DROGAS-MÉXICO: Ex policía ofrece cielo de diamantes

Miguel Fernández fue un policía de la capital mexicana que consumió y vendió cocaína y crack durante 18 años con la complicidad de sus jefes y colegas. Ahora regentea un modesto centro de rehabilitación, donde la Biblia y el arrepentimiento son las terapias disponibles.

"Que Dios le bendiga", es el saludo de bienvenida de Fernández, de 43 años. "Yo fui más narcotraficante que policía y me encontré al borde del suicidio por mi adicción. Pero Dios me sacó del infierno, así que decidí ayudar a otros", señaló a IPS.

El ex narco-policía es una mezcla de experto en rehabilitación y predicador cristiano. Atendió desde 2002 a 408 adictos y afirma que logró recuperar a la mitad. Se ocupa fundamentalmente de personas de escasos recursos, quienes acuden animados u obligados por sus familias.

En México hay 1.800 centros de rehabilitación para drogadictos y al menos 400 cumplen con los requisitos de excelencia necesarios, según las autoridades.

La Secretaría (ministerio) de Salud reconoce que en varios de esos lugares hubo suicidios, abusos sexuales, encierros y hasta encadenamientos de pies y manos de los adictos.
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El gobierno tiene un programa para regularizar esos centros privados, pero apenas ha logrado controlar a 20 por ciento de los existentes.

Fernández, fue policía de la capital mexicana de 1984 a 1996. Luego trabajó como agente de seguridad del ex campeón de boxeo Julio César Chávez, en la ciudad de Culiacán, en el nororiente de México.

La única solución que ofrece, admite, es "una conversión a Dios".

En su centro de rehabilitación, "Fundación Pao, Nuevo Porvenir Alfa y Omega", que cuenta con autorización de la Secretaría de Salud, el ex policía ofrece una disciplina que incluye lectura de la Biblia y conferencias sobre Dios.

También brinda apoyo en las labores internas del centro y, en ocasiones, la oportunidad de salir a la calle a vender paletas de dulce y llaveros para obtener algo de dinero.

Los adictos que acuden para intentar su rehabilitación elaboran esos dulces por cuenta de una compañía privada y pagan una inscripción de unos 25 dólares. Ello les otorga derecho a tres meses de internación con techo y alimento seguros. La capacidad del lugar, ubicado en Nezahualcóyotl, una zona populosa del oriente de la capital, no supera las 20 personas.

Según estudios oficiales, 3,5 millones de los 104 millones de mexicanos han probado drogas alguna vez en su vida. Medio millón de ellos lo hacen de forma habitual y unos 280.000 son adictos severos. La droga de mayor consumo es la marihuana, seguida de la cocaína.

Casa Alianza, la organización no gubernamental católica que brinda apoyo a niños y niñas de la calle en México y América Central, recomienda a sus donantes colaborar con la Fundación Pao, donde hasta la fecha no se han registrado o trascendido quejas sobre irregularidades.

Un portavoz de Casa Alianza señaló a IPS que la Fundación Pao es una opción adecuada, sobre todo para gente pobre y que cree en Dios.

Fernández, de formación protestante, reconoce que la rehabilitación de los adictos a las drogas es complicada. Pero si "se descubre a Dios y se asume el compromiso se sale de eso. Yo lo probé", señaló.

No sigue ningún método de rehabilitación reconocido científicamente, aunque reconoce que en ocasiones es necesario que los adictos reciban tratamiento médico y psicológico para superar su problema.

"Cuando vemos esos casos, llamamos a la Cruz Roja o alguna institución del Estado", indicó.

Fernández, quien llegó a consumir diariamente 15 gramos de crack (un derivado de la cocaína de baja calidad que los consumidores queman para aspirar su humo), es un hombre fornido y algo calvo que menciona a Dios con frecuencia y al que le apasiona relatar su pasado de policía y narcotraficante.

"Creo, por mi experiencia y el contacto con los adictos, que una buena parte de la policía sigue vinculada a narcotraficantes y que muchos agentes consumen drogas", aseguró.

Miles de policías mexicanos han sido sometidos en los tres últimos años a pruebas médicas para comprobar si consumen drogas. No se sabe con exactitud cuántos estudios resultaron positivos, pero trascendió que el consumo principal es la marihuana y la cocaína. Ante la evidencia, se los separa de sus cargos.

El gobierno mexicano del conservador Felipe Calderón anunció en junio que antes de fin de año se habrán realizado pruebas a los 12.000 jefes policiales existentes en el país, según un acuerdo al que se llegó con los gobernadores estatales (provinciales).

México cuenta con unos 350.000 policías distribuidos en diversos cuerpos. La gran mayoría depende de autoridades estaduales y en general se trata de agentes mal pagados y con escasa preparación académica.

"Fui miembro de la policía judicial durante 18 años. Fueron 18 años de consumir drogas y también participé en la distribución. La corrupción se da por dentro", señaló Fernández.

En los años 80 y 90, agregó, junto a otros agentes policiales vendió y consumió cocaína y crack, chantajeó a delincuentes y acusó a inocentes para satisfacer a sus jefes. Nunca debió rendir cuentas ante la justicia.

Fernández relató que vio a varios de sus colegas morir asesinados por las mafias y a otros ir a la cárcel. "Yo mismo casi termino así, pues me quedé 'descolgado' cuando mataron a mi padrino (su comandante en la policía vinculado a narcotraficantes), pero tuve suerte y Dios me ayudó", sostuvo.

En el cuerpo policial tenía "una familia", un grupo que consumía y vendía drogas, confesó. "Yo no sabía de dónde llegaba la droga y eso no se podía preguntar a los jefes, así que sólo no encargábamos de comerciarla y consumirla".

El gobierno de Calderón, en funciones desde diciembre, otorgó mayor participación a los militares en la lucha contra el narcotráfico, relegando a un segundo plano a la policía, una institución considerada corrupta por 80 por ciento de los consultados en diversas encuestas.

Según investigaciones de la Procuraduría General (fiscalía), las mafias de la droga se infiltraron en la policía y tomaron el control de diversas zonas del país, especialmente en la frontera con Estados Unidos.

"Han pasado varios años desde que yo salí de la policía judicial de la capital, pero la corrupción sigue, hay muchos consumidores", insistió Fernández tras invitar a los adictos, con o sin uniforme, a tomar el camino hacia Dios que ofrece como remedio.

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