FORO DE DAVOS: Fuego pesado desde la otra orilla

Uno de los pocos indicadores en ascenso en esta época de crisis económica y financiera es el que mide el tono de la repulsa contra los responsables del desastre y contra las instituciones que los patrocinaban.

Así quedó en evidencia en esta ciudad turística del este de Suiza, donde sostiene su sesión anual el Foro Económico Mundial (FEM), una de esas entidades que en las últimas décadas han amparado las políticas de desregulación identificadas como causantes de la crisis.

La parlamentaria socialista suiza Susanne Leutenegger empleó por ejemplo un matiz subido para relacionar al FEM con la crisis. El foro de Davos ha sido "una de las agencias ideológicas detrás del proceso" de esas políticas, dijo. En las sesiones del foro, iniciadas hace 39 años, "se cruzaban las finanzas, la industria y la política", recordó Leutenegger. Allí se establecían contactos y redes informales, mientras los políticos se sentaban "en la mesa de los empleados domésticos" y los medios de comunicación "se entusiasmaban con los ricos y los poderosos" del mundo, prosiguió.

La legisladora habló en la presentación de las distinciones del Ojo Público de Davos, una especie de "premio de la vergüenza" que dos organizaciones no gubernamentales, la suiza Declaración de Berna y Greenpeace, otorgan irónicamente a empresas que hayan violado principios éticos y conservacionistas.

A través de esos premios y del contenido político de las ceremonias de entrega, el Ojo Público ha sido, en sus 10 años de vida, uno de los observadores más críticos del Foro de Davos.
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Por esa época, los medios de comunicación "en su frenesí en torno a Davos, ahogaban los impulsos críticos en favor de una economía más social y de políticas sustentables", apuntó Leutenegger.

El Premio Global de este año fue otorgado a la minera estadounidense Newmont, la mayor productora de oro del mundo, por las prácticas "escandalosas" que aplica en sus establecimientos del este Ghana, donde destruye hábitat naturales únicos, obliga a reasentamientos forzados de pobladores y contamina el suelo y los ríos, según dijo el jurado.

En cuanto al premio correspondiente a empresas suizas, este año correspondió a la empresa de energía BKW, por construir en Alemania una central de generación térmica a carbón, el combustible más contaminante, dijeron las dos organizaciones.

En contraste, el Ojo Público entregó también un Premio Positivo, que reconoció los esfuerzos de dos dirigentes obreros colombianos, Jairo Quiroz y Freddy Lozano, y de su sindicato Sintracarbón, para revertir la decisión de una empresa transnacional minera que desalojó a unas 800 familias de afrodescendientes para expandir su yacimiento de El Cerrejón, en el noreste de Colombia.

En realidad, el mensaje de los premios negativos identificó a dos compañías que ejemplifican los abusos sociales y ambientales de todos los miembros del FEM y de las grandes empresas, que son la imagen de la globalización sólo fundada en la ganancia, dijeron las dos entidades organizadoras.

Por esa razón, la Declaración de Berna y Greenpeace dirigieron este jueves una carta al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pidiéndole que "establezca ya regulaciones sobre las empresas".

Hasta ahora, todos los esfuerzos por adoptar reglas jurídicas vinculantes para las empresas transnacionales han fracasado a causa de la oposición de Estados Unidos, sostuvieron.

El mensaje a Obama solicita que en el futuro, todos los proyectos de las transnacionales respeten los derechos de las comunidades asentadas en el lugar donde se llevarán a cabo. También piden que no exista impunidad para esas empresas en caso de violación de las normas.

Las dos organizaciones pretenden que el Ojo Público se convierta en un punto de encuentro para todos los críticos del Foro de Davos, dijo Oliver Classen, de la Declaración de Berna.

Las actividades del FEM deparan también críticas contra las autoridades suizas por el apoyo que brindan a la reunión de Davos. El Foro es una asamblea privada, pero el gobierno suizo la subvenciona con ocho millones de francos, unos siete millones de dólares, en su mayoría para servicios de seguridad, dijo Leutenegger.

La parlamentaria socialista calculó que si se tomaran en cuenta todas las erogaciones del Estado suizo destinadas al Foro de Davos, ascenderían a unos 20 millones de francos, alrededor de 17,6 millones de dólares.

Las policías de varios cantones, los estados federales de Suiza, y unos 5.000 soldados del ejército son desplazados durante esta semana de sesiones de Davos. Al mismo tiempo, la fuerza aérea nacional, secundada por su par de la vecina Austria, controla la seguridad del espacio aéreo sobre Davos.

Leutenegger observó que la mayoría de las manifestaciones callejeras de protesta contra el Foro de Davos están prohibidas. La libertad de palabra y el derecho de reunión quedan virtualmente suspendidos en todo el país durante el desarrollo del Foro, insistió.

Una manifestación contra el Foro de Davos, convocada por organizaciones sociales y políticas de izquierda para este sábado en Ginebra, ha sido prohibida por las autoridades.

La parlamentaria comentó que la revolución neoliberal parece haber fracasado rotundamente en el mundo y que ahora sus "desvergonzados promotores pretenden obtener dinero sin costo del Estado".

Sin embargo, el Foro de Davos, "un exitoso gestor de ese modelo de negocios, lo pasa muy bien", dijo Leutenegger. Según sus estimaciones, las 1.000 empresas más grandes del mundo, que son miembros del FEM, le aportan anualmente unos 40 millones de francos, algo más de 35 millones de dólares.

En total, sumadas las contribuciones especiales de las compañías financieras y las tarifas que percibe de los participantes del Foro, la entidad, que funciona en Suiza como una fundación de beneficencia, obtiene anualmente unos 100 millones de francos, alrededor de 88 millones de dólares.

Leutenegger dedicó también algunas observaciones a la izquierda y a los sindicatos porque "fracasaron en establecer las presiones necesarias para contener los elementos que precipitaron la crisis".

Se necesita una discusión fundamental, especialmente en la izquierda, en los sindicatos y en los movimientos sociales, sobre la construcción de un sistema poscapitalista y su aplicación, recomendó.

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