AMÉRICA DEL SUR: La hora de la integración productiva y social

En el Mercosur hace falta una institución con mandato para promover de hecho una integración más amplia y profunda, como quieren muchos sectores de los cinco países miembro, concluyeron expertos convocados a un foro internacional en esta ciudad brasileña.

La necesidad de "una agencia, una instancia con delegación de los socios" del bloque sureño, para impulsar la integración productiva y social, más allá del libre comercio, fue planteada por el senador brasileño Saturnino Braga, al asumir la presidencia del Consejo Consultivo del Centro Internacional Celso Furtado de Políticas para el Desarrollo.

Braga fue impuesto en el cargo en el marco de un seminario, que finalizó este jueves en Río de Janeiro y donde se analizó la actualidad del Mercosur (Mercado Común del Sur), conformado por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela, a los cuales se suman como países asociados Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú.

El Mercosur vive un "momento propicio" para reanudar las ideas precursoras del acercamiento entre Argentina y Brasil de los años 80, como la iniciativa de integrar sectores y complejos productivos, abandonadas por la "visión comercialista" de la década pasada, indicó, a su vez, el economista Aldo Ferrer.

La adhesión como miembro pleno del bloque de Venezuela, el fracaso de la "visión neoliberal" limitada a la desgravación arancelaria, el ascenso de gobiernos progresistas y el ejemplo de la recuperación argentina, tras el colapso de 2001, con recursos propios, generaron "un nuevo clima de entusiasmo", explicó.

Esa situación propicia se reflejó en la decisión de crear un banco de desarrollo del Mercosur, una de las medidas acordadas en la cumbre realizada la semana pasada en la central ciudad argentina de Córdoba, añadió.

En América Latina, los procesos de integración coexisten con "la construcción nacional inconclusa" en muchos países y asimetrías determinadas por distintos tamaños y niveles de desarrollo, sostuvo Ferrer, experto argentino que ocupó variadas y altas funciones de gobierno en su país desde los años 50 y que hoy es profesor de la estatal Universidad de Buenos Aires.

Estos dos aspectos exigen "reglas firmes pero flexibles, no mecanismos rígidos", y políticas activas que consideren las asimetrías y los desafíos de las naciones en construcción, apuntó, defendiendo la definición de metas integradoras en energía, transportes y producción industrial.

La llamada "guerra de las papeleras" entre Argentina y Uruguay, por la instalación en este último país de dos plantes de celulosa sobre un río limítrofe, se habría evitado con una estrategia común de producción de este insumo y el fortalecimiento del protagonismo de empresas "mercosureñas", en lugar de atraer filiales de países ricos, opinó Ferrer.

A su vez, el sociólogo brasileño Helio Jaguaribe, presidente del Instituto de Estudios Políticos y Sociales, sentenció que sólo América del Sur tiene capacidad para un desarrollo conjunto con autonomía, luego que la unidad política y económica de América Latina perdió viabilidad con la adhesión mexicana al tratado de libre comercio con Canadá y Estados Unidos.

La integración sudamericana es una "condición necesaria para preservar e incrementar el margen de autonomía", añadió.

Empero, esta región afronta limitaciones, con los países andinos aún sin incorporar a los indígenas a la ciudadanía, salvo Bolivia, los países con costa al océano Pacífico fuertemente dependientes de Estados Unidos, las desigualdades socioeconómicas generalizadas y la total carencia de integración física, evaluó.

Con la adhesión de Venezuela como miembro pleno, el Mercosur ya representa casi toda América del Sur, al sumar 80 por ciento de su economía, quedando afuera sólo "estados débiles" y Chile, que es pequeño, destacó Jaguaribe.

Sin embargo, para el director general de la agencia internacional de noticias IPS, Mario Lubetkin, hay "un vacío de comunicación" que, sin una solución, hará mas lento el proceso. La integración la empujan los gobiernos, los parlamentarios, empresarios, la academia, pero la población en general tiene escasa información sobre su marcha.

La idea de que integración supone desarrollo y lucha contra la pobreza está alejada de la percepción del ciudadano común, lo cual impone como un gran desafío para los comunicadores "conectar" el Mercosur y la Comunidad Sudamericana de Naciones, nacida en 2004 en Perú, "con la vida cotidiana de las personas", concluyó.

Esa sería también una tarea que podría impulsar la "agencia promotora" del Mercosur, sostuvo el senador Braga.

"Pobreza y desarrollo en el contexto de la globalización" fue el tema del seminario promovido del martes al jueves por el Centro Celso Furtado y el Proceso de Helsinki, un foro encabezado por Finlandia y Tanzania para desarrollar propuestas en pro de una globalización democrática y humana.

El Centro, fundado el año pasado, tiene como objetivo promover estudios y propuestas de desarrollo económico y social, a través de becas a investigadores, seminarios y cursos, bajo inspiración de las ideas de Celso Furtado, fallecido en 2004 y que es considerado el principal economista brasileño.

Un llamado a los candidatos a la presidencia de Brasil para las elecciones de octubre, con el fin de que se "comprometan a buscar un nuevo pacto político para superar el abismo que separa libertad civil e igualdad económica en nuestra historia", forma parte de la "Carta por el Desarrollo" que la dirección del Centro Celso Furtado divulgó en el seminario.

El pacto debe permitir a la "gran mayoría de la sociedad resistir las imposiciones de los mercados y afirmar definitivamente una nueva agenda del desarrollo", que asegure crecimiento económico y menos desigualdad, se indica en la carta.

La dirección del Centro incluye una presidencia Cultural. La idea es darle acceso público a la biblioteca y archivos de Furtado, como "una memoria del futuro", volcado no al pasado sino a contribuir para el provenir, explicó a IPS quien ocupa ese cargo, Rosa Freire d’Aguiar, la escritora y periodista viuda del economista.

Además se trata de destacar la dimensión cultural del desarrollo, importante en la visión de Furtado, que desde los años 70 escribió varios ensayos sobre el tema y fue incluso ministro de Cultura entre 1986 y 1988, además de ministro de Planificación en los años 60.

Entre las cuestiones que estudió Furtado se cuentan los períodos de "explosión cultural", los brotes de creatividad que ocurrieron en la historia de la humanidad, como el Renacimiento en Europa, recordó D’Aguiar.

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