ISRAEL-PALESTINA: Cadena de desconfianzas

El gobierno de Israel no cree que el cese de hostilidades que él mismo pactó con el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) de Palestina vaya a durar mucho tiempo.

El primer ministro de Israel, Ehud Olmert, no se hace ilusiones. "La tregua es frágil y podría tener corta vida. Hamás no ha cambiado, son terroristas despreciables y sedientos de sangre que aún hoy hacen todo lo que pueden para dañar a civiles israelíes", afirmó.

El experto en negociaciones israelí-palestinas Yossi Alpher, ex director del prestigioso Centro Jaffee de Estudios Estratégicos, con sede en Tel Aviv, también considera que una invasión de la franja de Gaza por parte de Israel es más probable que un prolongado período de calma.

Sin embargo, Alpher se mostró satisfecho por la decisión israelí de comenzar a levantar el bloqueo económico sobre Gaza, que, a su juicio, plantea cuestiones éticas y ha dañado los intereses estratégicos del país.

"Para Israel se trata de un cese del fuego táctico, no una medida estratégica", señaló a IPS. "La percepción del público es que todo esto terminará en una gran operación militar."
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"No es muy probable que la tregua sea el primer paso hacia una mayor coexistencia, sino más bien que represente la continuación de la cuenta regresiva hacia un choque de gran magnitud", agregó.

Quienes apoyan el cese de hostilidades y se oponen a una operación militar en Gaza muestran su preocupación por la ausencia de una "estrategia de salida" del gobierno.

Incluso si Hamás recibe un duro golpe, argumentan, el ejército tendrá que retirarse del territorio en el algún momento y habrá que negociar una tregua con el movimiento islamista.

Alpher, ex asesor especial del ex primer ministro Ehud Barak (1999-2001) en sus negociaciones con los palestinos y también ex integrante del Mossad (servicio secreto israelí), no cree que la ausencia de una estrategia de salida convenza a sus compatriotas de que no vale la pena lanzar una gran ofensiva en Gaza.

La intervención militar, dijo, se producirá cuando el público y la dirigencia política lleguen a la conclusión de que "una invasión a Gaza, un sangriento enfrentamiento con muchas bajas israelíes y sin una estrategia de salida, es mejor que tener a un cliente de Irán (Hamás) amenazándolos desde allí".

Para Hamás, el acuerdo representa dos logros. Ha obligado a Israel a negociar, aunque sea de forma indirecta, con la mediación de Egipto. Y ha comenzado a debilitar el bloqueo impuesto por Israel hace un año, cuando el movimiento islamista tomó por las armas el control de Gaza, desplazando al secular y moderado Partido Fatah.

Según el acuerdo, Israel incrementará el flujo de bienes y materias primas hacia Gaza y también permitirá una progresiva reapertura de los pasos fronterizos si la calma se mantiene.

Algunos países europeos, que hasta el momento habían evitado tener contacto con Hamás, han señalado que comenzarán una aproximación.

Una de las consecuencias estratégicas del acuerdo "es que Hamás está quebrando su aislamiento", según Alpher.

Otra, agregó, es que el movimiento islamista se ha fortalecido a expensas del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Abú Mazen, más moderado, el interlocutor con Israel en negociaciones que hasta el momento han ofrecido pocos resultados tangibles. "Abú Mazen ha sido debilitado. Hamás ha logrado de Israel algo que él no pudo obtener", afirmó.

Pero Alpher considera positivo el levantamiento del bloqueo, que además de violar los derechos humanos era ineficaz.

"Se trató de un gran error. Durante 41 años, diversos gobiernos israelíes recurrieron a la estrategia del palo y la zanahoria para influir en el comportamiento de los palestinos. No hemos aprendido que no funcionó", explicó.

Esta estrategia "llevó a los palestinos a apoyar más a Hamás y pesa en nuestra conciencia, porque se trata de algo desagradable. No es un arma efectiva. Me alegra que se la haya abandonado", aseguró Alpher.

Uno de los argumentos más empleados para oponerse a un cese de hostilidades es que brindaría a Hamás tiempo para rearmarse y prepararse mejor para enfrentar una futura operación militar israelí en Gaza.

El viceprimer ministro Haim Ramon, uno de los críticos más duros del acuerdo, al que considera "una victoria para los radicales islamistas", insiste que Israel tendrá que lanzar finalmente un ataque, que tendrá un "precio mucho más alto" en vidas perdidas.

Alpher coincide, pero cree que, al mismo tiempo, Israel tendrá la oportunidad de preparar mejor sus propias defensas contra los ataques con cohetes lanzados desde Gaza por Hamás.

Los defensores del acuerdo afirman que las relaciones Israel-Egipto no podían ser ignoradas al momento de aceptarlo. Se trata de uno de los dos Estados árabes que han firmado tratados de paz con Israel. Tras los esfuerzos de El Cairo, un rechazo hubiera desatado una crisis entre ambos países.

"Contamos con que Egipto sea más efectivo para detener el contrabando" de armas, según Alpher. Ese flujo llegan a Gaza desde territorio de ese país, por túneles que, en algunos casos, se encuentran 20 metros debajo de la superficie.

Israel no puede ignorar, agregó, que Gaza es crucial para sus relaciones con Egipto desde que Hamás tomó el control del territorio.

"El Cairo está preocupado por el impacto que puede tener en las aspiraciones de grupos islamistas internos, como la Hermandad Musulmana. Esa es la razón por la cual ejerció presión para llegar a una tregua", dijo Alpher.

Israel trató de condicionar el acuerdo a la liberación del soldado Gilad Shalit, prisionero de Hamás desde hace dos años. Aunque finalmente Olmert dejó de lado ese requisito, las conversaciones al respecto serán parte de la implementación de la tregua.

Alpher cree que existen posibilidades de éxito. "No habrá intercambio de prisioneros en la medida en que haya combates. Si se detienen, existirá una mejor atmósfera", aseguró.

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