AMBIENTE-JAPÓN: El sofocante efecto de isla térmica

Los brillantes rascacielos que pueblan el paisaje urbano japonés representan el poder económico de Japón, pero también constituyen enormes cañones que capturan el calor y elevan la temperatura ambiente, en lo que se conoce como efecto de isla térmica.

El calor emitido por acondicionadores de aire, motores a combustión interna y otros aparatos no encuentra vía de escape, lo que provoca un aumento de varios grados en la temperatura, especialmente el verano. Al mismo tiempo, los edificios impiden la circulación de los vientos.

Eso obliga a las autoridades japonesas a buscar constantemente nuevas maneras de refrescar a una ciudad que hierve.

Desde hace años, la ley ordena la plantación de arbustos y otras plantas en la azotea de edificaciones elevadas, pero el crecimiento de la jungla de cemento ha sido tan acelerado que contrarrestó el efecto de esa medida.

"Tokio se convirtió en una pesadilla a causa de la política del gobierno, que pioriza a la economía por sobre la protección ambiental", dijo la experta en el efecto de isla térmica Komichi Ikeda, subdirectora del Instituto de Investigación Ambiental, organización académica privada.

Ikeda explicó que el auge de la construcción en Japón tiene sus raíces en el estímulo al valor de los inmuebles, lo cual deparó ganancias masivas a los propietarios de terrenos y a las empresas constructores a expensas del ambiente y la salud de los residentes.

Un informe difundido este año por el gobierno metropolitano de Tokio muestra que la temperatura promedio en la capital aumentó de tres grados en el curso del siglo XX.

"Acompañando este aumento de la temperatura, el consumo de electricidad de la ciudad se multiplicó por cuatro desde los cinco millones de kilovatios de 1975, en gran medida debido a los acondicionadores de aire", señaló Takako Yamaguchi, funcionaria de la municipalidad a cargo de controlar el efecto de isla térmica. Yamaguchi también dijo a IPS que desde 1975 aumentaron de 14 a 35 los días del año con temperaturas superiores a los 35 grados.

Con una humedad ambiente que ronda 70 por ciento, los veranos se volvieron tórridos e incómodos para los 12,5 millones de habitantes de Tokio. La población de la ciudad casi se duplica en horas diurnas, cuando ingresan a ella trabajadores y público de oficinas.

Las muertes relacionadas con el agotamiento a causa del calor en el centro de Tokio aumentaron de 17 a 23 entre 2003 y 2005, según el Ministerio de Salud.

En Tokio viven unos 600.000 asmáticos, cuya dolencia se agrava por los gases emanados desde los automóviles. En todo el país hay tres millones de asmáticos.

Este verano, mientras los japoneses se encuentran sofocados por el calor y la humedad, el efecto de isla térmica está en boca de todos.

Las altas estructuras edilicias que amurallan la bahía de Tokio impiden ahora que la ciudad se refresque por la noche. El muy admirado brillo del neón de la costanera de Shinagawa obstruye la brisa fresca nocturna que otrora fluía por la ciudad.

El distrito de Shinagawa, antes lleno de depósitos, hoy rebosa de centros comerciales. Allí se ha instalado una nueva estación de trenes superrápidos. En 1997, había apenas cinco edificios de más de 13 pisos. En 2003, se les habían sumado 84.

Las áreas cercanas al mar son ahora más cálidas por la noche que las del interior, según el gobierno metropolitano. La temperatura también baja en zonas adyacentes a los parques.

Yamaguchi dijo que, además de las regulaciones que ordenan la instalación de jardines en los rascacielos, las carreteras deberían construirse con un entramado de tuberías debajo de la superficie por las que circule agua de mar fresca bombeada desde la bahía de Tokio.

Otras soluciones costosas a estudio incluyen el almacenamiento en sótanos de nieve trasladada desde la septentrional isla japonesa de Hokkaido.

"Por primera vez en la historia ofrecemos subsidios, por hasta 20 millones de dólares para el presente año fiscal, que representan un tercio del presupuesto de estas instalaciones", explicó.

Pero a Ikeda no le impresionan esos ambiciosos planes.

"Todos estos pasos son importantes pero, como, de costumbre, el gobierno se niega a tratar las causas del efecto de isla térmica, restringiendo la construcción de edificios altos o la circulación de automóviles", dijo.

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