirasa TV, que transmitía en idioma cingalés, era el más popular en la isla, recordaron analistas de medios. Perera dijo que Sirasa se mostraba muy positivo hacia los puntos de vista articulados por organizaciones promotoras de la paz, como la suya.

Perera dijo que en las últimas dos décadas los medios procuraron convencer a la sociedad de que los principales problemas srilankeses eran la insurgencia de los Tigres para la Liberación de la Patria Tamil, el terrorismo y la seguridad nacional.

"La gente cree que éstas son las causas de todos los sufrimientos en Sri Lanka, y que ninguna otra cosa importa", sostuvo.

Saravanamuttu dijo que el gobierno no había demostrado su compromiso de investigar fehacientemente los delitos contra los medios de prensa. "El régimen está usando la guerra para consolidar su poder", declaró.

"Es tiempo de elevar las antenas para emitir señales de alerta temprana, nacional e internacionalmente, sobre la situación de las libertades y los derechos humanos, que se han vuelto desastres inmanejables en Sri Lanka", expresó la Comisión Asiática de Derechos Humanos.

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