DROGAS-MÉXICO: Fuego amigo en cúpula católica

El reconocimiento de un obispo católico de México de que narcotraficantes aportan dinero y obras a sus comunidades y que en ocasiones buscan a sacerdotes para ser redimidos exhibió una realidad antigua y ya reportada. Lo novedoso, según expertos, fueron las airadas reacciones dentro de la Iglesia.

"Los juegos de poder salieron a la vista con este episodio, sobre todo por la intervención del sector más rudo de la Iglesia Católica y de las otras denominaciones religiosas", dijo a IPS el sociólogo en religiones Bernardo Barranco.

El presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Carlos Aguiar, declaró el viernes pasado que los traficantes de drogas gastan parte de su dinero en diversas obras y hasta templos para sus comunidades, además de buscar apoyo espiritual de sacerdotes. No obstante, afirmó que la Iglesia condena el narcotráfico y rechaza sus limosnas.

"Aguiar que es del sector más dialogante y abierto dentro de la Iglesia mexicana jamás ensalzó a los narcotraficantes, pero sus dichos fueron aprovechados para ir contra él y dar a entender que apoyaba a las mafias", señaló Barranco, columnista de varios medios impresos y conductor de un programa radiofónico sobre el tema de las religiones.

Portavoces de la arquidiócesis de México, comandada por el arzobispo Norberto Rivera, del ala más conservadora de la Iglesia y que ha sido acusado en cortes estadounidenses de proteger a un sacerdote pederasta, salieron a condenar a las mafias y a declarar que el dinero "sucio" no se lava con obras supuestamente caritativas.

En ningún momento hablaron de Aguiar o defendieron su punto de vista.

"Rivera no perdona a los obispos que no le hayan designado a él presidente de la CEM, por eso salió a atacar indirectamente a Aguiar (electo para el cargo en 2006 por un período de tres años) dando a entender que defendió a los narcotraficantes", sostuvo Barranco.

Pero otros observadores creen que Aguiar, que en 2000 fue nombrado secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano y en 2003 fue su vicepresidente, se equivocó y no vincularon las reacciones que generaron sus dichos con las luchas de poder dentro de la Iglesia.

Miguel Ángel Granados, columnista del semanario de izquierda Proceso y del diario Reforma, señaló que el presidente de la CEM "rodeó a los traficantes de la muerte de una aura de respetabilidad" al indicar que aportan obras a sus comunidades.

Los protestantes también se refirieron al tema. Arturo Farela, presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas, pidió el lunes a la Procuraduría (fiscalía) General investigar a la Iglesia Católica por sus presuntas relaciones con los vendedores de drogas.

Mientras, José Sánchez, secretario del no gubernamental Observatorio Eclesial, consideró que las declaraciones del presidente del CEM fueron desafortunadas y "para nada tuvieron una rectificación de parte de la jerarquía".

Aguiar, quien representa a todos los obispos de México, señaló que en zonas rurales y pobres, "en donde ni el gobierno tiene recursos para actuar, los narcotraficantes hacen obras muy significativas para la comunidad". Pero, acotó, "no los estoy justificando: simplemente estoy diciendo la evidencia".

El religioso se pronunció además por dictar una ley que proteja y apoye a los narcotraficantes que decidan abandonar su ilícita actividad.

Aguiar es considerado un religioso moderado. No es parte del sector más conservador, donde se ubica al arzobispo Rivera, aunque tampoco se lo incluye en el grupo de obispos progresistas.

Según Barranco, lo que señaló Aguiar "no es nada nuevo, pues otros prelados hablaron ya en el pasado del tema y hasta justificaron el aporte de los narcotraficantes".

En septiembre de 2003, Juan Sandoval, cardenal de Guadalajara, la segunda ciudad más poblada de México, fue investigado por la Procuraduría General de la República por presunto lavado de dinero. Sin embargo, al finalizar ese año, la fiscalía desistió de la acusación aduciendo falta de elementos probatorios.

En 2005, el obispo de la ciudad de Aguascalientes, Ramón Godínez, declaró "que algunos donativos que recibimos en la Iglesia pudieran venir del narcotráfico", pero que en la medida "en que el dinero se utiliza para buenas obras se purifica".

Masferrer sostuvo que el narcotráfico en México tiene un poder tal que "sería muy difícil sostener que nadie en la Iglesia se ha relacionado con ellos, pero de ahí a hablar de una relación institucional me parece que es una exageración".

Durante el gobierno de Carlos Salinas (1988-1994), el entonces representante del Vaticano, Girolano Prigione, reconoció haberse reunido con narcotraficantes e incluso haber llevado un mensaje de ellos a autoridades.

En México operan poderosas bandas de traficantes de drogas que se consideran las principales responsables del ingreso de esos productos a Estados Unidos, donde está el mayor número de consumidores del mundo.

Parte de los jefes de esos grupos son originarios de zonas rurales, donde existe un gran apego a la religión católica. Diversas crónicas indican que los narcotraficantes pueden asesinar en la mañana e ir a un templo religioso en la tarde a jurar fidelidad a Dios.

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