COMERCIO-ÁFRICA: Consolidar mercados regionales contra el hambre

Los acuerdos regionales de comercio no solo sirven para proteger a los agricultores del Sur en desarrollo, en especial los de África, sino también para facilitar la distribución de ayuda alimentaria desde países vecinos en tiempos de hambruna.

La coordinadora del programa de desarrollo comercial del intergubernamental Centro Sur con sede en Ginebra, Luisa Bernal, detalló a IPS los vínculos entre los productos básicos y el desarrollo.

El Centro Sur, dedicado a mejorar la cooperación entre países en desarrollo, y la organización no gubernamental antipobreza ActionAid advirtieron en un reciente informe cómo los grandes operadores se aseguraron la mayoría del negocio mundial de productos básicos agrícolas.

"Es muy valioso que los países en desarrollo se unan en sus regiones y consideren cómo construir sus mercados y qué tipo de productos básicos producirán. Existe una visión de una África unida e integrada y de cuerpos regionales que la hagan posible", sostuvo Bernal.

"Cuando hay déficit alimentario en alguna región de África, por ejemplo, la ayuda fluye desde Estados Unidos. Pero un país en las cercanías podría suministrar esa comida", explicó.

La unidad económica regional puede ayudar a proteger a los productores en el mundo en desarrollo, según el estudio.

Los países pobres deberían desarrollar políticas regionales de competencia para proteger sus propios mercados de la concentración. La mayoría de esos estados carecen de la capacidad institucional y humana para ejercer esta competencia a nivel nacional.

Deberían ir aun más lejos y unirse en la negociación conjunta de reglas mundiales de competencia, recomienda el informe.

Dede Amanor-Wilks, directora de ActionAid para África occidental y central, recordó que los agricultores de África y de otras regiones pobres no lograron beneficios del actual encarecimiento de sus productos.

"El Norte rico e industrializado fijó las reglas del juego y distorsiona los mercados a su favor. Mientras, los productores africanos, cuyos gobiernos aceptaron las reglas, están perdiendo la partida", sostuvo la experta en la introducción del informe.

Corporaciones multinacionales usan su creciente poder para aprovechar esas normas contra los pobres, según el estudio. En 1998, las seis principales compañías cafetaleras concentraban la mitad del mercado mundial. Para 2002, las dos mayores gozaban de 75 por ciento.

La concentración da a las corporaciones multinacionales el poder de dictar los términos de intercambio, lo que dificulta la incidencia de los países en desarrollo cuya economía depende de los productos básicos.

Estos países ya sufren las consecuencias de la impredecibilidad de los precios, como fluctuaciones en los ingresos y ahorros nacionales y en las arcas del Estado.

Por lo tanto, la planificación se vuelve difícil, lo cual atrapa a estos países en la condición de exportadores de productos básicos y materias primas.

Burundi, que obtiene 87 por ciento de sus ingresos en divisas extranjeras por la exportación de café y té, es un ejemplo de eso. En 1987, el precio del café cayó 37 por ciento, y el del té, 20 por ciento. Como consecuencia, los ingresos del país cayeron de 154 millones de dólares a 90 millones.

En 1988, los precios del café aumentaron siete por ciento y las exportaciones también se elevaron, por lo que esos ingresos se incrementaron a 132 millones de dólares. Luego, siguieron las fluctuaciones. En 2003, las exportaciones totales de Burundi ascendieron a apenas 37 millones.

El informe considera que se deben poner en vigor otra vez las juntas nacionales de productos básicos, que tenían en el pasado el objetivo de asegurar un precio justo y de reducir la vulnerabilidad de los productores ante las fluctuaciones del mercado, hoy agravadas por la concentración.

Esas juntas fueron desmanteladas por las políticas de liberalización comercial impuestas en los años 70, 80 y 90, dijo Bernal a IPS.

La liberalización también condujo a la decadencia de infraestructuras nacionales, como las carreteras, pues se alentó a los gobiernos a concentrarse en la producción de materias prímas para la exportación a países ricos y remotos sin preocuparse de la construcción de mercados nacionales o regionales.

Los granjeros, por ejemplo, necesitan buenos caminos para acceder a los mercados cercanos.

Bernal consideró que la actual crisis alimentaria abre la oportunidad de priorizar el desarrollo agrícola de los países dependientes de la exportación de productos básicos.

El financiamiento del desarrollo rural y de la infraestructura, a través de la asistencia externa, podría ayudar a muchos países a salir de la franja de peligro. "La inversión en agricultura tiene un importante efecto multiplicador", añadió.

El investigador David Zounmenou, del Instituto de Estudios sobre Seguridad en Pretoria, dijo que Senegal gasta hoy 500 millones de dólares anuales para importar arroz a causa de la escasez.

"Ese dinero podría usarse para irrigación e infraestructura agrícola. Necesitamos un enfoque de largo plazo para la agricultura", sostuvo.

De todos modos, el Norte industrializado ya no actúa solo en la fijación de normas comerciales, según Joachim von Braun, del Instituto Internacional de Investigaciones en Política Alimentaria con sede en Washington.

"Hoy, los países en desarrollo usan mucho las diversas reglamentaciones de la Organización Mundial del Comercio. Ahora han comenzado a utilizar las restricciones a las exportaciones" cuando los productores no logran abastecer el mercado nacional, explicó.

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