EEUU: Empresas se niegan a restringir ventas a China

Varios grupos comerciales de Estados Unidos consideran inviable y poco realista la propuesta del Poder Ejecutivo de restringir las exportaciones hacia China con el fin de evitar que Beijing se apropie de tecnología estadounidense para modernizar su aparato militar.

Decenas de asociaciones empresariales pidieron al secretario (ministro) de Comercio de Estados Unidos, Carlos M. Gutiérrez, eliminar la propuesta regulación para controlar las exportaciones hacia la República Popular China.

Los opositores a la medida, entre otros el Consejo Nacional de Comercio Exterior (NFTC, por sus siglas en inglés), la Mesa Redonda de Negocios (Business Roundtable) y la Business Software Alliance, que nuclea a las compañías de programas informáticos, afirman en una carta que la medida impondría excesivos límites a las empresas de Estados Unidos, al tiempo que no sería de ayuda para los intereses de la seguridad nacional.

Las asociaciones argumentan en su misiva dirigida a la Oficina de Industria y Seguridad (Bureau of Industry and Security) que la medida sería unilateral, ignoraría los esfuerzos diplomáticos y tendría un impacto negativo

"Pensamos que la reglamentación bien puede tener un impacto dañino en la política exterior, así como en las referidas a asuntos políticos y militares con China, al igual que en las relaciones bilaterales en temas económicos", dice la carta de 42 páginas.

La alarma encendida por los representantes de los empresarios estadounidenses es categórica, incluso algunos de ellos consideran que la medida constituye un cambio drástico en las relaciones comerciales entre Estados Unidos y China.

"Esta norma no es un cambio menor de la política (exterior), es una transformación considerable en la forma de entender las relaciones económicas. El impacto en el gremio de los negociantes estadounidenses será amplio, así como la tensión generada en los vínculos entre Estados Unidos y China, que es un aliado crucial", dijo Bill Reinsch, presidente del NFTC.

Reinsch opinó que la medida que se ha propuesto podría afectar otros ámbitos de las relaciones con China.

"La realidad es que no podemos tener una política exterior en la busquemos comprometer a China en muchos aspectos, desde asuntos diplomáticos hasta el valor de su moneda, mientras tratamos de imponer una unilateral y amplia reglamentación sobre las exportaciones de Estados Unidos hacia ese país", dijo Reinsch.

China es uno de los mercados de más rápido crecimiento para las exportaciones de Estados Unidos. Reporta miles de millones de dólares en ventas a las compañías estadounidenses.

El Departamento de Comercio ha estado promocionando la regulación con el argumento de que ayudará a las compañías estadounidenses a competir en el vasto mercado de tecnología civil, al tiempo que evitará la exportación de aquella que pueda ser usada en la modernización del aparato militar chino.

Los gremios de negociantes temen que algunos requisitos puedan entorpecer sus transacciones, entre ellos el que exige que las compañías estadounidenses pidan información a sus clientes chinos sobre el propósito para el que se usarán los bienes comprados.

La medida también impondría nuevas y más restrictivas certificaciones del gobierno chino.

El Departamento de Comercio dijo en un comunicado que la reglamentación Revisiones y Aclaraciones sobre Controles de Exportación y Re-exportación hacia la República Popular de China exige a los exportadores presentar un Certificado de Usuario Final, expedido por el Ministerio de Comercio de China, para todas las transacciones cuyo costo total sea superior a 5.000 dólares.

La reglamentación propuesta prohíbe también una lista de productos clasificados como "sujetos al requisito de licencia de uso final militar", con el fin de impedir su utilización para fines bélicos por parte de China.

Pero los grupos que representan a las compañías más importantes de Estados Unidos han puesto reparos a muchos aspectos de la medida.

Por ejemplo, las restricciones no comprenden a otras naciones aliadas de Estados Unidos. Gran Bretaña, Alemania e Italia ya hicieron notar que no están obligados a acatar regulaciones estadounidenses al comercio con China.

Esto preocupa a las empresas estadounidenses, que argumentan que la medida no logrará su objetivo, pues implicará un castigo a las compañías de este país, pues beneficiará a su competencia internacional.

"Todavía no está claro cuáles serán los beneficios ni los resultados positivos que arroje esta norma. Sin embargo, si son evidentes los costos para los negociantes estadounidenses", dijo Robert Holleyman, presidente y miembro de la junta directiva de la Business Software Alliance.

"Si el reglamento se implementa tal como está redactado, impondrá crecientes riesgos de responsabilidad así como agobiantes costos financieros para las compañías estadounidenses que intenten cumplirlo", advirtió.

Las empresas han estimado que incurrirían en gastos superiores a 100 millones de dólares al año para cumplir con los requisitos exigidos.

"Pedir a China que expida el Certificado de Usuario final para todas las exportaciones autorizadas cuyo costo sea superior a 5.000 dólares, va más allá de todo lo que están pidiendo nuestros aliados", dijo John Frisbie, presidente del Consejo de Negocios China-Estados Unidos. "Necesitamos proteger nuestros legítimos intereses de seguridad, pero no socavar innecesariamente nuestra competitividad".

Inclusive privar a China de productos militares no funcionará, argumentan los empresarios, porque ese país ya los está produciendo o bien los puede adquirir en el mercado internacional, donde ya están disponibles.

"Las realidades del mercado global hacen poco probable que los nuevos controles tengan algún impacto en el acceso chino a estos bienes, dado que ya existen amplias fuentes no estadounidenses", dijo John Engler, presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes.

Los poderosos gremios empresarios proponen que para abordar las relaciones con China sería más conveniente crear un grupo de consejeros de alto nivel, que examine los principales aspectos del comercio de tecnología avanzada con el gigante asiático, incluyendo las preocupaciones de política exterior, relaciones económicas e intereses de seguridad nacional.

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