CHINA: Terremoto alivia críticas por papel ante Birmania

La solidaridad internacional hacia China, a causa del devastador terremoto en la provincia de Sichuan, ha distraído la atención y acallado las críticas sobre el papel e influencia de Beijing en el régimen de Birmania, golpeada a su vez por el ciclón Nargis.

Pero la franqueza de las autoridades chinas en el manejo del desastre natural doméstico ha animado a los ciudadanos y a los cada vez más audaces medios de prensa nacionales a hablar y criticar la situación de la vecina Birmania.

Pocos días después del terremoto del 12 de mayo en Sichuan, el semanario chino Southern Weekend publicó un artículo de una página sobre las miserias de los birmanos afectados por el ciclón del 2 de este mes, con testimonios de primera mano desde algunas de las zonas más castigadas en el delta del río Irrawaddy, en el sudoeste del país.

Las voces de los funcionarios de la dictadura militar birmana, que cuenta con apoyo de Beijing, estaban notoriamente ausentes del artículo. En cambio las quejas de los aldeanos fueron desplegadas con gran protagonismo, junto con pedidos de donaciones formulados por organizaciones humanitarias chinas con sede en Birmania y empresarios locales.

La sola aparición del artículo es insólita en la prensa china controlada por el Estado, donde las noticias sobre Birmania son cuidadosamente controladas y la información se filtra con cuentagotas. Pero las conclusiones del informe resultaron aún más sorprendentes.
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"El estado actual de las operaciones de socorro es preocupante. Si la situación no mejora, la crisis humanitaria que se está produciendo en Birmania no será menos desastrosa que la calamidad natural ocurrida", señaló el Southern Weekend.

El artículo no llegó a reclamar a Beijing que adoptara un papel más activo y echara mano a su influencia en Birmania para ayudar a que la asistencia internacional alcanzara a las víctimas del ciclón. Pero el contraste entre la forma en que ambos países afrontan sus catástrofes naturales resultó significativo.

El primer ministro chino Wen Jiabao, se trasladó a la zona del desastre apenas horas después del terremoto, que mató a unas 50.000 personas, y se hizo cargo de las operaciones de rescate en las que participaron alrededor de 100.000 soldados del ejército.

Wen se comprometió a "usar todos nuestros recursos y salvar vidas a cualquier costo". También agradeció la solidaridad internacional, aceptó ofertas de ayuda e incluso permitió que socorristas extranjeros trabajaran en el área afectada.

En cambio, la junta militar birmana se rehusó a recibir auxilio durante más de 10 días luego del ciclón, que provocó la muerte de más de 130.000 personas y dejó 2,4 millones de desposeídos. Decenas de miles se encuentran amenazados por enfermedades, debido a la falta de agua potable, comida, medicamentos y alojamiento. Las autoridades restringieron el acceso de socorristas internacionales a las zonas afectadas.

La rápida respuesta de Beijing al terremoto de Sichuan pudo haber estado influenciada por la reacción internacional frente a la actitud de la junta militar birmana, que recibió una condena unánime. El primer ministro de Australia, Kevin Rudd, caracterizó su comportamiento como "insensible".

Pero la comunidad internacional ha estado dividida sobre cómo lograr que los generales birmanos acepten la ayuda y los conocimientos que pueden ofrecer organizaciones del exterior.

Algunas potencias occidentales invocaron el principio de la "responsabilidad de proteger", de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para justificar el envío de ayuda sin el consentimiento de las autoridades de Birmania.

China, India, Tailandia y otros países asiáticos, por su parte, han evitado confrontar públicamente con la junta militar respecto de su negativa a recibir asistencia y se mueven entre bambalinas para enviar alguna ayuda.

A pesar de estar luchando para hacer frente a las consecuencias del terremoto en Sichuan,China pudo enviar esta semana a Birmania un equipo de 50 médicos, que llevaron 32 toneladas de alimentos, agua y medicinas, informó la televisión estatal china. Beijing también prometió 5,2 millones de dólares en concepto de ayuda de emergencia, según el Ministerio de Relaciones Exteriores.

Sin embargo, organizaciones de derechos humanos reclaman más a Beijing, que puede hacer uso de sus estrechos vínculos con Birmania para persuadir a los generales de que acepten la ayuda internacional que las víctimas del ciclón necesitan desesperadamente.

"Beijing debe hacer todo lo que está en su poder para lograr suficiente asistencia en Birmania o compartir la responsabilidad por la muerte de decenas de miles de personas", dijo Brad Adams, director del capítulo asiático de la organización de derechos humanos Human Rights Watch, con sede en Nueva York.

A pesar de su influencia sobre las autoridades birmanas, China ha sido renuente a jugar un papel diplomático más activo. Compañías chinas han realizado fuertes inversiones en la explotación de recursos naturales y el gobierno les ha concedido apoyo financiero, respaldo político y armamentos.

China es uno de los pocos aliados de Birmania y su principal protector en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde dispone del poder de veto. Bloqueó una propuesta de Francia que invocaba el concepto de "responsabilidad de proteger", argumentando que politizaría innecesariamente la ayuda y promovió "consultas bilaterales" para atender la crisis humanitaria.

Diplomáticos extranjeros en Beijing creen que el terremoto de Sichuan ha logrado que las autoridades chinas sean más receptivas a los pedidos internacionales de ayuda.

Uno de ellos señaló que "la actitud de 'mantener las manos fuera del plato' resulta inconsistente con la imagen de una potencia competente y compasiva, presentada ante el mundo por las autoridades chinas durante los últimos días".

Además, al permitir a sus ciudadanos tomar conocimiento de las reales consecuencias de destrucción y muerte del terremoto, al gobierno le resultará más difícil suprimir las noticias sobre lo que ocurre en Birmania.

El artículo publicado en el Southern Weekend es apenas un anticipo de lo que puede seguir si Beijing continúa permitiendo cierto grado de apertura a la prensa. "Se van a formular preguntas", pronosticó el diplomático.

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