COLOMBIA: Operación Emmanuel mostró entendimiento posible

Un testigo cubano de excepción, Germán Sánchez Otero, embajador en Venezuela, acompañó las primeras liberaciones de rehenes de las FARC u «Operación Emmanuel», y lamenta que la vía del entendimiento se bloquease desde el ataque que mató el 1 de marzo a «Raúl Reyes» y a una veintena más de personas.

Una nueva incógnita es cómo incidirá en el acuerdo humanitario, o posible canje de rehenes de la guerrilla por insurgentes presos, la muerte hace dos meses pero conocida el pasado fin de semana de Pedro Antonio Marín, alias "Manuel Marulanda" y "Tirofijo", el legendario líder de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia).

Sánchez Otero escribió un breve libro, "Transparencia de Emmanuel", en el que sostiene que las liberaciones fueron posibles por la convergencia de voluntades y claridad con ese objetivo, tanto de la guerrilla como de los gobiernos de Venezuela y Colombia.

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, bautizó como Operación Emmanuel el rescate de Consuelo González y de Clara Rojas, madre del niño Emmanuel, primero frustrado en diciembre de 2007 y finalmente coronado el 10 de enero con la entrega por parte de las FARC de las rehenes a enviados de este país y de la Cruz Roja.

En el ínterin se encontró en un hogar sustituto al pequeño Emmanuel, de forma que la historia galvanizó la atención de la prensa en América y Europa.
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"La situación se ha complicado y el escenario ahora es mucho más difícil que el existente cuando se produjo la Operación Emmanuel", dijo Sánchez Otero a IPS, "pero no se debe renunciar al optimismo por encontrar caminos y resultados parecidos aún en medio del conflicto más terrible".

El 27 de febrero fueron liberados otros cuatro políticos rehenes de la guerrilla: Gloria Polanco, Luis Eladio Pérez, Orlando Beltrán y Jorge Gechem, entregados al gobierno de Venezuela sin la presencia de observadores internacionales, como sí ocurrió en el caso de Rojas y González.

Representantes de Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Francia, Suiza y el propio Sánchez Otero, como delegado de Cuba, acompañaron la primera expedición venezolana que fue a buscar a González y Rojas. La ausencia de Emmanuel y operaciones militares en la zona donde se suponía estaban las rehenes hicieron a las FARC desistir de su entrega en diciembre.

Sánchez Otero da cuenta de las reuniones sostenidas por los enviados venezolanos y sus acompañantes con el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, y sus colaboradores, en las que los primeros urgían por el cese de hostigamiento militar a los insurgentes para permitir a los guerrilleros el traslado y entrega de las cautivas.

Es un libro escrito en primera persona, con una detallada descripción de Sánchez Otero sobre sus preparativos, la estadía en un club campestre de las llanuras colombianas y su esfuerzo por observar objetivamente el comportamiento de los otros participantes.

El libro fue un pedido expreso del líder cubano Fidel Castro, quien planteó a Sánchez Otero escribir una crónica de su misión más que un rígido informe. "El comandante seguía paso a paso la operación, sumamente interesado en su éxito", dijo el autor.

Para que no hubiese dudas, Castro escribió el prólogo. "Doy testimonio de lo maravillado que estaba cuando Germán me transmitía en detalle los hechos. Seguía de cerca cada paso suyo", asentó el ex presidente cubano en su breve texto.

Tras la fallida liberación de las rehenes en diciembre, y al organizarse velozmente su búsqueda en enero, Uribe pidió que un representante cubano acompañase a los enviados de Venezuela, y entonces La Habana encargó nuevamente la misión a Sánchez Otero. Dirigió la operación el actual ministro del Interior de Venezuela, Ramón Rodríguez Chacín.

En los diálogos de Rodríguez Chacín con militares colombianos, como el general Guillermo Quiñones, quien comanda fuerzas en la zona del rescate, Sánchez Otero recoge la tensión binacional desde que en noviembre de 2007 Uribe relevó abruptamente a Chávez como mediador ante las FARC para el acuerdo humanitario.

Conminado a contener sus efectivos para facilitar la operación, Quiñones preguntó a Rodríguez Chacín: "¿Y que podría hacer yo si se acercaran terroristas en dirección al lugar donde están los efectivos míos en disposición combativa?"

"—Ese no es un asunto de mi competencia— respondió Chacín con agilidad y de manera categórica".

El embajador cuenta el recorrido de las aeronaves y registra que en el tramo final, cuando dos helicópteros venezolanos van al paraje donde espera una columna de las FARC con las rehenes, Rodríguez Chacín, ordenó zigzagueos de apariencia incoherente en el recorrido de los aparatos.

"Se trataba de obvios movimientos de engaño que el ministro dispuso, para evadir el posible control (de la inteligencia militar colombiana) que se quisiera mantener sobre ambos equipos, hasta decidir el aterrizaje en el lugar exacto", relata el embajador.

Cuenta también que una vez producido el aterrizaje, él, como otros miembros de la comitiva, olvidaron formalidades o precauciones ante serpientes u otros peligros en medio de la maleza y corrieron a abrazar a las rehenes, en una confusión de emociones y lágrimas que registró parcialmente la cámara de la emisora de televisión regional Telesur.

"Fueron muy interesantes los nexos que aprecié entre cada una de las liberadas y varios guerrilleros, estrechos y amistosos, al parecer con aquellas y aquellos que estuvieron más tiempo cerca de ellas", relató.

También le llamó la atención, de los guerrilleros, que "casi la totalidad se trataba de jóvenes entre 20 y 30 años", así como "su físico saludable, su desenvolvimiento, muy seguros de sí mismos, disciplinados y organizados. Actuaban sincronizadamente, como si hubieran estudiado sus conductas, y a la vez lo hacían de manera natural".

Sánchez Otero dijo que no presenció cuando Rodríguez Chacín dijo frases de ánimo a un responsable guerrillero. Observó, en cambio, que desde un helicóptero se obsequió al grupo rebelde una caja refrigerante llena de bebidas gaseosas y hielo.

"El libro buscó registrar un acontecimiento sin duda histórico, que fue una acción unilateral de las FARC, el papel desempeñado por el presidente Chávez auxiliado por la senadora (colombiana de oposición) Piedad Córdoba, y que el presidente Uribe facilitó las condiciones en las cuales se realizó", resumió el embajador.

Cuba, por otra parte, "no empuja este proceso. Estamos atentos y dispuestos a colaborar, con humildad, en la búsqueda de soluciones negociadas y pacíficas, porque creemos que no hay solución militar para este conflicto", concluyó Sánchez Otero.

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