COREA DEL NORTE: EEUU responde con más presión

En su primera reacción al ensayo nuclear de Corea del Norte, Estados Unidos anunció que procurará las sanciones más fuertes posibles contra Pyongyang en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero aclaró que no consideraba ninguna acción militar, al menos por ahora.

Mientras, analistas independientes sostienen que la prueba atómica norcoreana del lunes fortalecerá la postura de los llamados "halcones", el ala más belicista de Washington, encabezados por el vicepresidente Dick Cheney, quien se oponía fervientemente a cualquier conversación bilateral y favorecía la estrategia de aumentar la presión para propiciar la caída del líder norcoreano Kim Jong-Il.

"Cheney y sus partidarios ven la negociación con Corea del Norte como la peor idea posible, porque cualquier discusión significativa con el régimen, y más aun un acuerdo, ayudaría a su supervivencia", señaló John Feffer, especialista en asuntos coreanos del centro académico progresista estadounidense Foreign Policy in Focus.

"Después de la prueba (atómica), ellos pueden argüir que Corea del Norte llegó a un punto sin retorno y que la única opción ética es presionar hasta que colapse" el régimen, añadió.

Sin embargo, Feffer y otros analistas creen que ese enfoque es erróneo, sobre todo porque China y Corea del Sur, aunque dispuestos a imponer sanciones más fuertes de las que consideraban en el pasado, se opondrían a medidas que propicien la caída de Kim Jong-Il.
[related_articles]
"La pregunta es si en verdad la administración de George W. Bush querrá persistir en un enfoque que ha fracasado o combinará las sanciones con la posibilidad de volver a la mesa de negociaciones", señaló Alan Romberg, del independiente Centro Henry L. Stimson.

A pesar de pasados rechazos de Washington a los llamados de China y Corea del Sur para retomar las negociaciones con Pyongyang, Rombert cree que aún es posible que eso suceda.

No obstante, señaló que "lo más probable es que no haya progresos (en las negociaciones) hasta el fin de la administración de Bush", e indicó que la decisión de Corea del Norte de realizar los ensayos nucleares "estuvo basada en ese cálculo".

La prueba atómica subterránea del lunes había sido anunciada públicamente por Pyongyang seis días antes.

Sin embargo, el anuncio no sorprendió a expertos en política exterior como el ex subsecretario de Estado (vicecanciller) Richard Armitage, quien había advertido que un ensayo nuclear norcoreano sería probable si Washington seguía rechazando los llamados a participar de conversaciones directas luego de que Pyongyang realizó una serie de pruebas con misiles el 4 de julio.

El gobierno de Bush no sólo desestimó esa posibilidad, sino que además comenzó a planificar una serie de sanciones financieras contra Pyongyang en respuesta a supuestas actividades de lavado y falsificación de dinero por parte de ese país asiático.

Pyongyang exigió que Washington levantara las sanciones como condición para regresar a las llamadas conversaciones de las Seis Partes (China, Corea del Norte, Corea del Sur, Estados Unidos, Japón y Rusia), que en septiembre de 2005 habían llegado a un principio de acuerdo para que el régimen de Kim Jong Il abandonara su programa nuclear a cambio de un paquete de garantías de seguridad y ayuda económica.

Pese a los insistentes pedidos de China y de Corea del Sur, que no obstante condenaron la actitud desafiante de Pyongyang, Washington se negó a levantar las sanciones y a participar de negociaciones directas.

El fin de semana pasado, China, Corea del Sur, Rusia y Japón se unieron con Estados Unidos para advertirle a Pyongyang sobre la realización de una prueba atómica.

El Consejo de Seguridad añadió su voz el viernes, expresando "profunda preocupación" sobre las amenazas de Pyongyang y señalando que la prueba nuclear "traería una condena universal".

Pero Corea del Norte parece haber calculado que no tenía nada que perder con el ensayo atómico.

"El objetivo final de Corea del Norte es sobrevivir, y una prueba nuclear es su última opción", dijo la semana pasada al diario The Washington Post el analista surcoreano Ahn Yinhay, de la Universidad de Corea, en Seúl.

"Dada la enorme presión de los políticos de línea dura de Estados Unidos, Corea del Norte debe pensar que no tiene otra forma de salir de este punto muerto. Ellos creen que no tienen nada qué perder", añadió.

Todavía está por verse si Pyongyang se equivocó, como creen muchos expertos estadounidenses.

Mientras, la administración de Bush espera que la condena internacional, en especial de China y Rusia, considerados por el embajador estadounidense en la ONU, John Bolton, los "protectores" de Corea del Norte, así como fuertes sanciones financieras debiliten el régimen de Kim Jong-Il.

Uno de sus objetivos más ambiciosos de Washington es que el Consejo de Seguridad adopte una resolución autorizando la requisa de barcos que entren o salgan de Corea del Norte ante la posibilidad de que transporten tecnología nuclear.

Bush calificó las pruebas nucleares norcoreanas del lunes de "amenaza a la paz y a la seguridad internacionales", frase normalmente reservada para invocar el capítulo VII de la Carta de la ONU, que autoriza el uso de la fuerza militar para respaldar las demandas del Consejo de Seguridad.

"La transferencia de armas o material nuclear por Corea del Norte a estados o entidades no estatales será considerado una grave amenaza a Estados Unidos", dijo en una declaración de la Casa Blanca en la que se señalaba que ese país asiático ya se había convertido en uno de los principales productores de tecnología bélica.

"Haremos responsable a Corea del Norte de las consecuencias de esa acción", advirtió Bush.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe