DDHH-COLOMBIA: Flores contra el absurdo

«Fue un homenaje a los compañeros indígenas, afrocolombianos, campesinos, y a todos los que han sido muertos en esta guerra absurda», dijo a IPS el indígena colombiano Manuel Bautista en el acto inaugural de una marcha que concluirá este jueves en Bogotá.

Se trata del "Homenaje nacional a las víctimas del paramilitarismo, la parapolítica y los crímenes de Estado".

Miles de flores de todos los colores fueron lanzadas al río Magdalena —que atraviesa el país desde el Macizo Colombiano, en el sur, hasta el mar Caribe, en el extremo norte— por víctimas de la guerra interna que llegaron desde los occidentales Chocó y Cauca, para juntarse con las provenientes de regiones centrales, como Tolima, Huila y Cundinamarca.

Flandes, población de pescadores tolimenses, fue el sitio de encuentro. Y el puente que la une con Girardot, ciudad cundinamarquesa, fue el escenario del homenaje de unas 700 víctimas.

Según cifras de la organización no gubernamental Justicia y Paz, "en Colombia han sido desplazadas y 'desterritorializadas' (despojadas de sus tierras) cerca de cuatro millones de personas, desaparecido al menos 15.000, enterradas en 3.000 fosas comunes, o sus cadáveres han sido arrojados a los ríos".
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"Fue conmovedor. Una muestra de generosidad, de compromiso por parte de comunidades indígenas que han sido desdeñadas por el resto de la sociedad. De mujeres negras, también discriminadas, que llegaron desde Chocó con el dolor de tantos desaparecidos", dijo a IPS Iván Cepeda, coordinador del Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado.

Es "una muestra más del sentido de la marcha que clama por la paz, en cambio de la guerra", continuó Cepeda.

Una paz que los marchantes buscan, pero que no vislumbran. "Vinimos a sabiendas de lo que se vive en nuestras comunidades, al empezar ya la segunda fase del Plan Colombia (contrainsurgente y antidrogas) que, sabemos, trae desplazamientos, desalojos, bombardeos, desaparición y muerte", dijo el indígena Bautista.

Colombia lleva más de 40 años de guerra. A las guerrillas izquierdistas alzadas en armas contra el Estado en los años 60 se oponen desde la década de 1980 milicias paramilitares de ultraderecha que actúan junto con la fuerza pública.

"Debemos todos reconocer el dolor de las veredas (caseríos rurales), de las regiones apartadas. Porque los colombianos estamos siempre orientados al gozo y renunciamos a ver la verdad, y más aun, a expresar la indignación compartida", dijo a IPS el ex alcalde de Bogotá, Antanas Mockus, quien siguió a pie a los indígenas con sus bastones de mando en el calor de 40 grados del mediodía de este martes.

"Pero estas movilizaciones deben producir una convicción, un impulso que nos conduzca a la resolución del Nunca Más", agregó Mockus, y a evitar los "atajos o resultados a corto plazo", tan comunes en nuestra historia, antigua y reciente, añadió.

En opinión del filósofo, son atajos la decisión de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) de montar un campamento en territorio de Ecuador con el parapeto de la frontera, o que "el gobierno bombardee ese campamento, en vez de consultar al presidente ecuatoriano y de algún modo conseguir su autorización, (pues) prefiere el éxito".

El secuestro y el paramilitarismo también son atajos, añadió.

"En vez de construir un Estado de Derecho con una fuerza pública respetuosa de los derechos humanos, se tomó por el atajo del paramilitarismo, que produjo resultados con consecuencias no deseables", agregó.

Según las Naciones Unidas, 80 por ciento de los crímenes del conflicto han sido cometidos por los paramilitares, algunos de los cuales se acogieron a una polémica desmovilización pactada con el gobierno de Álvaro Uribe.

"Hoy, y mediante las movilizaciones, tenemos que aprender la paciencia del camino largo que es el de los resultados sólidos", continuó Mockus.

Más sobrevivientes se unieron a la marcha en las poblaciones por las que pasaba: Melgar, Boquerón y Silvania, donde descansarán hasta este miércoles para continuar viaje a Bogotá.

También se sumará el "caminante por la paz", el profesor Gustavo Moncayo, quien clama por la liberación de su hijo, el cabo Pablo Emilio Moncayo, capturado por las FARC en Patascoy, sur del país, en diciembre de 1997.

Este miércoles por la noche los caminantes llegarán al municipio de Soacha, en el sudoccidente de Bogotá, el sitio donde 19 años atrás fue asesinado el candidato presidencial del Partido Liberal, Luis Carlos Galán. Allí la marcha será recibida por su hijo, el senador liberal y opositor Juan Manuel Galán.

En ese punto se sumarán cientos de otras víctimas y sobrevivientes. Al menos 200 de ellos leyeron el domingo sus testimonios en una jornada de vigilia que se prolongó hasta la medianoche en la central Plaza de Bolívar, en Bogotá.

Los relatos podían asentarse en un libro abierto, al que una mujer desdentada y de vestimenta raída dijo que no se acercaba "porque las hojas no alcanzarían para escribir mi drama".

Este jueves acudirán a esa plaza gentes de todos los puntos cardinales de Colombia. Similares concentraciones se harán en ciudades de todo el país e incluso del exterior.

"Allí exigiremos de nuevo la verdad, la justicia, la paz, con tierra para los campesinos y democracia para todos en Colombia", dijo Cepeda.

El último informe de Justicia y Paz señala que "entre 1982 y 2005 fueron asesinados más de 1.700 indígenas, 2.550 sindicalistas y cerca de 5.000 miembros de la Unión Patriótica (partido político desaparecido por una campaña de exterminio). Los paramilitares perpetraron más de 3.500 masacres y robaron más de seis millones de hectáreas de tierra".

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