TRABAJO-CUBA: Normas nuevas contra indisciplinas viejas

Ofelia Hernández debe dedicar parte de su jornada laboral a hacer trámites en una oficina de atención a problemas de vivienda, mientras Antonio López (nombre ficticio) emplea las herramientas del taller estatal donde trabaja para hacer negocios particulares los fines de semana.

Son escenas cotidianas en Cuba, donde la aplicación inminente de nuevos reglamentos disciplinarios laborales ha provocado un debate nacional sobre los límites entre lo que resulta correcto o no, en un país permeado por carencias materiales que llevan a menudo a seguir vías irregulares para satisfacer necesidades básicas.

"En mi familia somos cinco, y sólo mi esposa y yo trabajamos", dice a IPS López, ingeniero en una empresa de reparación de maquinarias. "Con el salario de los dos apenas nos alcanza para comer o vestirnos decentemente, así que no me queda otra que hacer cosas 'por la izquierda'", de forma ilegal, afirma.

De acuerdo con un economista consultado por IPS, que prefirió no dar su nombre, aunque el sueldo medio nominal actual (385 pesos) duplica el de 1989 (188 pesos), poco antes de la crisis económica de la pasada década, "el poder adquisitivo del salario medio en 2006 equivale a 45 pesos del de 1989".

"Si tienes que trasladar un televisor y no hay en qué, pues tomas el carro de la empresa", dijo a IPS Esteban Betancourt, técnico automotor. "Si necesitas comprar el gas (combustible doméstico) tienes que hacerlo en horario de trabajo, porque cierran muy temprano", añadió.

Las medidas disciplinarias debían entrar en vigor en enero, pero fueron postergadas hasta abril para aplicarlas "con gradualidad, consenso, sentido político y mejores condiciones", según informó la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), única organización sindical legal en este país caribeño.

Según la resolución 188 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, el reglamento "tiene como objetivo fortalecer el orden laboral, la educación de los trabajadores y el enfrentamiento a las indisciplinas e ilegalidades en ocasión del desempeño del trabajo".

Para ello establece cuáles son las "obligaciones y prohibiciones comunes a todos los trabajadores", aquellas específicas por área, un código de infracciones, los deberes de la administración y los procedimientos para aplicar "medidas disciplinarias".

Entre los deberes figuran asistir puntualmente al trabajo, no abandonar el puesto sin autorización durante la jornada e informar a la dirección de los motivos de inasistencia. Las interdicciones comprenden aceptar retribuciones personales fuera del salario, utilizar vehículos y medios de la entidad para fines particulares y realizar actividades lucrativas por cuenta propia dentro del centro laboral.

La normativa considera como "infracciones graves de la disciplina": las ausencias e impuntualidades injustificadas y reiteradas, el abandono del puesto de trabajo, el desaprovechamiento de la jornada laboral y la violación de la seguridad informática por el uso de archivos que contengan pornografía, juegos prohibidos y documentos falsos.

Incurrir en alguna de estas faltas puede provocar la pérdida de la plaza, la reducción del salario e incluso el despido.

Las autoridades consideran que en los últimos tres lustros surgieron limitaciones objetivas y subjetivas que han derivado en un "franco quebrantamiento de la disciplina laboral a lo largo y ancho del país", según palabras del ministro de Trabajo, Alfredo Morales Cartaya.

Con una población de 11,2 millones de personas, a finales de 2005, este país reportaba 4,5 millones de personas ocupadas en diferentes sectores de la economía, según la última edición del Anuario Estadístico de Cuba, publicación de la gubernamental Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).

Según esa fuente, del total de personas ocupadas, 910.700 trabajaban en el sector cooperativo o privado. La mayoría, más de dos millones de hombres y más de un millón de mujeres, laboraban en las empresas e instituciones del Estado que aplicarán las nuevas normativas.

En inspecciones realizadas entre septiembre de 2005 y junio de 2006 por el Ministerio de Trabajo para verificar el cumplimiento del reglamento laboral vigente se detectaron irregularidades en más de la mitad de los sitios visitados.

"Tenemos una asignatura pendiente y es cómo hacer que la gente trabaje con conciencia y eficiencia", dijo Morales a la prensa estatal cubana hace un año. A juicio del ministro, el sistema socialista debe imponer una disciplina diferente a la del capitalismo, que sustenta la suya en el "desempleo y la miseria" y "la lucha por la supervivencia".

Esa falta de "conciencia" podría ser incluso anterior a la crisis de la pasada década, a juzgar por las afirmaciones del presidente Fidel Castro en varios discursos durante los años 80, cuando el gobierno se enfrascaba en el llamado "proceso de rectificación de errores y tendencias negativas".

Castro llamaba entonces a "acabar con todas las formas de despilfarro, desviación de recursos, mala utilización de los recursos, botadera, subutilización de la jornada laboral", que en su opinión debía ser "sagrada".

La cruzada emprendida en aquella época por el mandatario parece tomar un nuevo aliento ahora, con la implementación a partir de este mes de los nuevos reglamentos disciplinarios en las empresas y organismos estatales.

Según el ministro Morales, la puesta en marcha de las nuevas medidas habría sido discutida ya en la mayoría de los colectivos laborales, pero su aplicación efectiva podría tardar aún por la persistencia de problemas en el transporte, la alimentación y la iluminación de los puestos de trabajo.

"¿Dónde están las guaguas (ómnibus) para llevar a todos los trabajadores? ¿A qué hora se van a levantar para llegar temprano?", se preguntó por su parte Betancourt, que reside en una zona periférica de la capital cubana, desde donde puede tardar hasta dos horas para llegar al centro de la ciudad si usa el transporte público.

"La disciplina tiene que tomar su camino, para que la Revolución siga adelante y se cumplan los planes de producción", afirma este hombre con más de cuatro décadas de trabajo. No obstante, reconoce que "la gente no va a cambiar de un día para otro lo que ha hecho siempre".

"Hay que esperar a ver qué pasa", comenta Betancourt, desde la experiencia de sus 60 años, que le han enseñado a ser prudente frente a un futuro que no pocas veces ha dado giros impredecibles.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe